Sevilla - Barcelona · frente a frente

Sin fiel escudero no hay buen caballero

  • N'Zonzi perdió la batalla ante el Barça de Busquets, al que quieren compararlo cuando sus características son otras . Messi vio el hueco a su espalda y Sampaoli se obcecó y lo dejó solo.

Steven N'Zonzi y Sergio Busquets son dos grandísimos jugadores de fútbol. Esbeltos, de figuras alargadas y rostros espirituales por lo enjuto, como pintados por El Greco. Por ahí, por esa apariencia física, y por su posición en el campo, ha podido surgir la comparación de uno y otro en ciertas tribunas de este país cada vez menos quijotesco. Pero el francés y el catalán no comparten las mismas características futboleras. Y eso, al cabo, fue clave para que el Barça se llevara el duelo caballeresco.

No hay buen caballero sin fiel escudero y N'Zonzi perdió la batalla frente a los gigantes que vio Sampaoli en el Barcelona, un señor equipo por mucho que tenga bajas de peso como Piqué o Iniesta. Al argentino le faltó realismo en su percepción del partido, antes y durante el mismo. Y N'Zonzi echó de menos un fiel escudero que le guardase las espaldas para no verse semidesnudo, apenas con las calzas, mientras un ratonero Messi le robaba el escudo, la lanza y la bacía cada vez que el longilíneo francés abandonaba la posada de su falsa posición de medio defensivo en busca de la mejor ventura de su equipo allende la marca de la medular.

Al Sevilla idealizado de Sampaoli casi le sale el plan, arriesgado, entusiasta, frenético en su carga contra los molinos de viento. El arrebato de la presión adelantada tenía en N'Zonzi la mejor figura para frenar con su larga zancada al Barça e iniciar con precisión el fútbol vertical de un equipo lanzado a la carga. En ese periodo en el que el Sevilla fue un huracán, Busquets quedó engullido por la electricidad de los interiores y los mediapuntas blanquirrojos. Era un tropel al galope lo que se encontraba el formidable medio de cierre -éste sí lo es- y las ocasiones de tumbar al coloso se sucedieron... Pero a los jinetes sevillistas les falló la precisión con la espada y Messi tuvo margen para ver por dónde se podía desangrar el Sevilla: a las espaldas de un N'Zonzi sin escudero alguno.

Con dos jugadores de vocación tan ofensiva como Nasri y Vitolo en los flancos de N'Zonzi como mejores compañeros, Messi fue apareciendo en la corona del área hasta que encontró el hueco. Un pase horizontal de Sarabia, contra vertical y N'Zonzi viendo cómo se alejaba el 10 del Barcelona. Minuto 43, primer topetazo con los molinos de viento...

Fue un choque brutal: el Sevilla y Sampaoli quedaron noqueados. Y ahí el Barcelona ya sabe lo que hacer. Porque si Denis Suárez o Rakitic no lo tienen claro, aparece Messi con un robo, un control imposible, un regate diabólico entre seis piernas...

Nasri, herido de guerra, no pudo ser el Messi del Sevilla. Y N'Zonzi cayó muerto en tierra de nadie mientras Messi ahondaba y ahondaba en la herida. Otro fallo grosero -Carriço intentando recortar ante Luis Suárez y Messi- y de nuevo el francés viendo el dorsal 10. Busquets, en cambio, jamás perdió su posición. En cualquier página estadística se podrá ver cuántas apariciones tuvo N'Zonzi en campo contrario y cuántas su homólogo Busquets. Sampaoli no lo vio. Messi, sí. Y a Busquets no le hizo falta salir de su sitio para maniatar desde atrás a un Sevilla perdido. Al quijotesco Sampaoli le faltó un realista Sancho Panza. Quizá no sepa que el fiel escudero, al final, se contagió del idealismo de Don Quijote. Ante el Barça, su Sevilla, el Sevilla de N'Zonzi y Nasri, se rindió a la realidad de Messi.

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