EN COLABORACIÓN CON IVORYPRESS

  • Recorremos algunas piezas icónicas de la exposición sobre el poder civilizador de los libros que el Cicus de la Universidad de Sevilla ha prorrogado hasta el domingo 27

Últimos días con 'Imago Mundi'

'Tractatus de ymagine mundi, et al.' de Pierre d'Ailly. Lovaina, 1480-82. Biblioteca Colombina. 'Tractatus de ymagine mundi, et al.' de Pierre d'Ailly. Lovaina, 1480-82. Biblioteca Colombina.

'Tractatus de ymagine mundi, et al.' de Pierre d'Ailly. Lovaina, 1480-82. Biblioteca Colombina.

Escrito por

· Charo Ramos

Jefa de cultura

Al pintor Curro González le fascinaban los grabados que ilustran los tratados de Athanasius Kircher sobre la Torre de Babel, el Arca de Noé y el Diluvio Universal, temas que, originalmente, venían a recordarnos el castigo divino a la soberbia humana. Con una obra suya sobre papel, Alrededor de Babel, arranca la muestra Imago Mundi que afronta sus últimos días arropada por el éxito de público (más de 15.000 visitas) y crítica.

El dibujo de Curro González hace referencias claras al estudio en que Kircher ilustraba la inviablidad de edificar una torre que llegase de la Tierra a la luna y conforma una suerte de vanitas laica que mantiene un pulso crítico sobre las acciones humanas. Sin embargo, como recordó Nuccio Ordine dentro de las actividades paralelas de Imago Mundi, y en una larga entrevista con este medio, Babel es también una riqueza porque la dispersión de las lenguas no es necesariamente una condena bíblica aunque ese fuera el origen de la pluralidad lingüística y la diversidad cultural. Estas obras nos plantean, al igual que el conjunto de esta emocionante exposición comisariada por Luis Méndez, director general de Cultura de la Universidad, y Luis F. Martínez-Montiel, director general del Secretariado de Patrimonio, que el conocimiento es infinito y nunca termina.

'Alrededor de Babel' de Curro González, tinta sobre papel, 2021. 'Alrededor de Babel' de Curro González, tinta sobre papel, 2021.

'Alrededor de Babel' de Curro González, tinta sobre papel, 2021.

Los libros como contenedores del saber, moldeadores del espacio urbano, representaciones físicas de la divinidad o maletas para viajar en tiempos de incertidumbre protagonizan esta reunión de incunables y tesoros artísticos que, a partir de la valiosa colección bibliográfica de la Universidad de Sevilla, y sumando préstamos excepcionales de Ivorypress y los principales archivos y museos españoles, habla de cómo la letra impresa fundamenta la civilización y es perseguida cuando arrecia la barbarie. En tiempos de algoritmos fríos y descorazonados, esta cita y su ciclo de conferencias -Alberto Manguel, Nuccio Ordine, Marta Sanz, Manuel Rivas y un largo etcétera- ha sido un proyecto revolucionario.

A través de los libros cambia además la percepción del mundo y, a finales del Medievo, el icónico tratado Imago Mundi que da título a la exposición recogió toda la cosmografía, la geografía y la astronomía. La particularidad de la edición incunable que se exhibe, conservada en la Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla, es que cuenta en sus márgenes con anotaciones manuscritas de Cristóbal Colón, que a veces da la razón y otras cuestiona al autor, Pierre d'Ailly (1350-1420). El navegante dejó el libro en testamento a su hijo, el bibliógrafo Hernando Colón, que quiso gestar desde Sevilla una biblioteca universal decisiva para el Nuevo Mundo.

'San Jerónimo en su estudio', anónimo flamenco, s. XVI. Monasterio de Santa Paula. 'San Jerónimo en su estudio', anónimo flamenco, s. XVI. Monasterio de Santa Paula.

'San Jerónimo en su estudio', anónimo flamenco, s. XVI. Monasterio de Santa Paula.

