Desde mi córner

Qatar 2022 entierra el tiquitaca

  • Cuando la posesión no va acompañada de verticalidad no sirve y está a merced del rival

Con el bronce en juego esta tarde entre dos revelaciones como Croacia y, especialmente, Marruecos, el Mundial va dejando conclusiones. Y con esas conclusiones podemos confirmar qué clase de fútbol es el que deja Qatar 2022. Cada Mundial deja su secuela y ésta habrá de aguardar a otra edición para ser relevada o para confirmarse. Y la conclusión de éste es que del tiquitaca sólo nos acordamos aquí y en ningún otro lugar del orbe.

Fabio Capello, que admiró el tiquitaca de España a pesar de ser fiel seguidor del rigor defensivo y del juego directo, ha sido uno de los expertos que han entonado el gorigori por ese fútbol de toque. El tiquitaca fue un espectáculo cuando sus ejecutores eran Xavi e Iniesta con la verticalidad de Villa o de Torres para aprovechar tanta elaboración. Fueron los grandes artífices de una forma de jugar que levantó la admiración del mundo, pero lo que vino luego fue un sucedáneo.

Este Mundial ha desterrado el manoseo de la pelota y se resume todo con la sentencia que dio el seleccionador de Marruecos en víspera de su choque con Francia. “Hemos venido a llevarnos el partido, no el balón”, dijo Walid Regragui, uno de los grandes protagonistas de este Mundial. Un 75% de posesión con un solo tiro a puerta es algo que ya no se sostiene, que se quedó obsoleto en aras de la verticalidad después de contar con un inhoradable muro defensivo.

Helenio Herrera, que fue el técnico que perfeccionó el catenaccio para con liebres como Jair y Peiró esperar el momento del contragolpe, hubiera sido feliz con la recuperación de este orden. Ya sé que habrá quien maldiga este viraje y que califique todo esto como antifútbol, pero eso de robar y salir corriendo que implantaron los marroquíes también tiene sus dosis de espectacularidad. Qatar 2022 nos ha devuelto eso y bienvenido sea ese vértigo. Fútbol es fútbol.

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