Cigarini y De Guzmán (1-2)
Sevilla-mallorca
El Sevilla falla en su asalto a la zona más noble al caer ante un Mallorca muy superior en el centro del campo. La titularidad del italiano se convirtió en un lastre para el resto del equipo
Decepción del Sevilla en su asalto a lo más alto de la Liga, a esa zona en la que luchan todos los que no son el Real Madrid y el Barcelona, el Barcelona y el Real Madrid, como se prefiera. El conjunto de Manzano cayó en casa frente al Mallorca por la sencilla razón de que siempre fue superado en el eje de operaciones, de que el adversario contaba en esa ubicación estratégica del terreno de juego con dinamismo y no con un tran-tran propio de las carretas, que es como se manejan los blanquirrojos en la actualidad.
El desarrollo de este Sevilla-Mallorca se convirtió en una opinión más, tal vez la definitiva, en el debate abierto desde la más que previsible lesión de Guarente. El encargado de tomar las decisiones, o al menos de proponerlas, concretamente el director deportivo, Monchi, lanzaba su tesis durante la semana al hablar de cinco medios centro para justificar que, según él, en esa zona del campo no existía un déficit de elementos. El entrenador, Gregorio Manzano, no se sabe si conscientemente, también expuso su punto de vista al confeccionar la alineación con uno de esos cinco medios centro a los que aludía el jefe de la parcela deportiva, concretamente el italiano Cigarini, al que le otorgaba una nueva oportunidad para evidenciar que no tiene ritmo para jugar en la Primera División española.
Y, por último, terció en la discusión De Guzmán, un canadiense que ha defendido alguna vez a la selección holandesa y que llegó a un equipo en ley concursal, es decir, por poco dinero, o ninguno. No es Gullit pese a sus pelos y que proceda del Feyenoord, pero De Guzmán se encargó de desmontar muchas teorías con su fútbol, con su dinamismo, con ese correr incesante tanto a la hora de presionar como cuando tenía que distribuir el balón. No hace falta siempre invertir un buen puñado de millones de euros para dar con un futbolista equilibrado, con un hombre que hace un poco de todo en beneficio de su equipo. Evidentemente, el gran perjudicado fue Cigarini, al que, dicho sea con el máximo de respeto a un profesional, empequeñeció hasta convertirlo en un aspirante a futbolista, casi de un filial. ¿Y Zokora?
La comparación, lamentablemente para el Sevilla en este caso, no se resistía. Cigarini estaría más que duchado cuando De Guzmán seguía corriendo sin cesar y no sin sentido, en absoluto. El holandés apoyaba a sus compañeros, presionaba, tiraba desmarques, asustaba una y otra vez a Palop, le había dado el balón del primer gol a Pereira y, para colmo, le ganó al italiano hasta en la faceta en la que éste mejor se maneja, pues sirvió una excelente falta lejana para que Webo le diera el triunfo al Mallorca en el último suspiro.
Está claro que personalizar tiene sus peligros, que es la mejor manera de acercarse a la injusticia, pues el fútbol se juega con la combinación de catorce elementos en cada equipo, pero lo que ayer se vio en el Sánchez-Pizjuán fue más que evidente. Tal vez a alguno de los protagonistas hasta le interesara que así se pudiera comprobar. Porque este Sevilla sí tiene un déficit clarísimo en esa parcela del campo, más allá del número de futbolistas con los que pueda contar Manzano para jugar en la zona, entre otras cosas porque algunos, como Fazio, no están ni se le esperan de momento. La solución de Kanoute es admisible en ocasiones, pero si se convierte en la norma habrá que colegir que algo ha fallado en la planificación, que ahí existe un agujero que no ha llegado a taparse a pesar de que todos lo podían ver, desde fuera y desde dentro.
El partido entre el Sevilla y el Mallorca halló, pues, su raíz en ese desequilibrio, en la superioridad de los baleares en la zona donde debía gestarse todo. No era sólo la evidencia entre Cigarini y De Guzmán, faltaría más. Los visitantes también contaron con hombres tan costosos como Martí, Joao Víctor y las ayudas de los extremos Pereira y Chori Castro e incluso con el trabajo de Webo a la hora de juntar todas las líneas. Con ese bloque en torno a Renato y Cigarini, la superioridad del cuadro de Laudrup durante el primer periodo fue aplastante.
El Sevilla quería y no podía, trataba de llegar muy pronto hasta Kanoute y Negredo, pero ahí se encontraba con que ninguno de los dos podían quedarse con el balón, entre otras cosas porque jamás llegaba alguien a apoyarlos tanto desde atrás como desde las bandas. El Mallorca, en cambio, comprobaba como cada carrera le salía rentable, pues siempre tenía superioridad sobre el anfitrión.
Hasta que Pereira firmó el gol y obligó a Manzano a jugárselo todo en el intermedio. Otra vez Kanoute como centrocampista, con algo más de apoyo de Konko desde la banda, y fuera Cigarini. El Sevilla tiró ahí de orgullo y también se aprovechó del cansancio del Mallorca para hacerse acreedor al empate a través de las ocasiones de Luis Fabiano. Pero hasta la fortuna fue esquiva esta vez y después de lograrlo el brasileño, llegó el golpetazo de Webo. Cigarini estaba fuera, De Guzmán corría y corría...
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