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Alonso Gil, 'Todo importa' | CRÍTICA

El silencio de Gregor Samsa

  • Los trabajos de Alonso Gil sacan a la luz cuanto hacen y padecen quienes viven su vida lejos del centro, seguro y acogedor, de la cultura occidental

'Salta la valla' de Alonso Gil.

'Salta la valla' de Alonso Gil.

Mientras británicos y alemanes cultos vajaban a Italia en busca de las raíces clásicas (y volvían con un surtido de antigüedades recién hechas por hábiles artesanos), un modesto clérigo prusiano, Johann G. Herder, prefería rastrear los signos con que los marineros del Báltico señalaban la cercanía de la galerna, y otro alemán, Guillermo de Humboldt, llegaba más lejos al investigar las lenguas de los amerindios. Son dos rasgos de cómo la cultura europea comenzó a salir de sí misma. Convencida de ser el centro del acontecer, le bastaba revivir su pasado convertido en una suerte de canon, pero poco a poco, surgen quienes se interesan en explorar sus fronteras y otros, más arriesgados, las cruzan convencidos de que hay muchas formas de comportarse y vivir humanamente.

Es una asignatura aún pendiente. Herder propuso un nuevo concepto de humanidad. No la considera mera especie natural ni resultado del progreso de la razón, sino como un todo diverso y heterogéneo, donde cada cultura ha ido construyendo un modo inteligente de vivir. Esas culturas, si realmente eran humanas, deberían poder trazar entre ellas formas de entenderse y modos de compartir valores y proyectos. Tal humanidad queda aún lejos. Incluso dentro de la cultura occidental crecen las comunidades soñadas: nación, raza, religión son pretextos para excluir a los otros, aun físicamente, mediante muros.

Por eso se agradecen trabajos como los de Alonso Gil (Badajoz, 1966) que sacan a la luz cuanto hacen y padecen quienes viven su vida lejos del centro, seguro y acogedor, de la cultura occidental. Al hacerlo, muestra el dolor y la deshumanización que el propio Occidente provoca.

Así, los collages titulados Cartografía del esplendor. Tienen ecos de un célebre trabajo de Martha Rosler pero hay diferencias: Rosler sobreimprimía mensajes publicitarios en imágenes de la Guerra de Vietnam, Gil habla de una violencia más permanente: la que sufren trabajadores sin derechos y con riesgo de muerte en explotaciones mineras de África o América Latina. A esas imágenes aplica delicados diseños de joyas surgidas de aquel duro trabajo. Algo similar podría decirse del coltán: extraído muchas veces por niños, es necesario alimento de baterías de móviles y tabletas.

'Ripios', una de las obras incluidas en la muestra del Cicus. 'Ripios', una de las obras incluidas en la muestra del Cicus.

'Ripios', una de las obras incluidas en la muestra del Cicus.

También señala Gil contradicciones en las nuevas tecnologías pero es mejor recorrer antes su denuncia de los muros levantados frente a quienes intentan hallar una vida lejos de aquella superexplotación. Hay un rasgo de humor, no exento de amargura, en Zapatos de superhéroe: entre el ready made intervenido y el objeto surrealista, llevan en las suelas fuertes y largos tornillos, no para agarrarse al suelo, como los deportistas, sino para trepar por las altas alambradas. A este objeto añade fotografías intervenidas de subsaharianos que intentan pasar a territorio español salvando obstáculos que parecen híbridos de trinchera y campo de concentración.

Gil pasó fértiles años en México y hoy participa activamente en el proyecto Artifariti, en apoyo de los hombres y mujeres de la República Árabe Saharaui. Aquel aprendizaje y este compromiso confluyen en sus Monotipos Nómadas. Surgen estos con motivo del hallazgo de las fosas comunes en territorio liberado de la República Saharaui. Investigadores de la Universidad del País Vasco localizaron y desenterraron los restos de 13 personas muertas al parecer tras la ocupación marroquí (entre los restos hallaron monedas españolas y algún DNI). Gil compone con cabezas, brazos y piernas unas obras que, con ecos de José Guadalupe Posada y la imaginería mexicana del día de muertos, denuncia estos hechos casi desconocidos.

'Autorretrato', obra elegida para el cartel y portada del catálogo. 'Autorretrato', obra elegida para el cartel y portada del catálogo.

'Autorretrato', obra elegida para el cartel y portada del catálogo.

Estas obras, junto con Otro soy yo, denuncian la incapacidad, indiferencia o rechazo de la Unión Europea hacia la situación de ciertas minorías y la acogida de inmigrantes y refugiados, una negativa en la práctica de valores que inspiraron la Unión, como la solidaridad. Esa contradicción, que desborda la inteligencia y pesa ya en el afecto, la resume Gil en Ripios: doce estrellas de brillante cerámica amarilla, aparecen rotas, los fragmentos amontonados sobre el suelo.

No vivimos los mejores tiempos. Con la solidaridad silenciada y en vía muerta, el ejercicio de la inteligencia y el de la libertad se cuestionan o peor aún, se trivializan. De ahí, el irónico diagnóstico que hace Gil de las nuevas tecnologías en Cegados por la táblet y sobre todo el retrato de un silencioso Gregorio Samsa, con ciertos rasgos de su autor, frente a una Ventana negra, signo de auspicios nada alentadores. Quedan, sí, las ganas de vivir: las sintetiza el Autorretrato, cartel de la muestra y portada del cuidado catálogo.

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