SEGURIDAD CIUDADANA

¿Diez años sin alcohol en las calles?

  • La ley antibotellón de la Junta cumple una década con éxito relativo en su aplicación

  • El fenómeno se ha trasladado a los centros históricos y las zonas costeras

Un grupo de personas, presumiblemente jóvenes. Un espacio abierto con o sin mobiliario urbano para sentarse. Litronas de cerveza o botellas de alcohol de más alta graduación junto a bolsas de hielo y algún refresco. Si a esta ecuación se le suma un tiempo meteorológico más o menos apacible el resultado es un botellón. Seguramente este fin de semana se celebre más de uno, pero llevan justo diez años prohibidos en Andalucía.

El 7 de noviembre de 2006 se publicó en el BOJA la ley sobre potestades administrativas en materia de determinadas actividades de ocio en los espacios abiertos de los municipios de Andalucía. Vulgo, ley antibotellón. "En vista de los resultados, ha salido bastante victoriosa", apunta Jesús Maeztu, Defensor del Pueblo Andaluz. El organismo ya hizo un análisis exhaustivo de los efectos de la norma autonómica en 2012, pero la realidad ha cambiado en los últimos años. Según Maeztu, "el botellón desorganizado ha pasado a mejor vida y se ha acotado a los centros históricos de las ciudades y, en verano, a las zonas de costa". Pueden dar fe los vecinos del centro de Málaga, que sufren con especial intensidad el problema durante los días de Feria, en agosto.

Sin embargo, "ya no se ven grupos de jóvenes por la calle cargados de bolsas de plástico con botellas de alcohol", señala Maeztu. El fenómeno se ha trasladado al entorno de bares y discotecas, por lo que la oficina del Defensor sigue recibiendo quejas de vecinos por ruido y suciedad. Bien lo saben en el barrio del Arenal de Sevilla. En 2002, los vecinos de esta zona céntrica lograron que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acusara al Ayuntamiento hispalense de "pasividad" a la hora de paliar los efectos del botellón. Entonces no existía la normativa autonómica, la ley mantuvo la competencia de la lucha contra el botellón en el ámbito municipal.

Se establecieron entonces dos formas de encarar el problema de compaginar el derecho al ocio de los más jóvenes con el derecho al descanso y a la salud. Ciudades como Jerez o Granada optaron por crear zonas donde estaba permitido el consumo de bebidas alcohólicas al aire libre -los denominados botellódromos-; mientras que en otras localidades, como Sevilla, el Consistorio decidió prohibir de forma tajante el consumo callejero, con mayor o menor éxito.

Ni dos meses tardó la capital nazarí en acotar un espacio situado a las afueras de la ciudad para concentrar allí a los jóvenes que quisieran seguir celebrando botellones. Desde la concejalía de Protección Ciudadana del Consistorio granadino reconocen que, antes de la creación del botellódromo, llegaron a reunirse hasta 5.000 personas en el centro de la ciudad. El resultado fue ambivalente. Si bien se logró alejar a los jóvenes -y con ellos el ruido y la suciedad- del centro, Granada llegó a ser conocida en todo el país por celebraciones como la fiesta de la primavera, que reunía hasta 20.000 personas en el recinto. Pero eso se acabó.

El nuevo gobierno municipal del socialista Francisco Cuenca decidió cerrar el botellódromo a los pocos meses de llegar al poder y para ello contó con el apoyo de todos los grupos. Las quejas vecinales, sumadas a la mala imagen, propiciaron la clausura del recinto el 1 de septiembre, una medida fue aparejada con una labor de divulgación de la nueva situación, pero también de control y sanción.

El Consistorio granadino asegura que el primer fin de semana sin botellódromo hubo "normalidad", lo que se traduce en 54 denuncias por beber en la calle, 13 llamadas de ciudadanos alertando de concentraciones para dicho fin y diez llamadas por ruidos. "La colaboración de los jóvenes fue evidente y nadie acudió al botellódromo", apuntan desde el Ayuntamiento de Granada, pese a que hay una plataforma que pide la reapertura. El gobierno local está buscando un nuevo uso para el espacio y también ha puesto en marcha una oferta de ocio alternativo coordinada por la concejalía de Juventud y Deportes, a la que se sumará Cultura próximamente.

Es la propuesta que defendió en su día el Ayuntamiento de Sevilla y que el gobierno socialista que lleva ya año y medio en el poder desarrolla desde su llegada. Su apuesta pasa por descentralizar la oferta de ocio, sobre todo pensando en los adolescentes de hasta 16 años, pero también se puso en marcha una campaña de sensibilización contra el alcohol y el tabaco en las zonas donde se concentra la movida. "Es verdad que es una costumbre muy arraigada, pero hay que ofrecer a los jóvenes una alternativa a la cultura del botellón", señala Myriam Díaz, edil del área de Juventud del Consistorio sevillano.

El gobierno municipal socialista heredó de los dos anteriores equipos la lucha contra el botellón desde el punto de vista punitivo, pero reconoce un cambio en las tendencias. Según el Ayuntamiento hispalense "las grandes zonas de botellón han desaparecido", pero quedan reductos en los alrededores de bares y discotecas -tal y como señala el Defensor del Pueblo Andaluz-, donde se refuerza la vigilancia policial. Por ese motivo, la respuesta de las fuerzas de seguridad tienen sobre todo una labor disuasoria, con especial atención a ocasiones especiales, como la Feria de Abril.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios