Unicaja - Betis energía plus

Se confirma la tragedia

  • El Betis desciende por méritos propios por primera vez en 28 temporadas, pese a la derrota maña. 

  • La vía de la salvación en los despachos, que está viva, es ya la única opción

Lockett disputa un balón con Carlos Suárez.

Lockett disputa un balón con Carlos Suárez. / José Ángel García

Había que tener mucha fe para creer que era posible. Con un cargamento de ella se presentaron en el Martín Carpena unos 300 aficionados sevillanos que no pararon de animar al Betis Energía Plus desde que los jugadores se bajaron del autobús una hora y media antes del partido, pero ni así. La alineación de los planetas se produjo el miércoles, concediendo al conjunto hispalense una vida extra, pero 28 temporadas consecutivas en la ACB se acabaron en Málaga, si no hay rescate en los despachos para un equipo que se despidió tras 1.010 encuentros en a Liga Endesa. No ganar al Unicaja fue el último despropósito, bético, que no aprovechó el tropiezo maño. Ver para creer.

Salió bien el equipo sevillano en Málaga consciente de lo que se jugaba. Actitud, sacrificio, lucha... Todo lo que faltó en Santiago hace una semana en el encuentro clave lo pusieron los de Alejandro Martínez ante el Unicaja. Pero ya era tarde. Este examen de reválida dependía de que el Zaragoza también perdiese en casa con el Estudiantes y esa parte de la ecuación se difuminaba ya al inicio del primer cuarto en el Príncipe Felipe, que se cerró con un 28-13. Los maños sí dependían de sí mismo y se pusieron pronto manos a la obra para no sufrir. El banquillo bético sabía al instante lo que allí sucedía.

Con Stojanovski asumiendo galones por primera vez tras muchos partidos, los verdiblancos sostuvieron el intercambio de golpes inicial con un Mahalbasic que incluso saltaba. Decía el técnico bético que no le convenía un encuentro de alta anotación, lo que no se traducía en la pista. Y los locales aprovecharon que el rival estaba más preocupado de atacar que de defender para poner la directa a base de triples. Desde todos lados. Des casi todas las manos: Brooks, Fogg por partida doble, Dani Díez, Nedovic y Alberto Díaz se sumaron a la fiesta desde la línea de los 6,75 metros. Un 7/10 en el primer cuarto que decía mucho del acierto de los malagueños y ese puntito que le faltaba siempre a los béticos para llegar a tiempo a la defensa. Aun así el 28-25 del final del primer acto todavía daba pie a la esperanza.

Pero todo lo que unos le entraba a los otros se le salían del aro y Nedovic tomó el mando de las operaciones para abrir brecha. Un ex NBA que marca las diferencias para el Unicaja, mientras el ex NBA hispalense, Nachbar, lleva un mes y medio lesionado y perdiéndose los últimas y cruciales seis jornadas. La diferencia de calidad es la que es y había que suplirla con otros elementos, pero con el paso de los minutos el Betis fue creyendo cada vez un poco menos. Cada balón al aro y cada pérdida (cinco, demasiadas en este cuarto cuando te juegas la vida), hacía mella en la confianza de un plantel que, al menos, no bajó los brazos. No se merecían menos los seguidores que no paraban de animar desde la grada, pese a que el pescao estaba vendido. La ventaja local se estabilizó, pero los visitantes fueron incapaces de ponerle salsa al choque. Con 51.40 Milosevic erró, completamente solo, un triple que hubiese puesto a los suyos y después Stojanovski falló una canasta clara bajo el aro. Al descanso 53-42 en el Carpena y 41-32 en el Príncipe Felipe de Zaragoza. La salvación estaba a 20 puntos.

La cuarta personal de Lockett en el primer minuto de la reanudación lo complicó todo un poco más al perder un referente anotador. Focalizó mal la energía. Eso, un par de pérdidas y las canastas de Nedovic hicieron que ya al principio del tercer cuarto el Betis entendiera que el Unicaja se jugaba mucho y que no iba a dar facilidades alguna. Los triples mantenían a los de Plaza siempre con la decena de puntos de renta y cuando la grada sevillana vio en sus móviles que Estudiantes remontaba se comenzó a creer de nuevo. La noticia o no llegó a tardó en hacerlo a la pista, porque los fallos en los verdiblancos se seguían encadenando. Faltaban puntos y Alejandro Martínez apostó por jugar con Cabezas y Radicevic sentando a Stojanovski y DeVries. Triguero fallaba un tiro libre cuando Zaragoza ya perdía en casa y Jamar Smith ponía el cierre el tercer acto con un 79-66. El milagro ya no estaba en la capital aragonesa. Estaba en Málaga.

Pero al equipo le entraron los nervios. Los lanzamientos no entraban y cada vez que trataba de asomar la cabeza Unicaja lo martilleaba con un triple. Como el de Jamar Smith después de que los malagueños capturasen cuatro rebotes en ataque y Cabezas le diera un puñetazo al balón de rabia llamando a filas a gritos a sus hombres altos. Y llegaron los nervios. En un lado se sumaba y en el otro eran pérdidas y tiros al aro continuos, pese a la relajación local. Una antideportiva a Radicevic sobre el canterano Rosa fue la imagen de la desesperación bética, que desciende por no hacer los deberes. En última instancia, por perder en Málaga cuando se jugaba la vida y por ello no sirvió el favor de Estudiantes al ganar en Zaragoza. El final más doloroso.

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