Anatomía de un dandy | Documental

El hombre que quiso ser Francisco Umbral

Francisco Umbral, posando en una imagen de 'Anatomía de un dandy'.

Francisco Umbral, posando en una imagen de 'Anatomía de un dandy'.

Si hay un escritor español que se merecía un buen documental, ese es Francisco Umbral, fallecido hace ahora trece años y, me temo, olvidado casi a la misma velocidad a la que su gran atalaya, el columnismo periodístico, ha ido degradándose paulatinamente para quedar como último reducto de imitadores del gran escritor madrileño nacido en Valladolid.

Y ese documental, con algunos excesos estilísticos y retóricos que al final son lo de menos, ya puede verse siempre y cuando haya cines abiertos en su ciudad. Un trabajo de Charlie Arnaz y Alberto Ortega que asume ciertas maneras detectivescas y el juego de la eterna suplantación y la mascarada (es Aitana Sánchez-Gijón quien pone voz al escritor) para ir arrancando capas a un personaje que, si bien fue público, notorio y controvertido en su presencia diaria en la prensa y en sus salidas nocturnas por el Madrid social, escondía voluntariamente muchos datos e informaciones precisas sobre su verdadero yo, sobre su biografía oficial, sus orígenes o los traumas que marcaron su peculiar carácter.

Y hacia esos huecos en la apasionante biografía umbraliana se dirige este film, que pregunta por sus padres y su infancia medio inventada, por sus primeros pasos en la prensa local (El Norte de Castilla) de la mano de Delibes, por la pasión desaforada por hacer de la escritura un modo de vida, por la construcción paulatina de un personaje dandy y excéntrico, “un quinqui vestido de Pierre Cardin” que se fue pronto al Madrid tertuliano del Café Gijón para ejercer de escritor profesional y poner patas arriba el viejo y efímero oficio del columnismo con esa prodigiosa mezcla de talento, velocidad, reflejos y mirada hacia el todo Madrid, alto y bajo, aristócrata y cheli, con el que terminaría de construir su imagen de cronista implacable de la España del tardofranquismo y la Transición.

Pero da cuenta también este trabajo, por el que desfilan viejos amigos, colegas y discípulos (de Del Pozo a un Gistau póstumo, de Ramoncín a Jabois), de la profunda herida personal causada por la muerte del hijo, elevada luego a la más alta categoría estética en ese libro, Mortal y rosa, que aún nos hiela el corazón sólo con recordarlo, de las noches interminables en busca de experiencias, roces y personajes en negrita para la columna del día siguiente, de la relación a prueba de bombas e infidelidades con su esposa María España, de los días solitarios y terminales en la Dacha de Majadahonda, del personaje mediático, prolífico, ególatra, airado y controvertido que alardeó de ser el mejor pagado, que vino a hablar de su libro o a cantar boleros en prime time.

Anatomía de un dandy hace así justicia a una figura esencial, arrolladora y compleja, indaga y revela esa faceta de farsante e impostor, de personaje construido por el propio Umbral, que quiso siempre parecerse a esa figura que él mismo se vestía cada mañana ante el espejo y en los saltos de línea de los que posiblemente sean los mejores artículos que se hayan escrito en la prensa española del siglo XX.