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Ollero capitula ante el consejo

  • El presidente presenta su "dimisión irrevocable" al no encontrar una solución a la situación institucional. Haro y Catalán prepararon la sucesión, que será oficial hoy.

Las disensiones en el consejo de administración del Betis precipitaron la decisión de Juan Carlos Ollero, que ayer, en la última parte en la que se dividió las presentaciones de Montoya y Musonda, sorprendió con el anuncio de su adiós a la presidencia. "En estas circunstancias no encuentro una solución a esta situación institucional más que mi dimisión irrevocable como presidente del Betis. Entiendo que el Betis es de sus accionistas, creo que deben asumir la responsabilidad que les corresponde", manifestó Ollero, quien acabó capitulando ante un consejo del que había perdido la confianza.

La noticia ya se venía anunciando desde semanas atrás, ante las diferencias existentes en el consejo con la manera de dirigir el club y que tuvieron su culmen con la desaprobación del fichaje de Leandro Damiao. "Desde el 21 diciembre, después del partido contra el Sevilla y en un momento en el que la situación deportiva era tranquila, yo soy presidente porque nadie más quiere serlo. Puse en ese momento mi cargo a disposición del consejo. A mí me pareció una solución viable la creación de una comisión ejecutiva, pero uno de los miembros (Ángel Haro) que aceptó con reticencias decidió dimitir al día siguiente y eso la invalida como elemento de gobierno del Betis. Es esa situación la que me lleva a pensar que no encuentro otra solución salvo apartarme del camino y dejar que las personas que puedan gobernar el Betis, sus accionistas, decidan lo que crean oportuno sobre la forma de gestionar", arguyó Ollero, que indicó que incluso pidió al vicepresidente Ángel Haro que diera un paso adelante: "Le he solicitado desde el 21 de diciembre muchas veces que asuma el cargo de presidente. Hasta ahora, siempre me ha dicho que no podía asumirlo. Me parece que puede ser un excelente presidente, aunque haya cosas que no comparto con él".

 

Precisamente, Haro y el otro vicepresidente, José Miguel López Catalán, quien sí acompañó a Ollero en la sala de prensa, al igual que los consejeros José María Pagola y Ernesto Sanguino, mantuvieron ayer diversas reuniones para preparar la sucesión. "Espero que ese vacío de poder lo cubran inmediatamente, no puede ser de otra manera. Un consejo está obligado legalmente a tener presidente. Me aparto a un lado y que el consejo asuma su responsabilidad", había dicho Ollero al respecto. La primera idea ayer tanto de Haro como de Catalán es encontrar la figura de otro consejero que asuma el cargo de presidente, mientras que ellos recuperarían la figura del consejero delegado para ejercer el mando de la entidad. Si estas consultas no encuentran un candidato, uno de los dos, con Haro con más papeletas, asumirá hoy el cargo en la reunión que el consejo de administración tiene prevista para anunciar la reestructuración del funcionamiento del consejo.

 

El adiós de Ollero viene marcado por el hastío de éste ante los numerosos obstáculos que se ha encontrado para ejecutar sus decisiones cuando sí era el rostro visible que asumía las decisiones. "Mis propósitos han sido básicamente tres. Primero, que el Betis se gobernara dignamente desde su consejo, que nunca estuviera sometido a las tensiones, solicitudes o presiones de nadie de fuera del Betis. En segundo lugar, en aquel momento mi gran propósito era que el Betis ascendiera a Primera División. Y en tercer lugar, algo que nunca he ocultado, en la medida de lo posible, porque yo creía que era posible, traer la paz social y terminar con todos los conflictos entre accionistas, condición que sigo considerando imprescindible para el mejor futuro del Real Betis Balompié", expuso Ollero, que apuntó a este último objetivo como principal causa de fricción: "Es evidente que sobre todo esto último me ha causado problemas. Por todos son conocidas las posiciones de algunas plataformas cercanas y que tienen sus propias estrategias e intenciones que yo no entro a juzgar. Está claro que entre sus intenciones no estaba la de llegar a un acuerdo definitivo entre los accionistas".

 

Incluso Ollero arremetía contra los miembros de esas plataformas que están representadas en el consejo. "En mi opinión ellos representan el fútbol antiguo, creen que el fútbol es el fútbol de sus padres, que los consejeros tienen que pasearse por los vestuarios y dar recomendaciones técnicas a la dirección deportiva o a quien sea. Creen que hay que pisar el césped cada vez que se va a un estadio, es un fútbol y una forma de ver el Betis con la que no estoy de acuerdo", aseguró el hasta ayer presidente, que, además de recomendar que continúen las negociaciones con Lopera, expresó su decepción por el fracaso de la gestión tras el triunfo en la Junta del 23 de septiembre: "Aquella noche dije lo de revolución porque estaba convencido, creía que aquello era una revolución en el Betis. No soy partidario de expresiones muy contundentes, pero estaba convencido de que eso era así. Se siguen dando las bases para esa revolución. Esto va a depender de cómo los que me sustituyan asuman sus responsabilidades o como actúe el consejo entero".

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