Muy cerca del ejemplar de Imago Mundi los comisarios han dispuesto diversas representaciones pictóricas de San Jerónimo, uno de los padres de la Iglesia que en el siglo IV tradujo la Biblia hebrea y griega al latín del pueblo en una edición, la Vulgata, que fue declarada en 1546, durante el Concilio de Trento, la versión auténtica y oficial para la Iglesia católica latina. Del convento de Santa Paula en Sevilla proceden una tabla flamenca y otra castellana que, para Martínez- Montiel, reflexionan sobre el paso del tiempo y las horas muertas. San Jerónimo comparece en su escritorio y señala a la calavera en su humilde vanitas: sus gafas reposan muy cerca de una vela apagada.

Pero, sin duda, la imagen que destaca en este conjunto es el San Jerónimo pintado por José de Ribera que presta la Colegiata de Osuna. "Es una pieza muy significativa y la primera de Ribera que llega a España gracias al duque de Osuna, virrey de Nápoles, donde trabajaba el pintor, que le encargó una serie de trabajos. Aquí San Jerónimo (1617-1618) se refugia del ruido de la ciudad para traducir a un latín corriente la Biblia. En un paisaje tenebrista el santo mira al ángel trompetero que le anuncia el Juicio Final y alrededor hay pliegos en hebreo y útiles de escritura", contextualiza Luis Méndez.

'San Jerónimo', 1617-1618 de José de Ribera. Museo de Arte Sacro de la Colegiata de Osuna. 'San Jerónimo', 1617-1618 de José de Ribera. Museo de Arte Sacro de la Colegiata de Osuna.

'San Jerónimo', 1617-1618 de José de Ribera. Museo de Arte Sacro de la Colegiata de Osuna.

Otro santo ligado a los libros es San Isidoro de Sevilla -o de Cartagena, pues probablemente nació allí, según recordó en su conferencia Arturo Pérez-Reverte-, retratado por Murillo en un excepcional lienzo de la Catedral de Sevilla. Vemos en él al autor de las Etimologías en su empeño por representar bien ese mundo romano que acababa antes de que todo se perdiera para siempre. "Las Etimologías son un compendio de arte, astronomía, agricultura, saberes cotidianos y cultura clásica. Sus veinte libros constituyen la primera enciclopedia conocida. Esta representación de Murillo para los muros de la Sacristía Mayor de la Catedral cuelga siempre a una altura considerable. Es muy interesante poder observar los pigmentos originales de Murillo, el relieve y la textura de sus pinceladas, porque la obra no ha sido afectada por intervenciones varias ya que siempre ha estado en el interior del templo", destaca Luis Méndez.

La 'Gramática' de Elio Antonio de Nebrija se exhibe justo en el V Centenario del autor

Entre los ejemplares e incunables que merece la pena admirar antes de la clausura de la muestra, el próximo domingo 27, hay tesoros que por sí solos justifican la visita: un ejemplar de la Gramática de Elio Antonio de Nebrija, justo cuando celebramos su V Centenario, compite por la atención con los versos de Fernando de Herrera o con la firma de Miguel de Cervantes en un expediente en el que defiende a un amigo comediante y mesonero, Tomás Gutiérrez de Castro, y en el que afirma que el arte del teatro no es menor y está a la altura de la gran literatura. El escribano transcribe sus palabras y Cervantes las rubrica en 1604, años en los que estaba intentando pasar a América.

Porque esta magnífica exposición no sólo habla de libros, sino también de archivos, documentos, mapas y planos, y por eso ha jugado un papel esencial la colaboración del Archivo de Indias y de su entusiasta directora, la malagueña Esther Cruces Blanco. El Archivo de Indias presta, por ejemplo, un interesante documento donde puede verse cómo un navío envía a tierra firme ejemplares de El Quijote, novela que en poco tiempo, y pese al gigantesco espacio americano, se había difundido convirtiendo en popular a su personaje.

'Ciuitates orbis terrarum: liber Primus', s. XVI, Universidad de Sevilla. 'Ciuitates orbis terrarum: liber Primus', s. XVI, Universidad de Sevilla.

'Ciuitates orbis terrarum: liber Primus', s. XVI, Universidad de Sevilla.

