¿Quiere el balón o no lo quiere?

osasuna | sevilla · informe técnico

Marcelino ofrece una dudosa propuesta de juego con muy poca posesión al no alinear a muchos jugadores capacitados para ello · Tampoco dio la sensación jamás de tener controlada la situación.

¿Quiere el balón o no lo quiere?
¿Quiere el balón o no lo quiere?
Jesús Alba

21 de septiembre 2011 - 05:02

El Sevilla tiene un serio problema con la posesión, pero la verdad es que también habría que preguntaerse si quiere la pelota o no la quiere, si es un equipo que se decida a mandar en un partido cuando tiene que jugar fuera de casa o que se va a sentir más cómodo en el orden, el robo y la salida al contragolpe. Es verdad que el Reyno de Navarra es un estadio complicado en el que, por regla general, pocos equipos logran ganar a lo largo de las temporadas, pero el cuadro de Marcelino estuvo más a merced de Osasuna que tomando el mando de la situación y eso sí es preocupante.

DEFENSA

Problemas los hubo, para qué mentir. En todas las fases del encuentro se vio superado por un equipo que atacaba en superioridad y que encontró zonas por las que le era tremendamente fácil entrar. Lamah no sólo sorprendía una y otra vez a Coke sino que se iba al medio para dejar en evidencia a un Fazio que durante la primera parte no se encontró pero que después, con tarjeta, mejoró.

Además, se producían dudas en el centro de la defensa, con Cáceres y Spahic fallones en las entregas y en algún caso llegando un pelín tarde. Sólo Fernando Navarro mantenía la tensión con agresividad y, la verdad, muy poca ayuda de parte de Armenteros.

Pero eso era una consecuencia de la falta de determinación colectiva a la hora de presionar arriba, de apretar. La tendencia era recular y el rival le fue perdiendo el respeto poco a poco. La actuación salvadora de Javi Varas resultaría, por tanto, providencial.

ATAQUE

El problema es que el Sevilla propone poco y se impone ya preguntarse la función que Marcelino cree que Trochowski debe desempeñar. El alemán es un futbolista dinámico, pero de ejecución rápida que acaba perjudicando la distribución del juego. Era siempre un equipo sin balón que tampoco hacía mucho por recuperarlo y al que, cuando lo tenía, le duraba muy poco. Sólo las apariciones de Negredo fuera de su zona en busca de desahogar el juego tenían algo de sentido, pero encontraba muy pocos apoyos, futbolistas que conducen y sólo conducen y que viven a gusto esperando el fallo del rival para salir a la contra. El recurso preferido de Marcelino, el robo inmediato al perder la posesión -y mira que la perdió veces- surtió efecto en muy pocas ocasiones.

Las alternativas que el asturiano buscó desde el banquillo también resultaron vulgares en su globalidad. Sólo el recurso, ya repetido en el segundo tiempo ante la Real, de meter a Jesús Navas por dentro generó algún espacio, pero las ocasiones (la de Manu vino por esta vía y fue clamorosa) no se finalizaron y, aparte, no hubo continuidad.

En teoría, Rakitic y Kanoute debían asociarse para tener más presencia con el balón, pero eso no ocurrió jamás y tampoco hay que olvidar que Marcelino para meter al franco-malí sacrificó a otro jugador que podía ayudar a mantener la pelota arriba, Negredo.

VIRTUDES

Segundo partido que termina con la portería a cero, aunque con hacer el repaso de las ocasiones y las jugadas polémicas basta para comprobar que juega con fuego.

TALÓN DE AQUILES

Dos cosas fundamentalmente, aunque de cierta gravedad para aspirante a Champions. Escasa ambición, que se traduce en deseo de ir a por el partido a través de llevar el peso en ataque y un descontrol absoluto de la situación atrás, es decir, dando la impresión de que estaba lejos de ser capaz de mantener el punto con el que contaba.

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