"Me gusta llevar al lector a ciertos rincones donde habita la magia"

El sanluqueño publica en Páginas de Espuma 'El menor espectáculo del mundo', un conjunto de relatos en los que el autor retrata el absurdo de la existencia

Félix J. Palma se sirve del género fantástico "para reflexionar sobre las cosas que me interesan".
Félix J. Palma se sirve del género fantástico "para reflexionar sobre las cosas que me interesan".
Braulio Ortiz / Sevilla

19 de mayo 2010 - 05:00

"El menor espectáculo del mundo, de Félix J. Palma, se terminó de imprimir el 1 de abril de 2010, un año y cinco meses antes de la llegada de los marcianos". El colofón del último libro del autor sanluqueño -su regreso al relato tras triunfar con la novela El mapa del tiempo- confirma al lector que ha realizado un viaje a lo imprevisible. Porque El menor espectáculo del mundo (Páginas de Espuma) es una nueva muestra de la generosa inventiva del escritor: en el universo de Palma, la sala de Urgencias de un hospital puede ser el escenario de una historia de amor, la determinación de arreglar una lámpara da pie a un episodio estremecedor, y un hombre multiplica sus personalidades con cada decisión que toma.

-Con este libro sigue fiel a sí mismo: sus historias continúan abriendo una puerta a la magia, y los personajes se enfrentan, de nuevo, a la perplejidad.

-Es una buena definición, y creo que, efectivamente, cada autor es responsable de un universo. Yo sí veo que aquí hay menos fantástico y más absurdo, noto esa mudanza desde El vigilante de la salamandra hasta este libro. Ahora advierto una mayor preferencia por el absurdo de la existencia, con un barniz de humor que hace que la tragedia de los personajes sea menos trágica. Con el tiempo he encontrado un modo de narrar con el que me siento cómodo.

-Es un absurdo contenido, y la extrañeza surge siempre dentro de un entorno realista. En Margabarismos, por ejemplo, un fantasma se comunica a través de la puerta de unos servicios.

-En ese cuento me interesaba trasladar de escenario la historia gótica de fantasmas. Me gusta mucho actualizar el fantástico: en vez de utilizar el castillo lleno de niebla, me pregunto qué ocurre si el fantasma se aparece en una tasca taurina. Intento crear una atmósfera realista para que la irrupción del fantástico cree un contraste enriquecedor, impacte más.

-Detrás de los pequeños prodigios que retrata, hay reflexiones sobre la incomunicación en las parejas o sobre las responsabilidades de la paternidad.

-La peripecia en sí es sólo una excusa para reflexionar sobre las cosas que a mí me interesan, como persona y como autor. Pienso en el lector que llega a su casa por las noches, cansado, después de un trabajo desagradable: si abre un libro y se encuentra con la realidad que ya conoce... A mí me interesa reeducar su mirada para que pueda ver en esa realidad en la que está obligado a vivir ciertos rincones donde habita la magia.

-En 'Las siete vidas (o así) de Sebastián Mingorance', la historia de un hombre que se desdobla cada vez que decide algo, vuelve al tema de los universos paralelos.

-Siempre me he preguntado, cuando tenemos que elegir entre dos cosas o más, qué pasa con lo que descartamos. Con este cuento quería hacer un ejercicio de procreación especulativa, cogiendo un domingo de un hombre vulgar, ver qué pasaría si en cada decisión que toma se va desdoblando.

-¿A cuántos países se ha vendido ya El mapa del tiempo?

-A cerca de 25 ó 30. Ha salido ya en Portugal, en Dinamarca y en Estonia, y se publica ahora en Alemania, en Estados Unidos en otoño...

-Más allá de la alegría, debe reconocer que es paradójico que un autor consagrado al cuento como usted obtenga su proyección internacional con una novela...

-Pero es que en realidad yo siempre me he sentido un cuentista casual. Yo utilizaba los cuentos, me presentaba a los concursos, para pagar las facturas, y me puse con la novela cuando tenía cierta bonanza económica. Soy narrador, y pienso que cada historia requiere su espacio. Me gusta la estructura clásica de contar: el principio, el nudo y el desenlace. Y esa estructura se lleva mejor en los cuentos, aunque en ellos, por ejemplo, no puedas desarrollar los personajes... Me siento cómodo en los dos géneros, no sufro ninguna esquizofrenia.

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