La muestra se divide en cuatro secciones (La ciudad y los libros, La palabra revelada, El control de la memoria y El viaje de los libros). En la segunda se localizan algunos de los volúmenes más bellos del mundo. Así, un ejemplar de la Vulgata se muestra cerca de la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina, la primera traducción al castellano del libro sagrado desde sus fuentes originales. El monje jerónimo Casiodoro de Reina (Montemolín, 1520, Fráncfort, 1594), al que la Inquisición convertiría en un proscrito, la realizó con tanto esmero durante doce años -se publicó en Basilea en 1569- que hoy es una de las cimas de la literatura española, como ha recordado su reedición en Alfaguara en 2021 con introducción de Andreu Jaume.

Pero es imposible no detenernos ojipláticos ante la Biblia de Gutenberg que atesora la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y que restauró en 2015 el excelente taller de papel del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). De la imprenta de Gutenberg salieron unos 200 ejemplares pero apenas ha sobrevivido una veintena y dos de ellos están en España: el que conserva la Universidad de Sevilla procedente del antiguo convento sevillano de los jesuitas y el de la Biblioteca de Burgos. "Con sus páginas impresas a doble columna la Biblia de Gutenberg está considerada el incunable más importante y bello del mundo por su perfección técnica. Se imprimió en Maguncia (Alemania) entre 1453 y 1455, y su tipografía gótica es muy fácil de leer. La alineación es perfecta, no hay una sola variación, 42 líneas por página por el tamaño de la fuente, que era muy grande, lo que facilitaba su lectura a los sacerdotes", detalla Luis Méndez.

'Biblia de Gutenberg', Maguncia, 1454-1456. Universidad de Sevilla 'Biblia de Gutenberg', Maguncia, 1454-1456. Universidad de Sevilla

'Biblia de Gutenberg', Maguncia, 1454-1456. Universidad de Sevilla

Pero este proyecto no sólo habla de la vida de los libros sino también de su destrucción pues "la humanidad ha invertido en escribirlos la misma energía con la que ha tratado de destruirlos", recuerda Martínez-Montiel ante la magnífica obra de Anish Kapoor que refleja en sus simas y huecos de papel las heridas del libro. De la censura de la Inquisición a la quema de libros por los nazis, o la destrucción de la biblioteca de Sarajevo, documentada por la fotografía de Gervasio Sánchez, estremece la obsesión por fusilar y arrasar el conocimiento. "Hubo achiveros y bibliotecarios asesinados por francotiradores en Sarajevo cuando intentaban salvar libros del incendio", recuerda con pesar la directora del Archivo de Indias.

El filósofo alemán Walter Benjamin decía que "no hay documento de la cultura que no lo sea también de la barbarie" y la maleta que dejó en su habitación del hotel de Portbou donde se suicidó en 1940, antes de que lo detuviera la Gestapo, con el manuscrito de Tesis sobre la historia de la filosofía, dialoga aquí espiritualmente con la maleta Detritus de Francis Bacon, colofón de la amable sección dedicada a la pasión viajera y nómada de hombres y libros. Esta maleta facsímil, llena de objetos, notas, libros y pinturas encierra el alma de Bacon y sus obsesiones creativas porque, creen los comisarios, "cada libro es también una maleta".

'Detritus', 2006, de Francis Bacon. Cortesía Ivorypress 'Detritus', 2006, de Francis Bacon. Cortesía Ivorypress

'Detritus', 2006, de Francis Bacon. Cortesía Ivorypress / Stephan Van Der Linden

El proyecto expositivo se despide con un anónimo boloñés del siglo XVII, el impactante Retrato de la familia de Giovanni Battista Gillio, de Patrimonio Nacional, cuya autoría, en investigación, apunta a la mano de una mujer artista. Retratarse con libros siempre fue una elección que los asumía como elemento de distinción, sabiduría o poder. Los libros nos definen pero también nos salvan, de los otros, y a veces de nosotros mismos. Como afirmaba aquella canción que Sánchez Dragó le encargó a Jesús Munárriz para que sirviera de sintonía a uno de sus programas, y a la que puso música Aute, "Todo está en los libros", y esta sugestiva exposición lo prueba.

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