Síndrome expresivo 57

La reencarnación de Pico della Mirandola

Pico della Mirandola, retrato atribuido a Cristofano dell'Altissimo (Florencia, Galería Uffizi).

Pico della Mirandola, retrato atribuido a Cristofano dell'Altissimo (Florencia, Galería Uffizi).

Los humanistas italianos rescataron la idea clásica de la transmigración de las almas, una vez que la existencia del sufrido ser humano llegaba a su fin. En pleno siglo XXI, nos encontramos en nuestras aulas con un número creciente de alumnos modelados, según sus creencias lingüísticas, a imagen y semejanza de Pico della Mirandola. A la vista de los escritos de muchos adolescentes y jóvenes universitarios, parece que el alma de don Pico se hace presente una y otra en las aulas de este país (España) en forma de síndrome expresivo.

En concreto, esta dolencia comunicativa se caracteriza por la creación de una concepción lingüística distorsionada por una falsa imagen de rigor estilístico. Como botón de muestra, esta célebre reflexión de Miguel (alumno de 4º ESO):

Profesor, mi estilo de escritura brota de la naturalidad y, sin ninguna duda, sin afectación ninguna escribo como hablo. Por lo tanto, me cuido de emplear términos que signifiquen bien lo que quiero decir y, de tal manera, lo digo lo más llanamente posible, porque, a mi parecer, en toda lengua debe primar la sencillez y claridad.

Sin duda, Miguel acierta en la defensa de un ideal de lengua que “brota de la naturalidad” y del principio del “escribo como hablo”. Todo muy cool y megadivertido, si obviamos que el tiempo dedicado por Miguel a la lectura es ínfimo o inexistente, y que su amigo Pico della Mirandola era un humanista. No sé si me explico: es lógico que la preocupación por una adecuada expresión oral y por la lectura diaria sean dos virtudes complementarias para la redacción correcta de textos académicos.

Como fieles seguidores de esta columna dedicada a las desviaciones expresivas, ya imaginan la reacción de Miguel y sus secuaces frente a las apreciaciones y correcciones estilísticas propuestas por un servidor: enfado, rebeldía, perplejidad, risas cómplices, amenazas veladas, compasión. Una especie de rebelión en la granja ante la dictadura de las normas impuesta por el profesor de Lengua y Literatura en la producción de textos escritos.

En este caso, el alumno ultrajado experimenta una serie de reacciones propias de una alteración cognitiva de la realidad y proclama ante sus compañeros y seguidores la verdad suprema de unos principios estilísticos basados en “la sencillez y claridad”. Así, expresa en público:

  1. Sorpresa ante la crítica del profesor a la superficialidad de unos escritos propios de Fondo de Bikini: “Encima que me esfuerzo por escribir las palabras completas, va y me critica”. ¡Qué ingratos estos profesores trasnochados!
  2. Rebeldía ante las imposiciones de un filólogo al borde de un ataque de nervios: “Este tío quiere que yo escriba como a él le da la gana”. ¡Profesores del siglo XX para nativos digitales del XXI! Amigo Pico, ¿por qué me has abandonado?
  3. Orgullo por la inclusión de marcas estilísticas típicas de un niño de Primaria en sus primeros trazos de escritura: “No se ha dado cuenta de que he escrito muchas veces palabras acabadas en -mente”. Me lo como a besos…

Entre las diferentes asociaciones de docentes existe un consenso general sobre los factores que predisponen a padecer a nuestros alumnos este síndrome expresivo. Algunos de los hábitos que pueden influir en el desarrollo de esta concepción errónea son:

  1. Si el alumno se maneja en su vida diaria con un vocabulario de unas cien palabras, los textos resultantes de tan amplio abanico léxico serán pobres y planos. Natural.
  2. El vocabulario activo (aquel que se emplea habitualmente en conversaciones y textos cotidianos) crece con la lectura y escucha atenta de textos formales de las distintas áreas de conocimiento. De aquí, se deduce que tres o cuatro horas al día dedicadas a ver vídeos absurdos de TikTok, memes por las redes sociales o programas aún más absurdos de televisión dan como resultado un dominio ínfimo de la lengua. Sencillo.
  3. “Escribo como hablo”. Por supuesto, frase cojonuda, campeón. Solo debo precisar esta sabia afirmación con una breve explicación: los humanistas renacentistas atesoraban una cultura que, ni en tus mejores previsiones, lograrás alcanzar en tus cien años de vida. Además, Pico della Mirandola no es el delantero centro de la Juventus de Turín. Obvio.

¿Se puede superar?

Gracias a los profesionales de la palabra, las terapias para mejorar el dominio de la expresión escrita han tomado un impulso durante las últimas décadas. En este sentido, se recomienda un tratamiento de choque para paliar estas muestras de apología del vacío expresivo:

  • El tiempo de mejora es lento.
  • Las expectativas de curación se aceleran si el alumno lee unos veinte minutos cada día: prensa generalista, revistas especializadas o libros de literatura juvenil.
  • Poco a poco, el vínculo afectivo entre alumno y profesor se irá fortaleciendo, lo que redundará en la asimilación de consejos y pautas básicas para una correcta redacción de textos escritos.

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