Relacionar el fútbol español con el Mundial es darse de bruces con una historia muy rica en frustraciones. Demasiados fiascos desde aquella actuación en Brasil 50 que fue la mejor de la historia hasta el gol de Iniesta en Sudáfrica. El Mundial ha sido la gran asignatura pendiente de un país eminentemente futbolero, pero que solía frecuentar los sueños hasta convertirlos en pesadillas con todo lo que conlleva eso en un gran escaparate.

El Mundial ha sido una trituradora de seleccionadores en un país como el nuestro en el que cada ciudadano lleva un seleccionador en su ADN. Partiendo de Argentina 78, que fue el Mundial que nos sacó de una sequía de dos ausencias, las de México 70 y Alemania 74, únicamente Javier Clemente y Vicente del Bosque repitieron. Javi lo hizo en Estados Unidos 94 y Francia 98, mientras que Vicente nos llevó al éxito de Sudáfrica 2010 y al ridículo de Brasil 2014.

Hubo un caso indudablemente injusto que ocurrió no dejando que Luis Aragonés condujese al equipo en Sudáfrica tras haber ganado la Eurocopa de 2008. Su labor la aprovechó Del Bosque con creces, pero al aficionado le quedó un regusto amargo por la ausencia de Luis en Sudáfrica. Y ya que estamos en el carácter triturador de los Mundiales, ahora nos encontramos con la cruda realidad de que tampoco Luis Enrique ha resistido la prueba de una dupla mundialista..

Particularmente creo que Luis Enrique estaba sobradamente capacitado para continuar su proyecto, pero juega en contra que el mayor enemigo del asturiano sea él mismo. Su altivez sólo es soportable ganando, pero si dejas de ganar no hay cristiano que lo aguante y eso ha sido determinante. No está Luis Rubiales con las espaldas tan anchas como para ir contracorriente y lo normal es que tras el papelón recitado en Qatar por el equipo nacional pasase lo que pasó casi siempre.