Ice Road | Crítica de cine

Liam Neeson como género

Liam Neeson, en un fotograma de 'Ice Road'.

Liam Neeson, en un fotograma de 'Ice Road'. / D. S.

Tras casi 20 años como secundario, cumplidos los 40, Liam Neeson se convirtió en una estrella con La lista de Schlinder en 1993. Siguió una década de éxitos y/o títulos de prestigio hasta que en 2008 se topó con Bryan Mills, el personaje vengador creado por Luc Besson para Venganza de Pierre Moret. Desde entonces hasta hoy ha repetido el personaje del vengador o el justiciero en sus dos secuelas Venganza: conexión Estambul (2012) y Venganza 3 (2015), en las películas de Collet-Serra Sin identidad (2011), Sin escalas (2014), Una noche para sobrevivir (2015) y El pasajero (2018) además de en Caminando entre las tumbas (Frank, 2014) y Venganza bajo cero (Petter Moland, 2019). Si a ellas se suma la película de supervivencia Infierno blanco (Carnahan, 2011) tenemos el perfil al que se adapta como un guante a Ice Road, obra de lucha titánica contra los elementos a la vez que contra los malos para llevar a cabo el salvamento de unos mineros atravesando un mar de hielo.

Naturalmente Neeson, porque es lo que se espera de él, no es un camionero cualquiera sino uno solidario con su familia (en este caso su hermano), sufriente y honrado que ha de aceptar una misión casi suicida sin dejar de luchar contra lo que se le ponga por delante, ya sea un hielo siempre a punto de quebrarse bajo el peso de los camiones o los canallas siempre dispuestos a abusar de los demás. Hay quien ha visto en esta película la sombra del clásico de 1953 El salario del miedo de Clouzot y de su estimable remake hecho por Friedkin en 1977 (Sorcerer. Carga maldita). Yo no la he visto.

Dirige con eficacia Jonathan Hensleigh que -Dios los cría…- inició su carrera como director con una película de venganza (El castigador, 2004) y en su breve filmografía como realizador ofreció la aceptable película de gánsteres Matar al irlandés (2011) tras ser guionista de éxitos como La jungla de cristal: la venganza, Jumanji o Armageddon. Sumados los espectaculares paisajes y la presencia segura y maciza de Neeson con el duro Fishburne de partenaire, la película da con honestidad lo que promete. Porque ya sea vengándose, haciendo justicia o luchando contra los elementos, Liam Neeson, como un Charles Bronson del siglo XXI, se ha convertido en un género en sí mismo.

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