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Bipolar pero reforzado

  • El Sevilla termina la primera vuelta en séptima posición, lastrado por su mala trayectoria a domicilio pero esperanzado en su pujanza casera y en la vuelta de lesionados que aportan.

El Sevilla concluye la primera vuelta de la Liga 15-16 fuera de los objetivos marcados. El triunfo del Eibar sobre el Espanyol echó algo de agua al trabajado triunfo sobre el Athletic. El equipo de Unai Emery dio un salto cualitativo en la clasificación adelantando en la tabla a un rival directo, pero se tiene que conformar con un séptimo puesto que, eso sí, lo deja asomado a las posiciones europeas. Mucho más lejos continúa un Villarreal que continúa pisando fuerte y que se presenta como el principal candidato para hacerse con el ansiado cuarto puesto. La bipolaridad de un equipo incapaz de ganar ni un partido a domicilio ha lastrado una trayectoria que, en cambio, ha colmado de alegrías a los aficionados en el Sánchez-Pizjuán.

Tras la victoria sobre el Athletic, el Sevilla de Emery alcanzó las ocho victorias ligueras consecutivas en su fortín de Nervión, una marca a la que no llegaba desde el fortísimo inicio de la recordada y mágica temporada 06-07. En el otro polo, los escuálidos cinco puntos sumados en las nueve salidas de la primera vuelta dejan el objetivo marcado por el club en el aire. Y cabe recordar que el club presentó en la pasada Junta de Accionistas el presupuesto más alto de su historia para este ejercicio, con una cota inalcanzada de 100,2 millones de euros. La exigencia es altísima.

Sólo en el presente siglo, el Sevilla llegó al ecuador liguero con más puntos que en la presente campaña hasta en seis ocasiones, lo que no dice mucho de las actuales prestaciones de la plantilla más cara de su historia. Con 29 puntos, la aspiración de repetir en la Champions se antoja como un reto harto complicado a estas alturas, aunque un aire de esperanza ha comenzado a soplar en el vestuario sevillista con la incorporación de futbolistas que dejaron atrás sus lesiones y que sí están subiendo el nivel competitivo del grupo.

Muy llamativa ha sido la irrupción de Cristóforo. Después de dejar atrás dos operaciones de rodilla por la rotura del temible cruzado, el mediocampista uruguayo se confirmó ante el Athletic como un verdadero refuerzo que ya pocos esperaban. Tres partidos consecutivos en Liga más la ida del derbi copero confirmaron que el jugador, que ya había anunciado en la Copa ante el Logroñés que estaba listo para competir por un puesto, ha vuelto para sumar. Sus prestaciones, además, mejoran el rendimiento de un centro del campo que agradece tanto su capacidad táctica y de sacrificio como su habilidad técnica para sacar el balón con limpieza. En definitiva, con Cristóforo, el Sevilla añade más ritmo a la creación de juego y más solidez a la destrucción.

No menos esperanzadora ha sido la vuelta de Carriço. Después de cuatro meses en el dique seco desde su lesión muscular, con recaída incluida, el portugués rindió a un alto nivel en un partido de verdad, un encuentro de mucha fricción y tensión en el que le dio mucha seguridad a una defensa en la que Kolodziejczak sigue asentándose con fuerza.

La segunda vuelta, con estas buenas nuevas, se presenta incierta por culpa de esa bipolaridad. El mismo equipo que fue capaz de ganar en su estadio a Barcelona, Madrid, Valencia, Athletic..., amén de Mönchengladbach y Juventus en el durísimo grupo de la Champions, se tendrá que jugar su futuro europeo dándole continuidad a su fortaleza casera y empezando a sumar fuera algo más que empatitos aislados. El problema es que en esta segunda vuelta tendrá que visitar el Calderón, Balaídos, Camp Nou, Bernabéu, Mestalla, San Mamés... todos los estadios de los grandes y de los que lo anteceden en la tabla, excepto Villarreal y Eibar. Es el reto de un equipo que se apresta a la escalada.

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