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Radiografía de una caída al abismo

  • Con los peores registros de su historia en Primera, el club afronta una crisis institucional. La legitimidad y capacidad del consejo, otro debate.

El Betis pasa por una nueva encrucijada de las que aparecen cíclicamente en su centenaria historia. Si la situación deportiva es de extrema gravedad, con el equipo registrando los peores números de siempre en Primera, la crisis institucional tampoco tiene fácil solución. El debate ya se ha abierto sobre la legitimidad y capacidad de este consejo para revertir esta situación, más allá de sus buenas intenciones y de que parezcan decididos a romper con todo lo relacionado con José Antonio Bosch, el mismo con el que gobernaron el Betis en los tres últimos años.

El estreno del tercer entrenador de la temporada, Gabriel Humberto Calderón, tampoco sirvió para frenar la sangría. El Betis, que sí ofreció motivos para la esperanza durante los 20 primeros minutos, se acabó diluyendo y exhibiendo las carencias de una plantilla mal confeccionada. El técnico argentino señaló que la defensa debía ser el punto de partida del necesario milagro para lograr la permanencia y el equipo verdiblanco volvió a mostrarse feble y timorato para frenar las acometidas de su rival.

14 encuentros seguidos sin conocer la victoria -once derrotas y tres empates- ya suponen un record negativo en la historia de la entidad, superando los 13 que se sucedieron en la temporada 88-89. El conjunto verdiblanco acumula 14 salidas sin conocer la victoria, algo que tampoco sucedía desde 1976. El Betis es, ahora mismo, el segundo peor colista desde que las victorias suman tres puntos y sólo el Sporting de la 96-97 aparecía todavía más desahuciado que los verdiblancos. Y es que este Betis ya es el peor de la historia, junto a aquel de la 42-43 que quedó derruido tras la Guerra Civil, lo que señala bien a las claras que, deportivamente, nada se ha hecho bien en Heliópolis.

Los males de este Betis no sólo corresponden a un grupo de jugadores que se está viendo superados por los acontecimientos. Si bien es cierto que algunos de los integrantes de la plantilla han demostrado no estar capacitados para competir en la élite, la gestión de la entidad ha influido negativamente en esa disminución del rendimiento. Si la salida de Pepe Mel -y sobre todo la batalla interna que se tuvo contra él en sus últimos tiempos como entrenador del Betis- se ha acabado mostrando como un error, la desestructuración deportiva ha dejado al club huérfano de elementos para iniciar una reconstrucción.

Las decisiones de Bosch y del consejo comenzaron con la destitución del secretario técnico, Emilio Vega, y continuaron con la del director deportivo, Vlada Stosic, sin que alguna de ellas encontrase sustituto, lo que ha provocado un desgobierno a la hora de reforzar el equipo, quedando en manos de los que hasta este momento sólo eran los ojeadores de la secretaría técnica.

El resto de la estructura deportiva de la entidad se limita a la dirección de la cantera, que sólo ha venido cometiendo desmanes desde su nombramiento. El Proyecto Heliópolis, con el que se vendió una inexistente apuesta por la cantera, se puso en manos de Anselmo Ruiz de Alarcón, Luis Fradua, Joaquín Corrientes, Óscar Cano y otros colaboradores suyos, todos de confianza de Bosch, y en el club incluso produce vértigo valorar la gestión llevada a cabo en este último año. De hecho, todas las voces apuntan a un cambio absoluto en el organigrama de cantera, aunque la primera tarea que se ha apuntado sea la contratación de un director deportivo.

Ahí es donde entra en juego la capacidad y legitimidad de este consejo para llevar a cabo esa profunda renovación que todos estiman como necesaria. El encargo que se le realizó a este consejo pasó por profesionalizar la gestión de la entidad, mientras que ellos debían velar, de manera altruista, por la economía del club y asegurar el cumplimiento del plan de viabilidad impuesto en el concurso de acreedores. Si esta segunda función se ha llevado a cabo desde la austeridad en los fichajes -quizá una manera equivocada de asegurarlo-, en el nombramiento de profesionales se ha errado en la mayor parte de los mismos.

Muchos de los que fueron contratados en su día con grandes sueldos ya no están en la entidad -Claudio Fúnez, Santiago Pozas, Vlada Stosic...-; otros fueron relegados en sus funciones -Julio Jiménez o Mercedes Galindo-; y otros permanecen en la sombra, al no tener cargos de exposición pública, pero tampoco han aportado valor a la entidad -José Francisco Ruiz, Javier Monterdez o José Millán-.

Si muchas voces coinciden en la necesidad de regenerar el club, el debate se abre sobre si debería dejarse en manos de este consejo que fue responsable de todos los fallidos nombramientos anteriores. A todo esto asoma el embrollo judicial, con el nuevo administrador y con una instrucción que se acerca a su final, lo que genera todavía más incertidumbre a un club en crisis deportiva e institucional.

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