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Negredo, rey en el día de los delanteros

  • El vallecano encauzó el triunfo al minuto de salir a un partido loco en el que los técnicos pasaron de los medios centro

Luis Fabiano, Kanoute, Aduriz, Soldado, Diego Capel, Perotti, Mata, Joaquín... y Negredo. El vallecano se entronizó como el rey de los delanteros precisamente el día en que los técnicos, Unai Emery primero y Gregorio Manzano al socaire de su colega, decidieron darles razones a los mandamases de la televisión para que sigan ordenando que haya partidos de Primera División los lunes. La Sexta no se equivocó al elegir el encuentro entre dos gallitos que aspiran a mandar en lo que dejan de la Liga Real Madrid y Barcelona, porque el duelo fue una locura anárquica desde el mismo pitido inicial. Y la expulsión de Mehmet Topal acrecentó ese pim-pam-pum que tiró a la basura todos los manuales tácticos del fútbol moderno, ese que preconiza que el orden y la construcción pasan por la buena cimentación del centro del campo.

Al contrario que rezan muchas crónicas de reporteros empeñados en hacer del lenguaje deportivo un dialecto abominable, ayer no hubo nada de centrocampismo. No sabemos aún si la Real Academia Española, en esa locura en la que anda inmersa haciéndonos escribir quórum con c, terminará por aceptar ese vocablo de centrocampismo. Emery y Manzano, desde luego, no abogaron por la inclusión en el DRAE de este palabro. Primero fue el vasco el que acentuó la tendencia de un partido ya alocado desde el inicio, al no cambiar a uno de sus dos arietes por un medio para seguir buscándoles las cosquillas al Sevilla en ese espacio que siempre se le hizo grande a Renato alrededor de la corona del área, entre otras cosas porque Romaric siguió la tendencia generalizada de irse adelante sin mirar atrás. Y luego fue Manzano quien, visto el dechado de valentía de Emery aun con uno menos, quitó al marfileño para meter a Negredo.

Fue el cambio contrario a aquél en las semifinales de la Copa del Rey ante el Getafe en el que Manolo Jiménez enderezó un partido que olía mal para poner el primer pie en la final copera que luego no disfrutaría. Y el espectador siguió frotándose las manos. El sevillista, más aún, porque apenas llevaba un minuto en el campo Negredo cuando, prácticamente en el primer balón que tocaba, metía dentro con un zurdazo un rechazo de Guaita a un disparo de Martín Cáceres, que aprovechó una y otra vez los enormes pasillos que había por el centro. Una autopista erigida como monumento contra los tácticos del fútbol.

Manuel Fernandes de un lado y Renato de otro no tenían piernas para tabicar tantísimos espacios. El Sánchez-Pizjuán fue más ancho que nunca y así Negredo se mueve estupendamente: en la presión, en las caídas a las bandas, en la búsqueda de paredes con los extremos. Con todo, lo mejor fue su definición en el gol, un zurdazo muy escorado, muy similar al que le metió el jueves pasado al Karpaty. El vallecano, rey en el día de los delanteros, ya le ha hecho tres al Valencia como sevillista. Ayer marcó el cuarto gol de esta Liga y se lo dedicó a su encinta mujer. Su suegro, valencianista furibundo, no se alegraría tanto, por mucho que lo vaya a hacer abuelo. Que el fútbol es una cosa muy seria, como dictan los manuales de entrenadores.

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