Sevilla-celta de vigo

Negredo, Navas y Varas matan al Celta (4-1)

  • Un 'hat-trick' del capitán, un gran partido del extremo y un fallo del ex portero sevillista en el tercer gol decantan el partido para un Sevilla que con su desidia había dado vida al rival. La defensa, de nuevo lo peor.

Otra vez la falta de intensidad y un equipo débil por los pies. El Sevilla se llevó los tres puntos ante un Celta de Vigo al que se ofuscó en resucitar cuando en la primera mitad lo tenía prácticamente en la guillotina y al que acabó no sólo doblegando, sino goleando gracias al primer triplete de la carrera de Álvaro Negredo; a un gran encuentro de Jesús Navas; y, sobre todo, a un falló de Javi Varas en el tercer gol sevillista. Todo ello dio lugar a un resultado engañoso que posiblemente no hubiera sido el mismo si los gallegos llegan con el empate debajo del brazo al descanso. Un 4-1 que esta vez si matizó la debilidad manifiesta de la zaga sevillista.

El Sevilla comenzó tan inerte como suele hacerlo cuando se sabe superior al rival que tiene en frente. La falta de ritmo contrastaba con la voluntad de un Celta enchufado que empezó a aproximarse tímidamente a la meta de Beto aprovechando la movilidad de Iago Aspas, muy activo en la primera mitad. Así llegó el primer aviso del delantero, en un disparo seco abajo que salvó el portero luso con una gran intervención.

La entrada de Manu del Moral por Reyes en el once, ocupando una posición más próxima a la de segundo delantero, dejaba la banda izquierda entera para Alberto Moreno, que repetía por tercer partido consecutivo como titular y se mostró de nuevo muy participativo en ataque. Pero el peligro de los de Nervión iba a llegar por donde casi siempre: por la derecha. Dos balones le bastaron a Jesús Navas para propiciar sendas ocasiones de gol. Y a la segunda fue la vencida. El extremo palaciego coronó una buena jugada colectiva -cambio de banda de 40 metros incluido- con un centro raso fuerte abajo. De esos de los que los entrenadores suelen decir que si no es el delantero el que lo mete dentro es el defensa. Varas logró rechazarlo, pero la pelota quedó muerta en el área pequeña en pies de su amigo íntimo Negredo, que con la derecha no lo perdonó.

El partido estaba encauzado, pero la primera mitad se iba a convertir en un calco de la del último encuentro liguero en casa ante el Deportivo de la Coruña. El equipo sevillista volvió a borrarse. La suficiencia minó la actitud, para martirio de una defensa blandita -hoy con la improvisación de Fernando Navarro en lugar de Botía como central-, y el Celta se recuperó del golpe. Despertó con dos tiros lejanos de Oubiña y Aspas y puso en evidencia la debilidad de la zaga nervionense -y la valentía de Beto- en una oportunidad clarísima de Aspas, que no acabó en gol gracias a una salida rapidísima del guardameta a los pies del punta en el área pequeña.

Y como la historia era la misma que contra el Dépor, a los de Emery les volvió a salir la jugada. El inercia de la calidad rojiblanca trajo el segundo tanto un minuto antes de la media hora de juego. Mismo guión que en el primer gol, pero esta vez el balón salió escupido de Varas más lejos, aunque de nuevo a los mismos pies. El vallecano tampoco tuvo piedad esta vez y volvió a fusilar a su amigo. Ahora con la zurda y a media altura, por el palo izquierdo.

La holgada ventaja parecía anunciar un partido plácido para los locales. Pero éstos despreciaron la tranquilidad que les daba el marcador con una falta de intensidad que derivó en un regalo del nuevo parche del centro de la defensa. La pérdida de balón de Navarro cerca del borde de su área terminó en un pase de la muerte de Aspas que Augusto empujó a la red para dar vida a un moribundo Celta. Un mal menor si se tiene en cuenta que la cosa pudo ser peor si Orellana, al minuto siguiente, acierta a hacer el empate en lugar de estrellar la pelota en el larguero, pero llegó el descanso para alivio de Emery.

El segundo acto cambió el encuentro por completo. Reyes entró por Manu del Moral para abrir más el campo y el partido empezó a disputarse sólo en las áreas. En el intercambio de golpes, el Celta estuvo tan a punto de caer noqueado como de dar un par de derechazos al hígado rojiblanco. Sin embargo, le cayó el KO de donde más duele: de manos de un portero cedido por el rival. Porque a Javi Varas, que en las jugadas de los primeros goles no pudo hacer mucho más de lo que hizo, en la del tercero le cayó la cruz de la duda. Un tiro lejanísimo de Medel -fuerte pero centrado- le pilló mal colocado y su intentó de rectificar con una estirada no fue suficiente para desaviar el disparo, que le dobló la punta de los dedos.

Ese fue el estoque definitivo del Sevilla para borrar la moral viguesa de tal plumazo que el cuarto entró apenas unos minutos más tarde gracias al tercer rechace cazado por Negredo. El delantero -hoy más centro y con más olfato que nunca- pegó otro pelotazo a la red de Varas y completó de esa forma su primer hat-trick como profesional.

El partido ahora sí estaba acabado, aunque el marcador no estuviera cerrado y no se ampliara luego pese al aluvión de ocasiones locales con Navas como santo y seña. No hubiera valido más que para ampliar la mentira de un resultado que deja al sevillista tan satisfecho por el mismo como descontento por las dudas y las lagunas de un equipo que para estar en Europa debe ganar en actitud y consistencia. La calidad arriba está certificada, pero aunque el equipo se lo crea, no es suficiente.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios