Ojo, es una eliminatoria (0-2)

El derbi sevillano

El Sevilla no necesita pisar a fondo para mostrar la diferencia entre ambos equipos, pero no llega a sentenciar. El Betis falla un penalti al final y apenas se queda en el esfuerzo.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Francisco José Ortega

07 de enero 2016 - 05:02

Primer asalto resuelto por el Sevilla con una superioridad absoluta ante un Betis muy mermado desde la misma confección de la alineación por parte de Pepe Mel, pero al final de los 94 minutos flotaba en el ambiente la sensación de que los visitantes desaprovecharon la oportunidad de dejar aquello absolutamente rematado y, ojo, se trata de una eliminatoria copera. Es verdad que las diferencias de nivel entre un equipo y otro son en estos momentos exageradas, tantas que los verdiblancos sólo han sido capaces de rematar entre los tres palos durante de 180 minutos de derbi en su propio feudo en un disparo lejano de Rubén Castro en la Liga, pero fútbol es fútbol, que diría don Vujadin Boskov, y siempre se pueden dar circunstancias que lo cambien todo.

Por mucho que no sea lo mismo, pues el Sevilla es quien tiene mejores mimbres en su plantilla, el precedente de la última vez que se cruzaron en la Liga Europa está ahí y entonces los nervionenses fueron capaces de darle la vuelta a un cero a dos cuando visitaron el Benito Villamarín. Pero eso se resolverá el próximo martes en el Ramón Sánchez-Pizjuán y ahora se trata de diseccionar lo acontecido en la tarde del día de Reyes en Heliópolis.

Para empezar, la conclusión que sacan todos los que estuvieron en el estadio de la avenida de La Palmera o los que lo vieron por televisión no puede ser más rotunda. El Sevilla ni siquiera necesita pisar el acelerador a fondo para derrotar con holgura a un Betis que volvió a salir con toda la cuerda dada, aunque ni siquiera ese nivel de intensidad le da para inquietar a su máximo rival más allá de las circunstancias exógenas que pueden acaecer en un partido de fútbol.

Y también a la hora de componer las alineaciones se pueden comprobar esas diferencias entre una y otra plantilla. Ambos entrenadores apostaron por refrescar a los suyos tras el esfuerzo, porque se supone que corrieron a pesar de sus fracasos, del pasado sábado en la Liga. Así, Mel introdujo a Dani Giménez, Piccini, Varela, Digard, Portillo, Jorge Molina y Van Wolfswinkel, seis futbolistas de campo y el portero que no estuvieron contra el Eibar en la última comparecencia liguera; mientras que Emery hizo lo mismo con Coke, Tremoulinas, Cristóforo, Krohn-Dehli, Banega e Immobile. Siete a seis en este apartado, casi igual si se incluye al guardameta, pero no es lo mismo tirar de suplentes tan nítidos en lo referente a los locales que hacerlo de titulares que fueron reservados en la cita granadina.

Es el primer aspecto que puede ayudar a resolver los porqués de esta primera cita de los octavos de final de la Copa del Rey. Pero sería injusto quedarse en esa circunstancia, sobre todo hacia la figura de Pepe Mel, pues cabe también cuestionar sobre el nivel de esos titulares que no fueron capaces de impedir el oprobio sufrido por todos los béticos contra el Eibar. El quid de la cuestión, sin embargo, sí estuvo en que el Sevilla supo controlar mejor el balón que en la Liga, desplazarlo de un lado hacia otro sin temor a perderlo y de esta manera descomponía a la primera línea de presión de los anfitriones.

El deseo de Mel de que los suyos fueran muy arriba a tratar de hostigar a los blanquirrojos topaba con que éstos no se sentían incómodos en ese riesgo de poder perder algún balón en la zona cercana a Sergio Rico. Emery había apostado por un equipo titular más conservador en la teoría, pues prescindía de uno de sus extremos y reforzaba el centro del campo con Krohn-Dehli, además de ubicar ahí como ancla en todo momento al felizmente recuperado para el fútbol Cristóforo. El Sevilla se sentía cómodo de esa manera, aunque lo hacía con un fútbol conservador, tocando una y otra vez a la espera de que se pudiera abrir alguna puerta en la endeble zaga rival para atacar por ese punto.

