¡Qué malo es este Betis!

Copa del Rey · Betis - Lugo · la crónica

El equipo de Velázquez, desajustado, demostró ser peor que el Lugo. Los penaltis sonrieron a los béticos.

Foto: Antonio Pizarro
Javier Mérida

16 de octubre 2014 - 05:02

El Betis celebró, por utilizar un verbo generoso, su pase a la siguiente ronda copera de forma casi ignominiosa. Ante un Lugo con siete cambios respecto al que jugó frente al Zaragoza el domingo anterior y en su propio estadio, necesitó de 120 minutos de juego y los penaltis tras ser incapaz de marcar un gol. Y jugaron Rubén Castro y Jorge Molina. Y luego entró al terreno de juego Rennella. Y Kadir y Cejudo lo hicieron por Piccini y Bruno. Pero todo da igual. El equipo tiene perdido el norte y como bloque se muestra incapaz de generar el fútbol que lo lleve a la victoria.

Velázquez, entre agobiado y laborioso, quiso dar una vuelta de tuerca rotunda a todo lo que ha venido trabajando y ordenó una nueva disposición táctica que resultó todo un fracaso pese al aseadito juego de la primera mitad. Aseado porque lo que se ha venido viendo en partidos anteriores y lo que ocurrió luego es para echarse las manos la cabeza, claro está.

Pues el técnico castellano optó por una defensa de tres centrales con Bruno en el eje, Molinero a un lado y Jordi al otro. Perquis, que presumiblemente no podrá jugar el domingo, se quedó en el banquillo. En los laterales, muy avanzados Piccini y Álex Martínez. Por delante, Matilla como cierre con dos interiores, Lolo Reyes y Dani Ceballos, que en la segunda mitad intercambiaron los perfiles. Y dos delanteros puros arriba.

En teoría, esta disposición, amén de abrir el campo, debía ofrecer más líneas de pase, sobre todo a Matilla, bien escoltado por delante y con los dos laterales, que parecían extremos, siempre a su vista.

La idea, siempre la idea, era también ejercer una presión adelantada y cuando el Betis robó en esas posiciones gracias a sus centrocampistas, sobre todo Reyes, sí generó peligro y alguna ocasión clara, principalmente un disparo al larguero de Dani Ceballos. Pero atrás no había coordinación alguna y, encima, Piccini se creyó que jugar adelantado lo liberaba de defender.

Ítem más: en la segunda mitad y en la prórroga todo fue a menos. El Lugo se fue creciendo y el Betis anduvo peor dispuesto, ya que Kadir obligó aún más a Molinero, quien no sabía si era lateral o central diestro. El dibujo era asimétrico, pues en el otro costado Álex Martínez sí seguía oficiando de lateral. Con la lesión de Bruno casi llega el estupor, al entrar Cejudo en vez de Perquis y quedar Jordi como único central puro. Álex Martínez, ahora, era una especie de central zurdo con Cejudo por delante.

Un híbrido inasumible este Betis que su entrenador desordenó más con cada decisión y que acabó por envalentonar al Lugo cuando, además, las enormes distancias que se obligaron a recorrer muchos futbolistas verdiblancos los desinflaron. La presión era cada vez menos profusa y más descoordinada y los de Quique Setién olieron la sangre.

En la segunda mitad, con Matilla y Reyes cada vez más exigidos mirando a la banda izquierda, el Betis llegó a estar a merced de los gallegos. Encima, no fue capaz de generar una sola ocasión de gol clara y sufrió dos en los estertores del partido que debieron enviarlo a la lona. Dani Giménez evitó que entrase un cabezazo de Jon García en el minuto 91 y Samu, en la jugada siguiente, cabeceó en plancha fuera sin oposición. En la prórroga, sobre todo en su primera mitad, porque la segunda sobró, acrecentó el Lugo esa sensación de superioridad con dos ocasiones claras y más dominio por una sola de Kadir para los verdiblancos. Pero el partido, que el Lugo a los puntos hubiese ganado, lo acabó perdiendo desde los once metros, cuando la eficacia del Betis en nada se pareció a la mostrada durante el resto del encuentro.

Una clasificación, en suma, que incrementa la situación de desconcierto que vive el equipo y que vuelve a apuntar directamente a la figura de su entrenador, quien se supone que trabaja mucho y lo intenta de todas las maneras pero no da con la tecla. El equipo hace el ridículo ante rivales como Ponferradina, Albacete, Mirandés o este Lugo que sí demostró orden y concierto. El Betis se queda en las ganas y da una imagen de impotencia a veces que mueve a la grima. ¡Qué malo es este Betis, Dios!

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