El envés y el revés de los divertidísimos clásicos
Sueños esféricos
El fútbol en su máxima expresión que brindan Barcelona y Real Madrid hace que Tebas se frote las manos

EL madridismo asentirá con el gesto avinagrado por las derrotas: los partidos entre su equipo y el Barcelona de esta temporada le han dado una vuelta de tuerca más al espectáculo que suelen deparar estos partidos entre dos de las plantillas más lujosas del fútbol mundial. El partidazo en Montjuïc, que volvió a verlo medio mundo, fue como la saga de Missión imposible en la que Tom Cruise, epígono de Jordi Hurtado en el cine, enlaza escenas de acción una tras otra mientras el espectador devora palomitas. Si el fútbol ordinario fuera como los duelos entre culés y merengues, ya hace tiempo que los estadounidenses se hubieran entregado del todo a sus brazos y quién sabe si nos hubieran secuestrado las grandes estrellas europeas, como ocurre con la NBA. Pero no. El fútbol ordinario es mucho más aburrido. A veces, incluso, se interpreta de forma tan errónea que no parece fútbol, como le ocurre al actual Sevilla.
Tranquilos, por tanto. Por ese carácter tan excepcional de los clásicos contemporáneos, los norteamericanos van a seguir viendo el fútbol con reticencias. Ojalá este deporte divirtiera tanto como en el 4-3 de ayer.
Pero todo envés tiene un revés. Desde otros muchos puntos del planeta, los focos de interés se acrecentan a medida que refulge el fútbol de Lamine o Mbappé. Y eso le hace frotar las manos a Javier Tebas, al tiempo que da la razón tanto a él como a los jerifaltes del balompié que están convencidos de que la salud de Madrid y Barça equivale a la salud del fútbol español y que el tratamiento diferencial está más que justificado.
Cuando hace unos años el Barcelona estuvo a punto de quedarse fuera de la Champions, desde el madridismo surgió una corriente de opinión que defendía que su equipo necesitaba enfrente un enemigo fuerte para estimular su fuerza competitiva y que una hipotética falta de exigencia en la Liga no menoscabara su capacidad en Europa. Así que... a cuidarlos.
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