Betis Baloncesto

Del 50 al 2 después de dos vidas

No es DeAndre Kane un jugador al uso. Al margen de sus cualidades baloncestísticas, que lo hacen inclasificable entre la demarcación de base o de escolta -o incluso de alero-, el versátil exterior estadounidense de 27 años está marcado por la carrera deportiva de su padre, Calvin Kane, tristemente fallecido con 50 años cuando el ahora bético era solamente un chaval. Tenía 22 años.

Después de tomar urgentemente un avión, DeAndre pudo acudir a la habitación del hospital donde su padre agonizaba por un aneurisma cerebral y asistir así en directo a su último suspiro.

El día de la muerte de su padre, una figura ampliamente reconocida en el baloncesto del circuito college de Estados Unidos en la década de 1970, DeAndre proclamó a los cuatro vientos que dejaría el baloncesto para siempre. Pero sólo fue un bache con el que tomó impuso definitivo. Al año siguiente, cambió la Universidad de Marshall por la de Iowa State y se colocó a la espalda el número 50 en memoria de la edad con la que su padre, su inspiración vital, había muerto.

El deceso de su padre le cambió la vida. Después de unos años de juventud de cierta dispersión y licencia, DeAndre se propuso enderezar sus costumbres y acabó la temporada con unas medias deslumbrantes: 17,1 puntos, 6,8 rebotes y 5,9 asistencias por partido.

Eso fue hace tres campañas. En su periodo competitivo más reciente, con el Nizhny Novgorod ruso, Kane acabó su participación en la Eurocup como el segundo clasificado en valoración (21,5) y quinto en anotación (16,9), pero ya con el número 2 a la espalda, como en el Betis. Quizá el 1 hubiera sido demasiado, incluso con sus prometedores registros.

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