Liga 1,2,3

Ivi se luce y tira del carro (2-1)

  • El Sevilla Atlético doblega a un Zaragoza que aspira a los 'play off' con dos golazos del mediapunta El filial, siempre atrevido, fue capaz de rehacerse tras el tanto de Juan Muñoz.

Al abrigo de su afición, concentrada en la grada de preferencia del Ramón Sánchez-Pizjuán, el Sevilla Atlético volvió a saborear las mieles de la victoria, en esta ocasión de la mano de Ivi, autor de dos golazos en el segundo tiempo que sirvieron para remontar un marcador que abrió en el minuto 55 un viejo conocido como Juan Muñoz. 

Y así, tras una muestra de inconmensurable esfuerzo y lucha grupal, el equipo de Diego Martínez celebró el sumar tres puntos que, por la entidad del rival que se presentó el feudo nervionense, le reportan un plus de satisfacción. 

Porque por mucho que al Zaragoza lo acompañase el nombre, la historia y hasta el cartel de favorito, el filial sevillista, lejos de amilanarse, plantó cara desde el inicio, adelantando su presión para dejar claro a su oponente que no le resultaría nada fácil alcanzar la portería de Caro. 

Entre tanto, los locales, entre los que no figuraba el siempre necesario Carlos Fernández, dispusieron de dos ocasiones con las que haber podido tomar distancias en el luminoso. Primero fue Curro, que apenas transcurridos los seis minutos de partido recibió un gran pase de Borja Lasso, si bien su disparo, raso y sin demasiada potencia, pasó rozando el poste derecho de la escuadra de Irureta. Poco después, Ivi lo intentó con un fuerte derechazo que acabó en las manos del portero visitante. 

El gran arranque del Sevilla Atlético no halló el premio que hasta entonces merecía y, según avanzaban los minutos, el Zaragoza mejoró sus prestaciones para, esta vez sí, inquietar a Caro. Tanto que el de la Palma del Río protagonizó un encontronazo con Ángel, quien se dejó la voz para convencer al colegiado que había sido derribado dentro del área. Pero sus ansias de penalti no fueron sofocadas. 

Bien plantado aunque algo menos atrevido, el Sevilla Atlético salió airoso de no pocos contactos con sus adversarios, que obligaron a parar el juego un par de veces. En éstas, Juan Muñoz se erigió en faro de su equipo, demostrando que, por mucho cariño que pueda guardar a las gradas nervionenses, tenía claro que su papel era el de convertirse en el villano de la función. 

Lo logró en la segunda mitad, cuando la afición local echaba de menos tener pólvora arriba y miraba con cierta envidia el buen desenvolvimiento de Muñoz, quien en el minuto 55 batió a Caro tras aprovechar que ni el guardameta ni su defensa despejaron con acierto el balón en la jugada anterior, en la que precisamente fue el utrerano el que estuvo a punto de marcar. 

El ex sevillista no lo celebró. Escaso consuelo para un público que temía una nueva derrota de su equipo, por mucho que Lasso se esforzara en organizar el juego en la medular, Matos llevase el peligro por el lateral izquierdo e Ivi amagase con cambiar el guión del encuentro con retazos de la calidad que sin duda atesora. 

Hasta que los retazos se hilaron y el madrileño hizo suyo el rol de actor principal de un choque cuyo desenlace se encargó de reescribir. Lo hizo, además, con dos tantos de bella factura, de esos que se celebran por lo que suponen, sí, pero también por la forma en que el cuero acaba en el fondo de la red. 

En su primera diana contó con el apoyo de Borja Lasso, con el que se intercambió el esférico en dos ocasiones, para, finalmente, recibirlo en una asistencia magistral, de ésas que sólo puede firmar el arquitecto sevillista, y que Ivi transformó en un potente tiro ante el que nada pudo hacer Irureta. 

El empate insufló ánimos en la escuadra local, crecida también gracias al buen hacer de Caro, que con varias estiradas y algún que otro despeje de puños evitó que el Zaragoza, y muy especialmente de manos de Juan Muñoz, volviese a tomar ventaja en el marcador. 

Quien sí la logró fue el filial. Y de nuevo por voluntad de Ivi, que recibió solo un balón en el área pequeña y chutó para dibujar una trayectoria que por elevada y certera dejó cabizbajo a Irureta. 

De ahí al final y con Ivi ya en el banquillo, los pupilos de Martínez, nerviosos cuando el cuarto árbitro mostró los cinco minutos de alargue, aguantaron las acometidas desesperadas del Zaragoza para demostrar que la experiencia no siempre es un grado. 


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