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Coria del Río, cuna de la carpintería de ribera

El río Guadalquivir fue desde el principio el eje sustentador de los pueblos de su ribera y, entre ellos, Coria del Río. Durante los años 40 y 50 del siglo XX numerosas embarcaciones salieron de sus astilleros y el río era surcado por numerosos barcos para el transporte de mercancías. Algunas de aquellas embarcaciones pasaron por las manos de Fernando Asián, uno de los últimos carpinteros de ribera que, junto a su hermano José Antonio, sigue recordando un oficio declarado de Interés Etnológico por la Junta de Andalucía.

Hubo un tiempo en el que los barcos de madera eran hechos por hombres con un oficio que, como en el caso de Fernando Asián, les venía desde pequeños. "A los cinco años ayudaba a mi padre y desde entonces aprendí el oficio, igual que mi hermano", recuerda Fernando. Por sus manos han pasado barcas de pesca y barcos de hasta 75 toneladas como el María Lourdes.

Todo esto terminó cuando las embarcaciones comenzaron a realizarse en poliéster y fibra de vidrio, dejando de lado oficios de siempre como la carpintería de ribera o el calafate. De hecho, en Coria del Río llegaron a existir hasta seis astilleros a los que se sumaban numerosos trabajadores por cuenta propia. Sólo en barcos de pesca había más de 60 en el tramo coriano del Guadalquivir y hoy quedan cuatro o cinco.

Era una época en la que el negocio era boyante porque la mayoría del transporte de mercancías se realizaba a través del Guadalquivir, mucho más barato que las maltrechas carreteras, con numerosos barcos areneros que llevaban material de construcción hasta los arroceros. El tramo desde Alcalá de Guadaíra hasta Coria, para llegar a Sanlúcar de Barrameda, era recorrido continuamente y dio a Coria del Río una gran importancia como nudo de comunicaciones.

La carpintería de ribera de Coria del Río es una Actividad de Interés Etnológico inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz en otoño de 2003. Ha sido un oficio que, junto a otros, el tiempo y los nuevos materiales han hecho desaparecer.

Este trabajo artesanal necesita para su ejecución unas instalaciones con unas determinadas características como un taller propiamente dicho y un espacio al aire libre donde se desarrolla la mayor parte del trabajo. La actividad culmina con la botadura del barco en el embarcadero más próximo. Delante del taller suele haber una zona porticada de mayor superficie que era utilizada como secadero de troncos que se curan a la intemperie.

En cualquier caso, el carpintero de ribera es totalmente artesanal, como explica Asián, "se manejan palos muy gordos y cálculos porque las plantillas hay que redimensionarlas según las características de las embarcaciones. Cada costilla del barco tiene, además, una vuelta diferente", afirma. El uso que se le da a cada embarcación determinaba cómo se construía.

Cuando llegaba la madera al taller lo primero por lo que se comenzaba era la proa, después la quilla, el promástil y así hasta verla en el río o el mar. "Era un trabajo muy duro porque había que buscar las vueltas de las maderas y estas pesaban muchísimo", recuerda Fernando Asián

La carpintería de ribera en Andalucía es una actividad documentada desde hace miles de años. Prueba de ello son las pinturas rupestres de Jimena de la Frontera en Cádiz, donde aparecen dibujadas una serie de embarcaciones y hasta lo que se ha interpretado como un astillero, o en los innumerables testimonios fenicios que hay repartidos por las costas andaluzas o las riberas del río. Actualmente no queda ningún carpintero de ribera en activo en Coria del Río, aunque aún quedan en puertos de mar como Sanlúcar de Barrameda o en Pedregalejo, en Málaga, cuyos carpinteros de ribera se hermanaron con los de Coria. En la capital malagueña hay varias asociaciones ciudadanas comprometidas en la tarea de salvaguardar y enriquecer este patrimonio vivo, y con la labor de mecenazgo cultural realizada por los astilleros Nereo relacionada con la recuperación de embarcaciones tradicionales.

En diciembre de 2003 estas asociaciones se unieron para formar la plataforma ciudadana para la protección de la carpintería de ribera de Astilleros Nereo y pedir a la Junta de Andalucía su protección. En esta línea, hace unos años el Ayuntamiento de Coria del Río impulsó una escuela taller de carpintería de ribera

Después de tantos años de carpintero de ribera y de haber construido barcos de hasta 75 toneladas, este coriano de 83 años pero muy joven en su forma de ser y alcalde de carretas de la hermandad del Rocío de Coria del Río durante 35 años, se ha enfrentado a uno de los retos más difíciles: una barca en miniatura con todos sus detalles y construida con la misma técnica que las de verdad y a la que no le falta ni la filial. "Mira que es pequeña, pues más trabajo me ha costado", comenta con sorna.

Pero esta profesión no ha quedado en el olvido, la Fundación Nao Victoria tiene entre sus objetivos la conservación de oficios relacionados con la construcción de barcos como antaño y, en este sentido, está incluida la carpintería de ribera para que embarcaciones como la propia Nao Victoria tenga asegurada su correcta conservación puesto que siguen existiendo barcos y barcas de madera que necesitan un mantenimiento a cargo de manos expertas.

De este modo en diciembre de 2011 concluyó una escuela taller de carpintería de ribera que tuvo como objetivo la construcción de la barca Coria, llamada así en homenaje a tantos artesanos de los barcos que durante la primera mitad del siglo XX convirtieron este municipio ribereño en uno de los referentes de la navegación. Era una réplica de las barcas que en el siglo XVII servían para el transporte de pasajeros y mercancías por el Guadalquivir. En su construcción participaron 30 alumnos. Además, sirve de bote auxiliar al galeón Andalucía.

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