Cinco hombres y cuatro mujeres juzgarán al único acusado del crimen de Almonte

La primera sesión del juicio del llamado crimen de Almonte que se celebra en la sala de vistas de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Huelva tuvo ayer como eje central la selección del jurado popular que determinará si el único acusado, Francisco Javier Medina, es culpable o no de los asesinatos, el 27 de abril de 2013, de Miguel Ángel Domínguez y su hija María. Estará formado por cinco hombres y cuatro mujeres. Casi seis horas se dilató la composición de este tribunal popular. Primero hubo que elegir entre los 31 candidatos finales. Eran cerca de las 16:00 cuando, por fin, se establecía quiénes serán los ciudadanos que juzgarán el caso, esas nueve personas, todas empadronadas en la provincia de Huelva. Para la deliberación final previa a su veredicto se encerrarán en un hotel.

El abogado de la familia de las víctimas, Gustavo Arduán, detalló que el jurado está conformado por "gente del pueblo, normal y corriente con distintas profesiones, distintos perfiles y distintas edades; creemos que quedan representado todos los sectores y sensibilidades dentro del grupo que teníamos para elegir". Arduán expresó su confianza en que entre ellos impere el "sentido común, por eso no vamos a hablarle de análisis y consideraciones, sino de hechos".

El nerviosismo se palpaba en el ambiente a primera hora de la mañana. Los medios de comunicación, los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil y los abogados y familiares de las víctimas y del presunto autor del doble crimen compartían espacio en la Alameda Sundheim. Había mucha tensión. Era el comienzo del juicio.

Medina pisó en la mañana de ayer, por primera vez, los calabozos del Palacio de Justicia de Huelva. Lleva dos años y casi tres meses privado de libertad, desde que a finales de junio de 2014 fuera detenido por la Guardia Civil. El furgón de la Policía Nacional que lo había recogido en el centro penitenciario de Huelva llegó a las 10:00. Sereno, con camisa blanca y vaqueros azules, serio y sin miedo a enfrentarse a las cámaras que se arremolinaban en torno a él, Medina no apartó la mirada de sus familiares en los pocos segundos que duró el encuentro.

Entre ellos, se encontraban sus padres. "Tranquilo, hijo, estáte tranquilo", le gritó su progenitor mientras el resto le respaldaba con un enérgico "estamos contigo". Todos rehusaron hacer cualquier declaración a la prensa. Tampoco quiso hablar el abogado que encabeza la defensa de Medina, Francisco Baena Bocanegra, que encaró la rampa de acceso al Palacio sin pararse ante los periodistas. El otro letrado del procesado, Juan Ángel Rivera, se limitó a saludarlos. La consigna del silencio quedó más que escenificada.

Inmaculada Torres, abogada de Marianela Olmedo, ex pareja y madre de las víctimas, expresó que ésta deseaba que llegara el día de ayer "para terminar con esta angustia que vive la familia y con mucha confianza en la acusación que formulamos, que es seria y fundada en una prueba y un dato objetivo que no tiene contrario: el ADN". Marianela "está un poco peor, muy nerviosa, de revivir muchos acontecimientos de su vida, pero necesita que pase el juicio" para recuperarse.