La previa

Revolucionarios al polvorín

  • El Sevilla prueba su fútbol a rienda suelta como visitante ante un enemigo directo muy dolido por su caída de la Champions. Zanjar la sequía fuera de casa, crédito extra para Sampaoli.

El fútbol de otro tiempo, teñido en sepia, que ha rescatado del baúl Jorge Sampaoli para intentar triunfar en Europa acomete esta noche una prueba más que válida. Visita el Sevilla a un rival directo, eso dice la teoría, por la cuarta plaza. Precisamente el Villarreal fue el que se hizo acreedor, con todo merecimiento, a ese preciado lugar en mayo pasado. Pero luego el equipo castellonense no ha sido capaz de validar su pase definitivo a la Champions. Cayó en esa peligrosa trampa que la UEFA dispuso desde que cruzó a clubes de las ligas más fuertes en la última eliminatoria previa. Aún durante dos campañas, es lo que queda. Si eres cuarto, vas a la trampa en agosto. Y si te ves cara a cara con un Mónaco, puedes ir a la cuneta.

Hay otra vía hacia las estrellas de la Champions que evita cualquier trampa. Pero sólo un equipo la ha desbrozado hasta ahora: precisamente el Sevilla. Lo que son las cosas. El séptimo de la pasada Liga entró en el bombo del sorteo del pasado jueves mientras el cuarto se lamía las heridas de la eliminación en casa.

La rabia del Villarreal se va a redoblar hoy, si cabe, cuando vea comparecer a un compañero de batallas ilusionado con el sueño que a él le acaban de arrebatar. El súbito descarrilamiento amarillo va a enrarecer más aún el ambiente en El Madrigal. Por si ya no lo estaba con la traumática salida de Marcelino García Toral. Flota la crispación, el mal rollo. Y encima, asoma la pata el Sevilla.

Será pues toda una prueba del algodón para el peculiarísimo proyecto de Sampaoli. El bloque levantino aún trata de asimilar el ideario de Escribá y echa de menos las numerosas bajas que aún padece -aunque ya recupera para hoy a Jaume Costa, Cherysev y Sansone-, pero no deja de ser un buen conjunto que debe estar en la zona noble esta temporada.

El estado depresivo por su decepción europea puede derivar en sobreexcitación por las ganas de resarcirse ante su afición. Y ahí es donde debe responder el Sevilla: salir con toda la cuerda dada, ir a por la pelota, recuperarla y moverla muy arriba. Que el talento y la iniciativa impere. Y que el riesgo que conlleva tirar de la manta hacia arriba mengüe con respecto a la puesta en escena ante el Espanyol. Será la clave para que el proyecto sevillista vaya fraguando.

De momento, el 6-4 sublima lo positivo ante lo negativo. Pero de lo segundo hubo mucho también. Tanto, que un equipo de nivel medio como es el Espanyol hizo cuatro goles en Nervión. Y cuando atacó, lo hizo con franco peligro por la superioridad de efectivos.

Ese déficit defensivo, por algo tan sencillo como la inferioridad de piezas, no va a llevar a Sampaoli a traicionar su filosofía. El argentino no es un taumaturgo que juegue con las cartas marcadas. Las pone boca arriba desde el minuto cero. Y ayer dejó claro que va a mantener su plan lejos de Nervión. Si acaso, un leve paso atrás dentro del arrojo: sacrificar a uno de los dos puntas, Ben Yedder, para jugar con tres zagueros de verdad -recupera a Rami y Kolodziejczak- y desplazar a Mariano al carril diestro.

Un retoque por jugar a domicilio y ante un igual. Pero al cabo, zafarrancho de combate en cuanto Del Cerro Grande ordene que el balón ruede. En juego está una gran dosis de crédito en esta fase inicial donde los escépticos aún se dejan oir y bien. Crédito también para el vestuario, pues es importantísimo que los jugadores sean los primeros que crean a pies juntillas en la revolución de Sampaoli. Y para creer, lo único efectivo son las victorias. Zanjar una racha sin ganar fuera en Liga que se prolonga desde mayo de 2015 sería todo un aldabonazo para este revolucionario con gafas de pasta.

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