El trabajo social, una herramienta desconocida pero clave para el cambio
El encuentro, organizado por Clece y Grupo Joly, busca visibilizar el trabajo de estos profesionales que humaniza los Servicios Sociales
Hoy, 15 de marzo, es el Día Internacional del Trabajo Social.
Hoy, 15 de marzo, se conmemora el Día Internacional del Trabajo Social, que este año se celebra bajo el lema Construyendo juntos y juntas un nuevo mundo eco-social: sin dejar a nadie atrás. Además de coordinar servicios, hacer el diagnóstico social de la persona o gestionar los recursos sociales, el trabajador y la trabajadora social son verdaderos transformadores de la sociedad.
Con este objetivo de poner en valor su figura, Grupo Joly ha organizado, con la colaboración de Clece, un desayuno de redacción titulado 'El trabajador social: transformadores de la realidad'. El encuentro contó con la participación de cuatro trabajadores y trabajadoras sociales que ejercen su profesión desde la administración pública, la empresa privada, el tercer sector y la Universidad: Inmaculada Rodríguez, coordinadora del Servicio de Ayuda a Domicilio de Clece en Sevilla; Rosa María Díaz, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide; Lorena Carrera, trabajadora social de la Asociación Amiga, de Sevilla; y David Vicente, trabajador social en el Centro de Ayuda al Refugiado (CAR) de Sevilla. La moderación del debate corrió a cargo de Alberto Grimaldi, redactor jefe de Economía de Grupo Joly.
Durante todo el encuentro, las intervenciones de los participantes giraron en torno a la figura del trabajador social como el profesional que humaniza los servicios sociales; que ayuda, con su tarea diaria, a mejorar la calidad de vida de las personas atendidas y a promover un cambio en la sociedad. La decana de Ciencias Sociales de la UPO, Rosa María Díaz, explicó que el Trabajo Social es una profesión y un área científica que no está bien reconocida y, sin embargo, es una profesión esencial. “El principio clave que rige la definición del Trabajo Social es combatir la injusticia, incluso la injusticia ambiental a nivel mundial, que no es otra cosa que, dependiendo del lugar en el que nazcas sufrirás más desigualdades”, explicó.
Rosa María Díaz (decana CCS. Sociales de la UPO)
“Habría que considerar el trabajo social como una profesión esencial. Creo que visualizar más lo que hacemos genera valor en la sociedad”
En este objetivo de cambiar las desigualdades sociales en las que vivimos, Inma Rodríguez recordó que en Clece en Sevilla “trabajamos unas 35 trabajadoras sociales y creo que la labor que hacemos es de agente de cambio total. Somos la persona que humaniza e individualiza los Servicios Sociales. Trabajamos por el bienestar de todas las personas usuarias que atendemos desde el servicio de Dependencia y lo hacemos desde una perspectiva global, también teniendo en cuenta el bienestar de la trabajadora”, ya que muchas veces viven situaciones complicadas.
Lorena Carrera, como representante del tercer sector, explicó la labor que desempeña atendiendo a mujeres víctimas de trata y explotación sexual y violencia de género. “Nuestro punto fuerte como trabajadoras sociales es intentar que las mujeres que vinieron con un sueño y han vivido situaciones de explotación consigan otra oportunidad y tengan esa vida nueva. Para ello, las ayudamos con todo lo que necesiten, el padrón, las prestaciones, etc”. Un día a día muy similar al de David Vicente con las personas refugiadas. “En el CAR realizamos una intervención integral con los refugiados y refugiadas que llegan hasta Sevilla y tienen que empezar una nueva vida. Les damos las facilidades para que empiecen ese nuevo camino”, señaló
Sinergia entre todos los sectores
Los Servicios Sociales son un derecho fundamental pero que, difícilmente funciona si no se da una sinergia entre todos los actores: organismos públicos, sector privado y tercer sector. Es un gran engranaje donde el trabajador o trabajadora social es fundamental, aunque la decana de la UPO apuntó a que aún existe “una confusión entre trabajador social y servicios sociales. El trabajador social facilita las herramientas para que la persona cambie por sí misma”, y este objetivo es el mismo, “estés en lo público o en una empresa privada, donde ya se ha reconocido la figura del trabajador social y nos hemos convertido en un yacimiento de empleo”, enunció Inma Rodríguez.
Inmaculada Rodríguez (coordinadora Ayuda a Domicilio Clece Sevilla)
“Somos la persona que humaniza e individualiza los servicios sociales. Trabajamos por el bienestar del usuario y usuaria, desde una visión global”
Es cierto, explicó también Rosa Díaz, que a esta confusión contribuyó “el boom de profesionales de Trabajo Social hace décadas y que sirvió para poner en marcha el sistema democrático de los Servicios Sociales. La mayoría se incorporó al sector público y por eso, muchas veces, se les sigue identificando únicamente con la gestión pública”. Por su parte, Lorena y David, destacaron que todos son eslabones en la cadena, “a la hora de tramitar nuestras organizaciones alguna solicitud o prestación, tiene que pasar siempre por los servicios públicos. Entonces, o vamos de la mano, o no podemos hacer nada”, apuntaron.