El Betis, con cuatro centrocampistas a los que les gusta moverse por dentro y dejándole las bandas sólo a los laterales, más o menos como su rival dicho sea de paso, volvía a ir a la presión. Digard le debía guardar las espaldas a Petros y N'Diaye, quienes eran los encargados de buscar la recuperación con la ayuda de la pareja de delanteros integrada por Van Wolfswinkel y Jorge Molina, dos grandotes. Pero desde el primer minuto ya se vio que eso no incomodaba en exceso a Krohn-Dehli, Banega, Cristóforo y Krychowiak, además de los dos centrales. El resultado es que el dominio de la pelota prácticamente era monopolizado por los rojos desde el primer minuto.

Eso sí, todo carecía de la más mínima profundidad en esos primeros lances, pues el Sevilla se limitaba a tratar de hacer correr al rival sin arriesgar las posesiones en la búsqueda de un Immobile que corría de un lado a otro, pero que rara vez trazaba un desmarque para que lo buscaran los suyos. Sólo Vitolo parecía capacitado para rebasar las líneas del rival en esa fase, además de los dos laterales.

Pero, claro, si una defensa, la del Betis, se abre como si fuera el Mar Rojo en Los Diez Mandamientos, tampoco es cuestión de dejar pasar la oportunidad de hacer sangre. Eso pensaría Krohn-Dehli cuando se dio la vuelta y se percató de que ningún defensa iba siquiera a entorpecer su progresión hacia Dani Giménez. N'Diaye, Piccini y Pezzella, los tres que estaban más cerca del danés, se limitaron a seguirlo con la mirada y el falso extremo por el que apostó ayer Emery sí definió con mucha calidad para batir a Dani Giménez con un disparo que no podía acabar en otro sitio que no fuera la red. El Sevilla apenas había necesitado ningún esfuerzo para estar por delante en el marcador.

A partir de ahí se inicia el calvario de un Betis que es la viva imagen de la impotencia y que corre, que lo intenta, pero que se choca con la cruda realidad de no llegar a inquietar siquiera a Sergio Rico a pesar de ese esfuerzo. El Sevilla, mientras, entra en una actitud conservadora de dejar el tiempo. Sabedor de su superioridad, toca y toca sin mucha profundidad y sólo le da dos buenos sustos a Dani Giménez en una falta de Banega y en un remate de Kolodziejczak tras un córner.

Descanso, tiempo para la reflexión y poco iba a tardar aquello en finiquitarse de manera casi definitiva. Una falta lateral, un barullo en el área, la defensa bética es incapaz de despejar y Krychowiak agradece el regalo de Reyes para hacer el cero a dos. La superioridad sevillista fue aún mayor a partir de ahí, pero a los visitantes, como en toda la temporada fuera de casa, les faltó ese punto de maldad para rematar a un Betis que ya era un verdadero flan. Un Betis que hasta pudo apretar todo en ese penalti mandado al limbo por Rubén Castro. Primer asalto sevillista, superioridad absoluta visitante, pero, ojo, es una eliminatoria y queda otro partido por delante. No tarda mucho en resolverse todo, el martes próximo.

Ficha técnica:

0 - Betis: Adán; Piccini, Pezzella, Jordi Figueras, Varela; Petros (Joaquín, m.36), Digard, N'Diaye, Portillo (Dani Ceballos, m.52); Jorge Molina (Rubén Castro, m.69) y Van Wolfswinkel.

2 - Sevilla: Sergio Rico; Coke, Rami, Kolodziejczak, Trémoulinas; Krychowiak, Cristóforo; Vitolo (Reyes, m.55), Éver Banega, Krohn-Dehli (Konoplyanka, m.76); Immobile (Gameiro, m.64).

Goles: 0-1, M.13: Krohn-Dehli. 0-2, M.49: Krychowiak.

Árbitro: Carlos del Cerro Grande (C. Madrileño). Expulsó por doble amarilla al bético N'Diaye, que las vio en los minutos 26 y 86. Además, amonestó a los locales Petros (m.22), Piccini (m.48), Dani Ceballos (m.64) y Pezzella (m.92), y a los visitantes Rami (m.28), Krychowiak (m.60), Kolodziejczak (m.80), Coke (m.84)

Incidencias: Partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey disputado en el Benito Villamarín ante 36.832 espectadores, entre ellos 1.100 seguidores sevillistas que ocuparon una grada especial para la afición visitante. Césped en perfecto estado.

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