Liga europa

Feliz debut a ritmo de amistoso de verano (3-0)

  • El Sevilla solventa el trámite de su estreno europeo ante un débil rival al que debió golear antes Bacca, Perotti y Carriço sellan el triunfo.

El Sevilla volvió a Europa enterrando los fantasmas de Sporting de Braga y Hannover 96, equipos que recetaron una inesperada y prematura eliminación en las dos últimas experiencias continentales, aunque quizá sin el brillo que su ilusionada afición esperaba. Gracias a un arreón final, los de Emery lograron un resultado acorde con lo que la entidad del rival demandaba. El Mladost Podgorica fue un enemigo que no inquietó nunca, jamás, y que debió ser goleado mucho antes de lo que al final fue por culpa del ritmo veraniego con el que el Sevilla se empleó demasiados minutos. Es verdad que es pronto, que a estas alturas este grupo siempre está afinando en el Colombino o el Carranza, pero el corto marcador de 1-0 estuvo cerca de llevar cierta inquietud de cara al partido de vuelta, por muy limitado que sea el adversario.

La verdad es que si Emery pidió intensidad en la previa para que su equipo empezara a parecerse a lo que él busca, éste le dio muy poca de esa virtud que tiene que ver con apretar los dientes, empujar e imprimir ritmo al juego. Sobre todo en la primera mitad y quizá contagiado con ese verlas venir con que, lógicamente, llegó el rival, el Sevilla fue dejando pasar los minutos sin querer -o sin poder- hacer sangre al cuadro montenegrino. Sólo las pinceladas de algunos de los que se presentaban mantenían entretenida a la grada. Eso, y las ganas con que salió Reyes, un hombre que fue vertical el tiempo que estuvo, pero que tuvo que dejar su sitio a Jairo antes de los veinte minutos de juego. Los movimientos de Bacca gustaban. Sus desmarques, sus pases al hueco para descongestionar y su reprisse en los últimos metros hacen pensar que es un delantero que va a gustar. Dejó su sello en el primer gol, en una acción en la que vio con rapidez el desmarque, controló con precisión y definió de forma certera. Mecanismos para el manual de un delantero, aunque luego tras el descanso el cansancio le pasó factura y falló en algún control.

Se esperaba que tras el gol el Sevilla dejaría de entrar a cuentagotas y comenzaría el verdadero asedio, pero eso no fue así. La mandanga se apoderó de la noche,  ruido en el campo había poco y en la grada las ganas con que llegaron los biris mantenían la escena abierta. En la primera parte, la verdad es que hubo muy poco más. Sólo la velocidad de Jairo metía chispa al cuadro de Emery cuando pasaba del centro del campo, pero también eso le hacía perder la calma en algunas acciones decisivas. Tampoco ayudaba la labor de los pivotes. Rakitic, en esa posición más retrasada, ve el fútbol a menos revoluciones, lo que acaba matando el factor sorpresa.

Uno podía hacerse muchas preguntas para hallar el por qué de esa falta de ritmo, esa respuesta de alguna manera incompleta ante lo que pedía el entrenador. La carga de entrenamientos, la necesidad de acoplar mejor el bloque, la desventaja en semanas de competición con el rival... lo cierto es que el aficionado que esperaba divertirse en el estreno de su nuevo equipo no lo hizo y sólo el regusto final de una traca de ocasiones y goles enderezó la primera imagen que los sevillistas se iban a llevar de los suyos.

La entrada de Perotti tuvo bastante que ver en ese paso adelante definitivo al que los de Emery se agarraron para mejorar la nota de la noche. El argentino empujó, también lo hizo un hombre que tiene potencia como Vitolo, pero el extremo tiene ganas de olvidar sus lesiones y de recuperar el sitio que una  vez perdió en este equipo. La jugada del segundo gol fue fiel reflejo de ello. Entró con fe, apareció la mano de un defensa y convirtió la pena máxima eliminando cualquier halo de angustia controlada que se instalaba en el aficionado que veía llegar el final del partido y el resultado no pasaba de una simple victoria por la mínima.

Era el minuto 82 y tampoco es que fuera a ser una tragedia porque el Mladost no tiene ni la mitad del nivel necesario para eliminar a un equipo como el Sevilla. Un equipo que dejó totalmente inédito a Beto y que se presentó tan rudimentario que hasta los saques de puerta los efectuaba un central no podía jamas poner en aprietos a este Sevilla, pero el riesgo era dejar que se creciera al calor de su público en Podgorica.

Por entender también que el aire ha cambiado con respeto al año pasado, la suerte dio otro pequeño empujoncito a los de Emery, que hallaron el 3-0 sobre la bocina en una córner magistralmente sacado por Rakitic y rematado por Carriço. Para este equipo ya sin Jesús Navas ni Negredo significaba cumplir con lo que se pedía, pasar la ronda en la ida y seguir dejando el ritmo del verano para adquirir el bueno, el de competición.

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