Sevilla | tenerife · el otro partido

¡Cuánta falta hacían!

  • Cuando las miradas se centraban en el debut de Álvarez en el banco de Nervión, la pareja Luis Fabiano-Kanoute le robó el protagonismo · La afición estuvo de diez

Desde el 27 de octubre de hace tres años no se sentaba en el banquillo local del Sánchez-Pizjuán un técnico que no respondiese al nombre de Manuel Jiménez. Anoche fue Antonio Álvarez el que recogió el testigo del de Arahal, pero pronto se hizo patente que el protagonista no iba a ser él, que, aunque las miradas, los micrófonos y los apretones de manos fueran para su persona, la historia estaba reservada para otros actores: los dos estiletes que han llevado al sevillismo a vivir la mejor etapa de su historia.

Kanoute y Luis Fabiano llevaron el delirio a la parroquia local. El primero con un gol de clase, de ésos que acostumbra a hacer y que tanto se echaban en falta en el templo del sevillismo. El segundo con un latigazo con la zurda propio de un jugador que es nada más y nada menos que el delantero titular de la selección de Brasil.

El encuentro del Sevilla no quedará para los anales, pero ayer eso no era lo importante. Había que ganar, y se hizo. Con todos a una y con la grada, que estuvo de diez, empujando a los suyos, había que deshacerse por la vía rápida de un Tenerife, ramplón, sin ideas y con la venda en los ojos al no saber aprovechar el nerviosismo de la zaga blanca en los primeros compases de ambas mitades.

Era una cuestión de orgullo, de no sumar otra decepción, y el pueblo lo sabía. Por ello no cejó de apoyar durante los 90 minutos. Empezó así la contienda, con el himno de El Arrebato cantado a capela, metiendo desde muy pronto a sus jugadores en la labor. El complot, sin haberse firmado, era evidente. Los futbolistas, a jugar, los aficionados, a apoyar, y el novel técnico, a dar instrucciones. Todo en orden.

La misma intensidad en los aplausos para los acercamientos que para los errores en defensa. Una cuestión de confianza que obtuvo la recompesa en el minuto 21 cuando la conexión Luis Fabiano-Kanoute se enchufó después de mucho tiempo para hacer saltar a los espectadores de sus sillones. El pase medido del brasileño era finalizado por el malí con la clase que le caracteriza. "Oh, Kanoute, oh, Kanoute, todos queremos que marque Kanoute", era el grito unánime. Alegría desbordada, aunque para Álvarez parecía que el marcador no se había movido y sólo corregía la posición de Renato y Lolo, a los que le pedía que pidieran más la pelota en la medular.

Kanoute ya había tenido su minuto de gloria y Luis Fabiano no quería ser menos. El saque de una falta botada por Dragutinovic era rematada por el brasileño al larguero. Preludio de lo que minutos después ocurriría. A dos minutos del descanso, Renato ponía un balón perfecto en el área, el 10 bajaba la pelota con el pecho y soltaba un latigazo cruzado que se colaba pegado al palo izquierdo haciendo inútil la estirada de Sergio Aragoneses.

En el segundo periodo se perdió ritmo en el campo, aunque no en los asientos. El Sevilla dominaba, pero los tímidos acercamientos del cuadro de Oltra silenciaban las voces del graderío. No obstante, la fiesta no se iba a esfumar, ni mucho menos. Ovación para Kanoute y Dragutinovic en su salida del césped y éxtasis con el tanto del canterano José Carlos, de falta y por la escuadra, a poco del pitido final. La fiesta volvía la Ramón Sánchez-Pizjuán con una gran noticia: el regreso de Luis Fabiano y Kanoute.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios