Sevilla-espanyol

Segunda jornada de la segunda vuelta

  • El Sevilla tiene en su mano el desquite inmediato de la gran decepción copera ante el ordenado Espanyol. Usar la cabeza y no el corazón, clave.

Puede parecer un detalle sin importancia. Quizá no sea la circunstancia más llamativa del encuentro. Los abonados que acuden cada 15 días, o menos, al campo lo saben. Pero no está de más recordar que el encuentro de hoy entre el Sevilla y el Espanyol es el segundo de la recién comenzada segunda vuelta. El sevillismo tiene dos características bien definidas. Una es el fervor con el que sigue a su equipo, algo que puede ser común a otras aficiones pero que dejó una muestra de su tremenda fuerza el jueves pasado con la colectiva manifestación de pasión que mostró en pos de una remontada que resultó imposible. Y otra es un inconformismo muy sano que, en algunos casos, sobrepasa los límites de la exigencia para convertirse en un desmedido desapego hacia los que algunos entienden que son los culpables de cualquier frustración, de más o menos calibre.

La eliminación copera ha supuesto un frustración de gran calibre y, claro, ha reabierto el debate en torno a Unai Emery y la gestión que hace de la plantilla en determinados momentos de la temporada. Sus detractores, lógicamente, han acerado sus diatribas hacia el entrenador, desdeñando la trayectoria del equipo y poniendo el acento en el juego y en ese sambenito con el que carga de no saber afrontar citas de verdadera enjundia. Y resulta curioso que este debate que acompaña a Emery desde el curso pasado y que pareció amainarse con el título de Turín se recrudezca en este momento de la temporada. Por eso es importante no perder la perspectiva y señalar que el Sevilla afronta hoy el segundo partido de la segunda vuelta en unas magníficas condiciones para seguir luchando por meterse en la Champions, el objetivo más alto al que aspira mientras retoma la Liga Europa.

Apenas han pasado tres días desde la frustración que ocasionó la insuficiente victoria ante el Espanyol, con lo que el desquite de la misma llega muy caliente. El capricho del calendario propicia que Emery y su equipo tengan bien frescas cuáles son las peligrosas armas del rival que tendrá enfrente, y eso es bastante positivo, como lo es que el Espanyol haya celebrado por todo lo alto su clasificación para las semifinales de la Copa y lo haya hecho sin moverse de Sevilla, inluso con salidas festivas de sus jugadores. Es decir, que el Sevilla tiene el punto de tensión a flor de piel mientras que el Espanyol puede resentirse de la larga resaca de su justificada euforia.

En contrapartida, el aspecto negativo de la inmediatez del desquite es que el Espanyol volverá a pisar el césped del Sánchez-Pizjuán henchido por la hazaña de salir vivo de aquel hervidero y con la moral por las nubes, mientras que el Sevilla puede dejarse llevar por la depresión si el orden y la disciplina que impone Sergio a los suyos empieza a hacer mella en la paciencia.

Para evitar esto, Emery renunciará a plantear un partido a tumba abierta y les pedirá a los suyos inteligencia para que brote el fútbol de las botas de los varios jugadores que hay en el grupo capacitados para ello. Utilizar más la cabeza que el corazón, en definitiva, no como el jueves pasado.

Para ello, Emery sigue sin contar con quizá el futbolista que más echó de menos para la tarea de ver vías entre el bosque de piernas del rival. Reyes aún está convaleciente de su rotura fibrilar y su baja seguirá unida a las de Mbia, de regreso de África, y Krychowiak, cuyo estado físico le impide adelantar los plazos lógicos del fuerte esguince de tobillo que sufrió por aquel entradón de Gayà en Mestalla.

Sin tres de sus futbolistas más importantes, el técnico de Fuenterrabía deberá recomponer un once en el que está descartada la infructuosa apuesta por el dúo de delanteros. Banega debe tener sitio como titular para intentar darle pausa y ritmo al juego, para no atropellar el fútbol y buscar los escasos resquicios que concederá el Espanyol. Que sea como medio centro o como mediapunta ya dependerá del respeto que Emery les tenga a las peligrosas contras que puede montar el Espanyol con Sergio García y Lucas Vázquez como comandantes principales, sobre todo teniendo en cuenta que Pareja, desde su lesión muscular, ha perdido algo de su nivel y tampoco es cuestión de desguarecer la defensa. El once, una vez más, es una incógnita. Pero sea cual fuere, debe primar la cabeza sobre el corazón, el fútbol sobre el afán de revancha. Porque, no está de más recordarlo, sólo es el segundo partido de la segunda vuelta y el Sevilla es quinto, a dos puntos del cuarto...

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