Carmen | Israel Galván
Notas al pie de Carmen
Además de ser uno de los mejores bailaores de su generación, Javier Barón, Premio Nacional de Danza en 2008, es un veterano que, tras más de cuatro décadas pisando escenarios de todas las latitudes, ahora quiere disfrutar haciendo lo que más ama, que es bailar.
Cuando se planteó hacer un nuevo espectáculo, a Barón, que es sevillano (de Alcalá de Guadaíra para ser exactos), discreto y algo tímido, no se le ocurrió otra cosa que llamar a Rosario Toledo quien, además de buena bailaora, es una auténtica polvorilla con todo el desparpajo de su Cádiz natal.
Son bailaor y bailaora, aunque a primera vista podrían ser los protagonistas de cualquier comedia de Mihura o de Jardiel Poncela. No es extraño, pues, que para poner en pie su espectáculo recurrieran a un director teatral de la experiencia de Alfonso Zurro.
Fue justamente Zurro, que además de haber dirigido los últimos trabajos del Teatro Clásico de Sevilla ha realizado ya varias incursiones en el mundo del flamenco, entre otros al lado de Eva Yerbabuena, el que propuso el tema de los Caprichos de Goya.
“Yo siempre he tenido una fijación con Francisco de Goya. Tengo un montón de libros suyos y me encantaría escribir algo en torno a su figura. Pero aquí lo propuse porque creo que es una fuente de la que se puede beber muchísimo, por su ironía social y por su manera de enfrentarse a la época tan terrible que le tocó vivir y que se parece en tantas cosas a la nuestra”, contaba a este periódico el director.
Zurro les mostró las 82 láminas que constituyen los Caprichos e hizo hincapié en que, junto a la sátira social que contienen, hay una clara referencia al mundo de los ‘sueños’, que es como quería titular Goya a esas estampas cuando las creó.
Todo el equipo quedó fascinado, empezando por Rosario Toledo: “Yo no conocía la obra y, personalmente, me ha abierto una ventana a otros lugares. Luego, cuando nos adentramos libremente en el universo goyesco, pensamos en una ensoñación y nos dimos cuenta de que hay una crítica feroz a la sociedad. Nosotros hemos llevado esa crítica al mundo de la pareja, creando un espacio donde esa pareja, a veces onírica a veces real, se relaciona y, por tanto, se producen situaciones de ternura, enfados y hasta una boda… Yo creo que el público se va a identificar con ellos en muchos momentos”.
Así pues, el espectáculo no es una traslación más o menos literal de las imágenes dibujadas por Goya, sino que estas constituyen el punto de partida para una serie de instantáneas bailadas, y en ocasiones habladas puesto que Rosario dice cinco textitos que ella, confiesa, va repitiendo estos días por toda la casa para no olvidarlos.
Después de hacer una selección de las láminas goyescas y, según Toledo, “de un proceso de creación muy bonito y muy loco durante el cual Alfonso Zurro no nos soltó ni un momento de la mano”, el espectáculo se ha cerrado con 16 “Caprichos”, si bien casi la mitad no procede solo del genio de Fuendetodos, sino de la imaginación de los miembros del equipo.
Nosotros hemos llevado la crítica de Goya al mundo de la pareja y de las relaciones y hay situaciones con las que el público se puede ver identificado”
Al parecer, cada uno de los intervinientes, desde Barón hasta el escenógrafo, ha propuesto su propio capricho, sin perder de vista el punto satírico del pintor. Eso explica los títulos de algunos de ellos -“… de los Faroles Chinos”, “… de la Rayuela”, “… de Brad Pitt”- que pueden encontrar en el programa, en la página web de la Bienal.
Pero no hay por qué asustarse, el espectáculo no durará más de una hora y cuarto. “Cada Capricho dura tan solo tres o cuatro minutos porque a mí me hacía mucha ilusión volver a bailar con Rosario, con la que había bailado en una ocasión en el año 2000, pero quería disfrutar por encima de todo, y bailar muchas cosas diferentes, por eso dije que no podían ser piezas largas. Y aunque parezca imposible, Alfonso ha logrado darles cohesión y José Torres ha compuesto una música extraordinaria para ellas”, afirma Barón.
José Torres, en efecto, ha sido uno de los encargados de unificar esta miscelánea de Caprichos logrando una banda sonora nada convencional en la que, por supuesto, hay ritmos flamencos como la seguiriya, la farruca, los tangos o las alegrías, pero sin aparecer como tales ya que todo está ensamblado en una composición que Torres ha enriquecido con instrumentos como el oboe o el clarinete.
Por otra parte, también ha sido esencial el cante de Antonio Campos, así como los textos que ha escrito -conocida de todos ya su vena literaria- y que se unen a los de Zurro e incluso a algunos de Calderón.
Con el estreno de Caprichos se cerrará el jueves 3 de octubre, a las 23:00, el ciclo de espectáculos programados por la Bienal este año en el teatro Central. Y no hay duda de que tanto Javier Barón como Rosario Toledo están encantados, ilusionados y felices de volver a una Bienal que ambos llevaban años sin pisar.
Y si no pueden verlos este jueves, el 16 de noviembre, Día Internacional del Flamenco, estarán en el Teatro Riberas del Guadaíra de Alcalá.
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