El otro partido

Con Emana y actitud, "¡Betis, Betis, Betis!"

  • Los fieles que acuden a Heliópolis firman la paz con el equipo, pero no con Lopera

Decía Antonio Tapia en la previa del partido que esperaba el apoyo de la grada para ganar un encuentro que significaría un impulso para el equipo. Pero el bético apenas necesita lecciones y sólo pretende que el Betis, en su aspecto deportivo conformado por los jugadores que saltan al terreno de juego, ofrezca actitud y compromiso, algo que debe ser suficiente para imponerse en la mayor parte de los encuentros.

La fractura social en el Betis es inevitable. El bético ya ha demostrado por activa y por pasiva que no comulga con la gestión de Lopera. Ayer, como ocurriera el domingo pasado, la grada volvió a registrar una paupérrima entrada y no hizo falta convocatoria alguna en los exteriores del estadio, pero si algo ha distinguido al aficionado que siente en verdiblanco ha sido su capacidad de discernimiento para saber cuándo estar con su equipo y cuándo mostrar su disconformidad con el máximo accionista.

Y ayer, el motor de unión entre los jugadores y la afición fue el propio equipo verdiblanco. "Betis, Betis, Betis", se escuchó en la grada de Heliópolis cuando los jugadores se retiraban a vestuarios en el descanso. La afición sólo pide compromiso con la camiseta verdiblanca para volcarse con su equipo y eso sí se le ofreció ayer. A ese esfuerzo realizado se sumó la varita mágica de Emana, que convirtió en oro todo lo que tocó. Arrancadas, regates, asistencias... Puro espectáculo.

Decía el camerunés tras el partido ante la Unión Deportiva Las Palmas que esperaba que la grada apoyara al equipo sin fisuras, algo que consiguió él mismo con su actuación. Cuando Emana aparece enchufado y con ganas de exhibir su mejor nivel, el Betis adquiere ese matiz especial que sólo otorgan los elegidos. Y bien que lo agradeció la grada de Heliópolis, con ganas de disfrutar por fin de un triunfo convincente del equipo verdiblanco.

Pero el bético sabe distinguir entre el aspecto deportivo, donde apoyará hasta donde pueda para que se logre el ascenso, y la gestión institucional, en la que nadie quiere que Lopera y sus allegados sigan llevando las riendas de la entidad. Con el 3-0, el grito de la grada fue unánime y el "¡Lopera, vete ya!", con todas las miradas dirigidas hacia el palco, se escuchó en todo el estadio, aunque algunos siguen empeñados en utilizar a su antojo las voces de la afición.

Tapia y sus jugadores deben entender que la fractura existente en el seno de la entidad no se dirige hacia ellos, al menos mientras acompañen los resultados deportivos, y que su ocasión para alcanzar el perdón sólo tiene el nombre del ascenso a Primera, algo que los convertirá en héroes de cara a sus aficionados. La ovación con la que la grada despidió a sus jugadores así debe ser entendida, como la firma de una paz entre los que hacen unos días eran señalados como mercenarios por una afición que sólo pretendía devolverles al camino del que nunca se debieron desviar.

La fiel infantería bética que se citó en Heliópolis, en menor número aún que el pasado domingo, disfrutó con la mayor goleada conseguida por el Betis en esta temporada. La recuperación de Emana, un jugador distinto y con un estilo futbolístico de los que conectan con el espectador pero que casi representaba la figura de un forajido para la afición, debe ser el reflejo de la nueva sintonía entre la grada y el equipo, eso mismo que reclamaba el entrenador. Otra cosa bien diferente será lo que siga ocurriendo con el máximo accionista, que sigue escondido de cara a su gente, por más visitas que realice a los jugadores.

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