Cómo optimizar el consumo energético en las empresas

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Cómo optimizar el consumo energético en las empresas

02 de junio 2025 - 00:00

El consumo energético es uno de los gastos operativos más importantes de toda empresa. Ya sea una fábrica, una cadena de supermercados o una oficina, el funcionamiento de todas ellas depende, en gran medida, de que decenas de equipos electrónicos se pongan en marcha. La electricidad es más que un gasto fijo, es un recurso que influye en la rentabilidad de los negocios.

A pesar de esto, todavía hay empresas que no prestan a este tema la atención que merece. Se paga la factura de la luz como si fuera un puro trámite, sin analizar a fondo cuánto y cuándo se consume y, sobre todo, si se puede hacer un consumo más eficiente. En este contexto, cada vez son más las empresas que empiezan a mirar su relación con la energía no solo como una necesidad sino también como una oportunidad.

Un recurso que hay que entender para poder controlar

Uno de los errores más comunes que cometen las empresas es no saber responder a muchas de las preguntas relacionadas con su consumo eléctrico, por muy básicas que sean. Por ejemplo: ¿en qué franjas horarias el consumo de electricidad es más caro? ¿Cuáles son los momentos de mayor consumo de la empresa? ¿La potencia contratada se ajusta a las necesidades reales de consumo de la empresa?...

Así pues, para gestionar con eficiencia el gasto en electricidad, uno de los primeros pasos es tener datos detallados, y a tiempo real, del consumo energético. Un objetivo donde el mejor aliado son los sistemas de monitorización, que permiten identificar las áreas de mejora y optimizar el consumo.

Otro gran paso en dicha estrategia, consiste en buscar una comercializadora de electricidad que esté especializada en autónomos y empresas, con independencia de su tamaño, y que cuente con tarifas diseñadas a la medida de los distintos sectores económicos y ofrezca asesorías energéticas personalizadas.

Consumo energético y productividad: una relación directa

En entornos industriales o logísticos, hay una fuerte correlación entre el consumo de energía y la productividad. Los sistemas de climatización, la maquinaria y la iluminación utilizan grandes cantidades de energía, y muchas veces se mantienen en funcionamiento sin ser necesario.

Aquí es donde entra en juego la automatización. Los sistemas que apagan los equipos cuando no están en uso, los sensores de movimiento para la iluminación que detectan la presencia de personas o los controles inteligentes en climatización que permiten gestionar los equipos en remoto. Todas estas innovaciones pueden reducir significativamente el consumo sin comprometer los niveles necesarios de rendimiento operativo.

Esto no implica trabajar en penumbra ni padeciendo temperaturas desagradables sino que la energía se utilice solo cuando realmente aporte valor.

Gestión de la energía como ventaja competitiva

Con frecuencia, las empresas han considerado el consumo de energía como un simple coste fijo e inevitable, cuando en realidad puede tratarse de una gran oportunidad para obtener una ventaja competitiva. ¿Cómo? Reduciendo costes, aumentando la eficiencia y, en definitiva, tomando mejores decisiones comerciales.

Por ejemplo, una empresa que conoce sus hábitos de consumo es capaz de anticiparse a sus necesidades, programar la producción en franjas horarias más económicas y evitar penalizaciones por un exceso en la demanda energética. Además, disponer de esta información permite una mejor negociación con las empresas comercializadoras de energía.

Este escenario no es exclusivo de grandes corporaciones. Muchas pequeñas y medianas empresas también son capaces de optimizar su consumo de energía. De hecho, su menor tamaño trabaja a su favor y les permite adaptarse con más rapidez. Lo importante es que el gasto energético ya no debe ser tratado como un coste fijo más, sino como cualquier otro recurso empresarial.

Capacitación y cultura interna: los factores más pasados por alto

El compromiso de los empleados es otro factor que a menudo se descuida. De nada sirve instalar sensores de movimiento o encontrar la mejor tarifa eléctrica para empresas si no se cuenta con la complicidad de la plantilla en la estrategia de ahorro energético.

La eficiencia energética está íntimamente relacionada con las rutinas diarias de las personas. Por ejemplo, dejar encendidos los equipos cuando no se utilizan, mantener abiertas las cámaras frigoríficas más tiempo del estrictamente necesario o tener las luces encendidas habiendo suficiente luz natural son malas costumbres que, en conjunto, tienen un fuerte impacto económico.

Las campañas internas de concienciación y capacitación pueden provocar un gran cambio. Dar información sobre el verdadero coste que implican ciertas acciones, motivar e implementar buenas prácticas y crear metas comunes son iniciativas que requieren poco presupuesto y producirán un sustancioso ahorro energético y, en consecuencia, económico.

Tecnología aliada, pero no solución mágica

El surgimiento de nuevas tecnologías para controlar el consumo energético, como medidores inteligentes, sistemas de gestión energética o software de análisis son herramientas de gran utilidad, pero por sí solas no hacen milagros.

El mayor o menor impacto de las nuevas tecnologías depende de la forma en que se integren en la estrategia de la empresa. Lo importante es que la implementación de esta tecnología vaya de la mano tanto de un interés real por parte de la dirección como de una detallada estrategia que abarque a la plantilla y los proveedores. En caso contrario, será un gasto inútil en lugar de una inversión rentable.

Mirar la energía como un recurso estratégico

En conclusión, gestionar el consumo energético de manera efectiva debe ser parte esencial de toda estrategia empresarial. Las compañías que adopten esta perspectiva gastarán menos y mejorarán su eficiencia y competitividad.

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