Valladolid | betis · la previa

El equipo es otra cosa

  • Junta Con el beticismo aún abochornado por el espectáculo de Lopera el jueves, el once de Chaparro se cita con el frío y la inquina Positivo El técnico trianero, talismán, sólo sabe ganar en Primera División

Con las vacaciones habitando desde hace unos días en la cabeza de más de un futbolista y con los rescoldos aún vivos de la Asamblea más vergonzosa que jamás viviese el club, afronta el Betis de Paco Chaparro a orillas del Pisuerga la última cita de este malhadado año de su centenario.

Dobla la esquina 2007 y al equipo lo coge metido de lleno en la zona de descenso. Con el aire que le ha insuflado el técnico trianero, quien ya lo mantuviese con vida hace seis meses en Santander, sí, pero con escasas opciones ya de equivocarse hasta el final del curso. Sólo la presencia en el banquillo de ese talismán todo nervio de Triana (pleno de victorias en Primera División) y la estadística más reciente del Betis en Zorrilla presagian buenos augurios. Porque el Betis sólo ha perdido en tres de sus últimas visitas a Valladolid, donde ganó hasta cinco veces consecutivas a finales de los 90 y principios de este siglo, pero donde antes de esta racha última había sido capaz de acumular hasta once derrotas consecutivas. Es decir, que la historia tomada en su conjunto tampoco es excesivamente halagüeña con los verdiblancos.

Empero, los enfrentamientos entre ambos rivales en tierras castellanas llevan años marcados por aquella victoria de despacho (0-3) que se apropió Lopera tras caer en el césped por 2-1. Fue el 10 de enero de 1999, con Clemente en el banquillo bético y Kresic equivocándose en el pucelano al dar entrada a Harold Lozano por Santamaría e incurrir en alineación indebida al sobrepasar el cupo de extranjeros.

Hoy no lloverá en la gélida ciudad del Pisuerga pero sí lo hizo mucho desde entonces y siempre hay plumas en ella que se encargan de avivar la historia en las previas de cada visita verdiblanca.

Y si el frío y la inquina jugarán en contra del Betis, hay que confiar en las dotes psicológicas de Chaparro para que su gente, a la hora del partido, se olvide de viajes y demás zarandajas y se centre en el balón.

Es fácil cogerle asco a un partido en Zorrilla, donde ganaron pequeños como Murcia y Athletic, perdieron Villarreal y Levante y sólo firmaron tablas Real Madrid y Barcelona, de ahí ese apodo de frenagigantes que le acompaña. Pero tampoco es tanto este Valladolid de Mendilíbar y pudo verse el pasado domingo ante el Sevilla. Juega con orden, presiona arriba y sabe lo que hace, fruto de la continuidad de su entrenador, pero su defensa se antoja algo flojita y en la línea de creación apenas sobresale el joven Sisi, algo escorado a la derecha.

Similar al Almería de Emery en cómo está trabajado, el conjunto blanquivioleta asoma con problemas en los laterales y con el regreso de García Calvo a una zaga frente a la que tendrá trabajo Pavone, ya que el equipo no le ayudará tanto como a favor de querencia.

En el Betis jugará el argentino, aunque si su racha no es eterna y Sobis se esmera, verá desde el banquillo más de un partido fuera de casa. Son muchos los fijos en la alineación del Betis, que repetirá con Casto en la portería, cuarteto defensivo e incluso trío de centrocampista. Aunque con Capi tocado, Somoza y el canterano Rodri, novedad de última hora en la convocatoria, parten con opciones de jugar. Edu también será de la partida y sólo resta saber si con Caffa, Damià o José Mari, con más opciones para los dos últimos para que el brasileño, desde la izquierda, busque su perfil natural. La velocidad del sevillano a la contra y la oportunidad perdida por el catalán frente al Almería obligarían a apostar por aquél.

No arriesgará apenas el Betis mientras el marcador no le obligue, como demostró cuando ganaba 2-1 a un Almería con nueve jugadores pese a la presión de sus fieles, pero que nadie espere tampoco un Betis cobarde y reservón, como pudo verse en Villarreal en los inicios o en esos contraataques postreros que tan poco valorados fueron y que debieron llevar al Betis, de mediar acierto, a una victoria sensiblemente más cómoda.

Aunque si por algo pueden apostar los béticos es porque su equipo, redivivo gracias a Chaparro y compañía, dará la cara en Zorrilla y, seguramente, se comportará con orden y concentración, que el cubo de la vergüenza ya rebosó la noche del pasado jueves y no puede permitirse el equipo abochornar aún más a sus parroquianos. Y si se cuenta con la actitud, que le vayan saliendo briznas de fútbol es cuestión de tiempo y de que las fatigas clasificatorias lo permitan.

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