50 años de doñana

"Fuimos los primeros en entrar en Doñana a hacer ciencia"

  • José Manuel Rubio Recio (Valladolid, 1928) estaba entre los cuatro pioneros que llegaron en 1953 a Doñana con la idea de hacer por fin ciencia en el coto de caza. El hoy prestigioso geógrafo ejercía como ayudante para todo

-¿Cuando llegan a Doñana en 1953 sabían hacer ciencia?

-Ciencia la hacían Paco Bernis (fundador de la SEO) y Tono Valverde, los únicos en España que hablaban de ecología. Yo lo que aportaba entonces era la escopeta, todas las tardes al volver al Palacio de Doñana mataba algún conejo, que era la cena y el almuerzo. El hijo del guarda, Robles, me reñía, decía que un cartucho para un conejo era un lujo, que había que matar a varios de un tiro cuando estaban juntos.

-Y allí empiezan a anillar pájaros.

-No sabíamos cómo coger y anillar los pájaros, fue sonrojante, los guardas de Doñana nos miraban y se reían, pero aprendimos. Fuimos con dinero y anillas cedidas por la Sociedad Aranzadi, que nos pidió como compensación ir a San Sebastián a hacer divulgación de la naturaleza. A Valverde se le ocurrió llamar a su amigo Félix Rodríguez de la Fuente, un dentista al que le había capturado su primer halcón en Valladolid, para que hiciera volar halcones en el hipódromo de Lasarte. Fue la primera aparición suya, así empezó Félix su carrera hacia el éxito.

-Usted era amigo de niño de José Antonio Valverde, 'Tono', en Valladolid.

-La forma de acercarse a los pájaros era matarlos con tirachinas, y luego íbamos a casa de Tono, que los disecaba y vendía a una armería en la Plaza Mayor de Valladolid por necesidades de su familia. Pero primero abría el bicho en la mesa del salón y analizaba lo que había comido. Eso era ecología, y con 19 años, cuando ni los catedráticos de universidad sabían lo que era.

-Llegan a Doñana en 1953 invitados por la familia González Gordon, dueños de González Byass.

-Tono dijo: "No podemos quedarnos en nuestra meseta, tenemos que conocer otros ambientes, ir al sur". Según Mauricio González, que nos acogió en Palacio, fuimos los primeros españoles que le pedían permiso para entrar en Doñana.

-Había una gran pugna en el frente norte con el ingeniero agrónomo y luego concejal Grande Covián.

-Tono y Covián ambicionaban el mismo espacio para distinto destino. Covián era un ingeniero del Ministerio que se embarca en un magno proyecto inspirado en los polders holandeses, para dedicar la marisma al arroz.

-Y en el frente oeste el ingeniero forestal Gaspar de la Lama.

-El Estado intenta sacarle partido como sea colonizando el espacio más deshabitado de España, naturalmente estropeándolo. Gaspar de la Lama lidera la plantación de eucaliptus en toda la franja costera, de Huelva a Sanlúcar. Gaspar aspira en el fondo a ocupar los palacios de Doñana, por ambición personal, por vivir en los palacios.

-Comprar una finca en Doñana como solución para protegerla resultaba una osadía.

-Total y absoluta. El primer intento se apalabró con el marqués del Mérito, pero fue un chasco porque al final la vendió a un cazador italiano, Leo Biaggi. Por cierto, vendía Las Nuevas por sus problemas económicos en Cuba después del triunfo de Fidel en la revolución.

-¿Cómo fue el paso a crear un parque nacional?

-Se hizo en secreto. Un día Valverde me dijo que lo llevase a Jerez a ver a los González porque se iba a aprobar el parque nacional y no lo sabía nadie para evitar injerencias, ni los dueños de las fincas. A mí me llevó para capear el temporal y lo cierto es que le sentó fatal a algunos. Tono tenía conciencia de que a base de comprarlo, poco terreno podía protegerse.

-Una historia que quizás hubiese cambiado si no fuese por el patriotismo de Valverde.

-A Tono le ofrecen muchas cosas en cierto momento por su nivel científico; por ejemplo, ser director de las islas Galápagos. Respondió que no podía dejar la conservación y la investigación en su patria. Porque cuando tocaba ser patriota, Tono más que nadie.

-Y además Valverde era un hombre enfermo.

-Yo lo he sacado del Palacio de Doñana creyendo que se nos moría. Lo envolvimos como una momia en una manta, lo pusimos en un carro y lo llevamos al embarcadero de la Plancha, y ni se movía. Lo metíamos en una pensión en Jerez y allí pasaba dos o tres días.

-¿Usted tenía conciencia de vivir semejante aventura?

-He tenido la sensación de estar colaborando en algo que me parecía imposible que se pudiera traducir en realidad, como tantas de las múltiples cosas con Valverde. Nunca esperabas que Tono fuera a conseguir las cosas más sorprendentes, pero las conseguía. Cuando nos reuníamos con Mauricio González Gordon estos últimos años, decía "¿por qué no hablamos un rato de Tono?". Recordar era siempre sorprendente.

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