Andalucía

Una jerezana frente al nacionalismo

  • Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos a la Generalitat, nunca tuvo intenciones de meterse en política, pero hoy lo tiene claro: quiere gobernar para "poner fin a esta locura"

El 27 de septiembre se ha convertido ya en una fecha fetiche para el nacionalismo catalán, aglutinado en la lista Junts pel sí. La maquinaria propagandística se ha puesto en marcha para grabar a fuego el 27-S en los almanaques como si la fecha del inicio de una utópica República catalana se tratara. En ese frenesí secesionista no han faltado las boutades ni las gruesas palabras de algunos de sus representantes, llegando a afirmar que Franco "envió a mucha gente, para ver si de alguna manera nos diluía", como dijo la actriz Montserrat Carulla.

Frente por frente, las encuestas sitúan a Ciudadanos en primera fila del constitucionalismo en Cataluña. Su candidata, Inés Arrimadas, para más escozor del nacionalismo más beligerante, es jerezana y "catalana de elección". Conversa serenamente, aunque no duda en endurecer la voz cuando se trata de hablar del "falso discurso" de Mas y sus conmilitones.

"De manera pública no pueden chocar frontalmente", afirma cuando se le pregunta sobre la reacción del nacionalismo a su origen andaluz. "Pero a nivel interno, hay gente que aún no ha comprendido que la ciudadanía no tiene qué ver con dónde has nacido". ¿Y las redes sociales? "Ése es otro mundo". El asunto lo plantea dándole la vuelta a todos los prejuicios étnicos que, aunque no vertebran el nacionalismo catalán, sí están presentes en algunas mentes recalcitrantes. "De todos los lugares del mundo, elegí Barcelona. Yo no estoy aquí por error o por casualidad, sino porque he elegido esta ciudad para formar mi proyecto de vida". Y quiere contribuir a su desarrollo. Frente a esto, el "no es de aquí" parece quedarse sin sostén.

Arrimadas nunca tuvo la política entre sus objetivos. Ella, licenciada en Derecho y en Administración de Empresas por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, afirma que aunque "no era ajena a la política, sí a los partidos". "Nunca he podido encajarme en rojos o azules". Lo asegura cuando queda menos de un mes para que las urnas diriman si será o no la primera mujer en presidir la Generalitat.

Pasó algo. Se cruzó por medio el discurso de un joven político, promotor de una pequeña formación denominada Ciutadans con apenas tres diputados en el Parlament. Afincada ya en Barcelona, una compañera de trabajo la invitó a un acto en el que participaba Albert Rivera. Y allá que fue, al Teatro Rome de la capital. "Me gustó la filosofía del acto. No parecía un acto político", sino académico o intelectual. "Se dijeron cosas sensatas, con las que yo me siento identificada como estar más por los derechos de las personas que de los territorios, más por identidad personal que de la colectiva". Reconoce que acudió "sin intención alguna" de dedicarse a la política. "Pero me gustó y poco a poco fui involucrándome hasta que me afilié".

Y ahí empezó un periplo político que le ha llevado a ser hoy la mejor posesionada frente al secesionista, aunque a ella no le gusta eso de los frentes. "No somos anta nadie, sino que queremos construir una alternativa para todos los catalanes". Rivera la conoció cuando ostentaba un cargo en las juventudes del partido y le hizo la proposición (decente, que en política no es fácil) de comparecer ante la Comisión de Juventud del Parlament, la única de la Cámara que acepta la presencia de no diputados.

El giro definitivo a los acontecimientos sucedió en octubre de 2012. El presidente Mas adelanta las elecciones y hasta Arrimadas llegan voces que la animan a presentarse para ser elegida miembro de la candidatura de Ciutadans, cosa que logra, enfilando así sus pasos hacia el Parlament. "Estuve tres días sin dormir porque sabía que si era elegida diputada eso supondría un antes y un después en mi vida", afirma. "Pregunté en el trabajo si tenía la excedencia por cargo público", se dijo "hay que ser valientes" y cometió la "osadía" de dejar la empresa en la que llevaba seis años trabajando para embarcarse en la política en un ambiente que, reconoce, "no es fácil". "La familia me decía que no me metiera en líos, que me quedara en mi trabajo". Pero aceptó y desde entonces lleva un ritmo frenético, máxime ahora.

Se recorre Cataluña de norte a sur, va y viene a Madrid, atiende a los medios de comunicación, que han puesto su ojo, catódico o no, en ella y todo por un sueldo que no supera al que ganaría en la actividad privada. Es la menor de cinco hermanos, arqueóloga de corazón -su "parte racional" se impuso ante la dicotomía de estudiar Arqueología o Derecho- y viajera por pasión con una cuenta pendiente en India. Y aunque ahora coge muchos trenes y tiene muchas horas de coche, no es lo mismo.

Sin embargo, y aunque en su horizonte político Cataluña es protagonista, no se olvida de Andalucía. "Yo me siento andaluza y catalana". El pacto de su formación con el PSOE que permite gobernar a Susana Díaz es para algunos una mácula en el expediente del partido naranja. Ella da un paso al frente. "Sé lo que ha sido el PSOE en Andalucía" y menciona la corrupción, entre otros tantos, "por eso no hemos entrado en el Gobierno". Arrimadas asegura que no se puede pretender que "hagamos milagros con nueve diputados", frente a los más de cuarenta de Díaz, afirma un tanto resignada, aunque añade que han " sacado petróleo".

Sobre la situación en Cataluña y las próximas elecciones, no tiene problemas en romper el tono sereno de la conversación para robustecerlo, como si avisara de que se entra en terreno importante. "La lista secesionista es estrategia de Mas para ocultarse y ocultar la corrupción y la mala gestión de sus años de gobierno". Sin embargo, las encuestas le dan el primer puesto y si se lo recuerdas, Arrimadas no se arredra. "Creo que es el mejor momento para cambiar las cosas y que Ciudadanos está en la mejor posición" porque, recuerda, "PP y PSOE han pactado con los nacionalistas".

Como hizo su admirado Adolfo Suárez que, en una pirueta política, logró sentar en la mesa a personajes tan dispares como Santiago Carrillo y Manuel Fraga, Arrimadas asegura que quiere "contar con todos", aunque, tajante, afirma que "liderar el Gobierno de Cataluña es la única forma de poner fin a esta locura": el nacionalismo, claro.

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