Avisó Gustavo Poyet en la previa del encuentro en Anoeta de que el equipo tenía todavía mucho por mejorar. Ayer, todas las carencias quedaron en evidencia, una vez más, y lo hicieron, quizás, en el peor momento posible: antes de un parón por compromisos de selecciones. Mucho tiempo hasta el próximo compromiso -frente al Madrid en el Villamarín, casi nada- para que los jugadores continúen adquiriendo los conceptos futbolísticos que quiere imponer el técnico uruguayo.

El Betis pareció ayer un motor antiguo, de esos que sólo tenían cuatro marchas, incapaz de hacer correr la pelota e impregnarle ritmo al encuentro cuando éste lo pedía a gritos. Y esto pasa por una cuestión: el centro del campo estaba desaparecido en combate. Sólo algunos chispazos de Dani Ceballos, tan escasos como sus apariciones esta temporada, que regresaba al once, creaban algo de clarividencia en el equipo. El utrerano es el único que pone algo de fútbol en la creación de juego, aunque se lo vio falto de ese algo tan necesario para guiar a los suyos a pelear realmente por el triunfo.

Falló a su cita con el gol Rubén Castro. Y ya van cuatro partidos consecutivos en los que el canario no consigue ver puerta. Incomprensible su cambio cuando el equipo iba por debajo en el marcador. ¿Acaso no sabe el entrenador que Rubén es de esos futbolistas a los que sólo le hace falta media ocasión para hacer gol?

Su habitual compañero de titulares, Adán, sí estuvo bien. Salvó al equipo en varias ocasiones, con paradas de mérito y alguna que otra para la galería y no pudo hacer nada en el solitario gol de Vela que decidió el partido. Y es que si uno de los dos cantantes de este dúo está afónico, pocos artistas invitados pueden dar un paso al frente para sustituirlo.

En resumen, el Betis se vuelve de vacío, un año más, de su visita a la Real Sociedad. Son ya casi 13 años de la última victoria verdiblanca en Anoeta. ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Y más en San Sebastián, claro, donde este fenómeno meteorológico es habitual.

Pero volvamos al pasado y no ejerzamos de un Mario Picazo de medio pelo. El equipo por entonces dirigido por Víctor Fernández se paseó en Donostia, dejando un 0-4 en el marcador. Un espectacular Joaquín -el único que ayer repitió de aquella victoria en ambos equipos- firmó un doblete y Capi y Juanito redondearon aquella última victoria verdiblanca en Anoeta. Desde entonces, nueve encuentros en los que el Betis ha sido incapaz de volverse a Sevilla con los tres puntos, y en cinco de ellos, de hecho, se ha vuelto de vacío. ¿Se convertirá Anoeta en un nuevo Mestalla? 40 años tardó el equipo heliopolitano en alzarse con la victoria en el templo valencianista y el camino de que el estadio de San Sebastián se convierta en otro terreno maldito para los verdiblancos está bien avanzado. Y es que Anoeta no es estadio para verdiblancos.