Evolución de los paradigmas
Al igual que ha evolucionado la sociedad, también lo ha hecho esta profesión multidisciplinar, pasando de una intervención meramente asistencial (visión horizontal) a una visión mucho más global donde prima el respeto a los derechos humanos. “Ahora se les habla a los alumnos en la Facultad de mirar a las personas a las que atendemos, buscando que la persona sea sujeto y no objeto de ayuda. Se enseña a acompañar a los seres humanos. Por eso, yo digo siempre que los trabajadores y trabajadoras sociales somos como puentes, porque estamos al lado de las personas y vamos más allá. Ése es el verdadero cambio asistencial”, señaló la decana.
“Si haces asistencialismo la persona nunca evoluciona y eso no es Trabajo Social”, apostilló Lorena Carrera, quien continuó explicando que “en la Asociación Amiga notamos un cambio evidente en la evolución que experimentan las mujeres a las que ayudamos. Si les enseñas y les guías en sus pasos logran salir del ciclo y buscarse por sí mismas sus oportunidades”; y añadió que “por eso, muchas veces también se confunde el trabajo social con el voluntariado. El asistencialismo lo puede hacer cualquier persona, dar comida o ayudar con dinero, pero para generar ese cambio en la persona estamos los trabajadores y trabajadoras sociales”.
Un cambio que, según David, también es patente en la intervención con las personas refugiadas: “En mi centro, los trabajadores y trabajadoras sociales les facilitamos las herramientas que necesitan para iniciar una nueva vida. Les ofrecemos formación en español y les ayudamos a ser independientes: que sepan buscarse un piso, buscarse un trabajo...”. Por su parte, Inma Rodríguez recordó el cambio sufrido por ejemplo, en Ayuda a Domicilio, donde ahora “se tiene en cuenta la opinión de la persona usuaria, sus necesidades y su intimidad”, y recordó la importancia de la vocación y la formación del trabajador y la trabajadora social “porque aquí no hay casas adosadas, se construye de forma diferente en cada caso”.
También coincidieron los y las participantes en que han cambiado las metodologías empleadas. Es impensable hoy en día que una trabajadora o trabajador social no tenga empatía, trato cercano con las personas atendidas, que se preocupe por sus necesidades y esté implicado en lograr un mundo más eco-social. La decana de Ciencias Sociales explicó que “el gran cambio metodológico es que hemos pasado de unos enfoques centrados en los programas y en los centros, a otros centrados en las personas”, e hizo hincapié en que “nuestro objetivo es que se empodere la persona para mejorar su situación”, subrayó.
La formación y la prevención son claves
Durante todo el desayuno de redacción se habló de la formación como pilar clave para configurar un buen perfil profesional: “Hablamos de una interdisciplinariedad. Aparte de la Psicología, la Comunicación o la Economía, en la Universidad estamos incorporando materias como la gestión de las emociones, la digitalización y el autoconocimiento, esenciales para el trabajador y trabajadora social”, explicó la decana.
“Es muy importante no parar nunca de formarte”, puntualizó Inmaculada, a lo que apostilló que la gestión de las emociones “está muy presente en Clece, que imparte cursos propios a la plantilla. Tenemos que saber gestionar todos los casos que atendemos porque hay personas con historias de vida muy difíciles y, al final, acabas llevándotelo a casa y hay que saber gestionarlo”.
Lorena Carrera (trabajadora social en Asociación Amiga)
“Si no se acompañan las leyes con las partidas presupuestarias necesarias, todo se queda en el papel y no va a ningún sitio”
Sin embargo, David afirmó que “llevarnos esos problemas a casa tampoco es algo malo, sino que nos ayuda a indagar cómo podemos formarnos para mejorar ante las distintas situaciones”. También se resaltó la importancia de la prevención para evitar situaciones de riesgo de exclusión social o de extrema vulnerabilidad. “Hay una percepción general de que parece que es malo pedir ayuda”, opinó Inmaculada. “Creo que se podrían evitar muchas de esas situaciones de vulnerabilidad si interviniéramos antes y si se conociera más nuestra profesión”.
Para Rosa María Díaz, “indiscutiblemente, si se invirtiera más en prevención y hubiese más recursos, todo iría mucho mejor”. Y enumeró cuatro formas de llevar a cabo esa prevención: “primero, conocer el territorio, la población en la que estás; segundo, proporcionar formación a esa población; tercero, crear redes de conexión y de contacto con todos los grupos y, cuarto, establecer herramientas de cohesión social. Pero para hacer todo tengo que tener profesionales y recursos”, apostilló.
David Vicente (trabajador social en el Centro de Ayuda al Refugiado)
“Con las personas refugiadas, los trabajadores y trabajadoras sociales facilitamos las herramientas que necesitan para iniciar una nueva vida”
Transferencia y agenda política
Por último, se abordó la necesidad de que el Trabajo Social esté en la agenda política y en la de los medios de comunicación para darle una mayor visibilidad. “Lo primero en nuestra agenda política sería que se valorara al trabajador social como un perfil esencial. Hay que reconocer al profesional a nivel normativo”, opinó Rosa María, al igual que Lorena: “si no se acompañan las leyes con las partidas presupuestarias necesarias, esas buenas intenciones se quedan en papel mojado y no va a ningún sitio”, señaló.
Siempre quedan retos por cumplir y fallos que corregir, y más en una profesión donde los protagonistas son las personas y sus necesidades, pero estos duros años de pandemia sanitaria han servido para demostrar que los trabajadores y trabajadoras sociales son esenciales. Y esa gran labor, hay que mostrarla al resto de la sociedad.
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