Los cigarros encadenados de Óscar López

Un cigarro tras otro, eso sí, con discreción y detrás de una columna. Así estaba el ministro de Transición Digital, Óscar López, a las puertas del Pabellón de la Navegación, en Sevilla, mientras esperaba a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, para poner la primera piedra del Centro de Conocimiento que se va a construir en la isla de la Cartuja y que será el primer edificio de la nueva bauhaus europea. Eran las 12 de la mañana, minutos antes de conocerse que la Fiscalía Anticorrupción pedía la cárcel para Santos Cerdán, aunque alguna información ya iba circulando; las caras lo decían todo. Junto a él, la ministra de Ciencia, Diana Morant; el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández; y la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero. Además, el presidente de la Diputación de Sevilla, Javier Fernández; y el subdelegado del Gobierno en la ciudad, Francisco Toscano.

Todos entraban con caras de circunstancias saludando a los consejeros del Gobierno andaluz, Carolina España, Ramón Fernández-Pacheco, Jorge Paradela y Catalina García, que esperaban junto al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, y las dos comisarias europeas presentes, de la sostenibilidad y la de aguas, en lo que se había planteado como fuese un acto lúdico. Los minutos iban pasando y la presidenta de la Comisión Europea se retrasaba, la inauguración de la Cumbre de la ONU, en el otro extremo de la ciudad, se alargaba y el caos de tráfico hacía lo demás. El resultado: 45 minutos de espera y angustia para los responsables del Gobierno central.

Sobre todo porque el protocolo estaba perfectamente organizado: un lugar de saludo y espera de las autoridades, un lugar para la foto de familia... y, justo enfrente, toda la prensa perfectamente ubicada con unas vistas perfectas de los rostros, y de las conversaciones de las autoridades.

Conforme se iban conociendo más datos, y Pedro Sánchez iniciaba su rueda de prensa en la sede de la cumbre, los rostros de los ministros del Gobierno iban cambiando, las conversaciones se volvían más quedas y los ministros recurrían a taparse las manos con la boca, como si estuviesen en un banquillo de fútbol. La tensión era tal, con todos los periodistas grabando la situación, que optaron por situarse en un rincón en el extremo opuesto de la puerta de entrada. Óscar López ya escuchaba su móvil sin disimulos, con un auricular en la oreja y procurando dar la espalda a los periodistas.

Esta era la situación cuando entraba el presidente de la Junta, Juanma Moreno, que no atendía a saludar a los ministros del Gobierno como correspondía. Nadia Calviño, presidenta del Banco Europeo de Inversiones y con suficiente experiencia a sus espaldas, daba el quite y la coartada a María Jesús Montero para acercarse a saludar sin que fuese demasiado evidente. Pero el "informe caritas" era suficientemente elocuente. Y la preocupación fue en aumento; mientras se desarrollaba el acto que discurría con criterios de la Comisión Europea (todo dentro de lo políticamente correcto) y con los diputados sevillanos Lina Gálvez (PSOE) y Juan Ignacio Zoido (PP) charlando como si estuviesen en los pasillos de Bruselas, el comentario entre una buena parte de los presentes era que Cerdán iba camino de la cárcel.

Los rostros ya no dismulaban y ahora se pasaba a la siguiente pantalla: el argumentario. "Es una persona que no tiene que ver con el Partido Socialista" eran las palabras de María Jesús Montero.