Cuatro décadas alrededor del oval
Richard Hidalgo Rueda. Ex jugador y actual entrenador del CAR Inés Rosales de rugby
Un balón de rugby, una buena moto, un rock&roll y una cerveza helada. El resto, sobra. Puede parecer el inicio de una canción, o el poema de un escritor vividor, pero se trata de la filosofía de vida que ha decidido seguir Richard, ex jugador de rugby y actual entrenador del equipo juvenil del CAR Inés Rosales.
Pese a su aparente actitud rebelde, vistos sus ideales, deriva de sus palabras una personalidad tranquila y conocedora de una vida ligada desde hace casi cuarenta años al deporte del balón oval. Se dice pronto. Cuatro décadas vinculado al deporte de sus amores. "Tengo que estar agradecido a aquel profesor aficionado que un día llegó al colegio de los Salesianos de la Santísisma Trinidad y me enganchó a esto", comenta.
Desde aquel momento, incontables horas de gimnasio -que aún continúan-, miles de partidos y cientos de concentraciones, que, afortunadamente, fueron dando resultados con el paso del tiempo. El último, este pasado fin de semana cuando se proclamó campeón de Andalucía ante el Cajasol Ciencias en el campeonato disputado en Córdoba.
Antes, y como jugador, este sevillano fue campeón de Andalucía en las categorías de infantil, cadete y juvenil. En esta última, además, logró el campeonato nacional, para dar el salto a la División de Honor del rugby español de la mano de Antonio Mejías, primero, y Felipe del Valle, después, ya defendiendo los colores del Raca.
Allí pasó los mejores momentos de su vida deportiva. Militaba en un equipo que era el referente del rugby a nivel autonómico (semejante a lo que ocurre con el Cajasol Ciencias en la actualidad). Su excelente trabajo como tercera línea le fue dando frutos para ir consagrándose como figura indispensable de un grupo que no había quién le tosiera.
Las cosas en la vida terminan, y su carrera como jugador no iba a ser menos. Pero en la mente de Richard no estaba decir adiós, más bien hasta luego. La pasión por ese deporte de contacto nacido en Inglaterra en el S.XIX, se iba prolongar hasta hoy. Por su sangre corría la droga del rugby y por ello se embarcó en la aventura de ser entrenador. En el colegio Portaceli recibió su primera oportunidad: un proyecto interesante y serio, asentado en una bases que tenían como meta dar nacimiento a un club de referencia en la ciudad. Inició su camino dirigiendo al equipo alevín, para ir ascendiendo de categoría con el paso de los años. En 1989 llegó a proclamar campeón de España al conjunto cadete.
Y es que todo trabajo tiene su recompensa y gracias, en parte, a Richard, jugadores como Leandro Fernández-Aranburu, Rafa Camacho o José Ignacio Moreno (actual entrenador del Helvetia) han llegado a militar en la Élite nacional de un deporte que en apariencia se cree duro y violento, pero que guarda una esencia de nobleza admirable. "Me he partido la cara con cientos de jugadores que al final han terminado siendo importantes en mi vida. Y es que el rugby es un deporte de villanos practicado por un grupo de caballeros que, por encima de todo, son amigos", explica.
Valora el nivel competitivo de la selección española: "Ahora hay más inversión de los patrocinadores, pero hacen falta más fichas federativas para alcanzar un nivel apropiado si queremos plantar cara a potencias del nivel de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda o Suráfrica".
3 Comentarios