Tres muros y mil triángulos

sevilla - barcelona · el rival

El Barça de Luis Enrique, más agresivo que el de Guardiola, basa su éxito en un físico fuerte, una gran presión tras pérdida y la velocidad de las paredes.

Luis Enrique, rodeado de sus futbolistas en un 'impasse' de un entrenamiento del Barcelona.
Luis Enrique, rodeado de sus futbolistas en un 'impasse' de un entrenamiento del Barcelona.
Jesús Alba

06 de noviembre 2016 - 05:02

Todo es muy fácil con jugadores de la calidad, técnica y física, que disfruta Luis Enrique, un entrenador que ha crecido, como Guardiola, en la estela del ganador. El modelo Barça pule un tipo de futbolista muy específico y también vomita entrenadores de un perfil claro. El aprendizaje está en casa, no hay necesidad de manchas ni sufrimientos anteriores. Tampoco nada que demostrar... es el Barça.

En este caso, Luis Enrique sí ha sabido dar un matiz más agresivo al fútbol de un equipo que lleva años jugando a lo mismo. El rondo es la esencia del entrenamiento desde la época de Rinus Michels, en los setenta. Cruyff lo ensalzó poniéndolo en las paredes de todos los vestuarios como los crucifijos en las aulas de los colegios y Gullit y Guardiola le dieron una vuelta de tuerca más, particularmente el de Santpedor.

Claro que esa agresividad la perdió el Barça con Pep en el momento que barrió a Eto'o y a otros delanteros que vinieron detrás (Ibrahimovic y en menor medida Villa por su perfil más móvil). Ahora, esa agresividad está presente de nuevo y también se palpa en una presión más adelantada que ahoga al rival. Con el tridente que forman Messi, Neymar y Luis Suárez es imposible relajarse. Movilidad, verticalidad, fiereza ante el gol, fantasía...

SIN BALÓN

La recuperación del balón no suele ser un problema en un Barcelona al que raramente le hacen correr en un partido. Citas como la del pasado martes y rivales como el Manchester City son una excepción. Un trabajado concepto de la presión tras pérdida es una de las claves y lo que permite al tridente a menudo destrozar adversarios en desorganización por encontrarse en plena fase de despliegue.

Si el contrario logra pasar la primera línea de presión, en la zona media hay mecanismos que forman otra barrera casi infranqueable para los rivales. Primero, superioridad numérica con la posicición de los laterales largos, segundo, la ayuda de los puntas superados que retroceden, y, tercero, el perfil de jugadores que unen a su calidad un gran sentido del esfuerzo y el desgaste: Rakitic, André Gomes, Rafinha, Jordi Alba...

Si algún equipo tiene la suerte de pasar estas dos grandes barreras se encontrará con la pulcritud en el corte y el sentido de la colocación de su última fila, el triángulo cuyo primer vértice es Busquets y que se cierra con Piqué -y su baja es un agujero por el que se puede meter mano-, y Mascherano.

CON BALÓN

La salida de balón, más rebuscada con Ter Stegen, genera más incendios que antes (pérdida de Sergi Roberto ante el City) y los rivales lo aprovechan más que antes. Si no, el continuo cambio de posiciones y los avances en triangulaciones desordenan al equipo mejor organizado, todo a mayor velocidad conforme avanza en el campo. Si en la zona de enlace el fútbol ya es vertiginoso, en la de finalización el rival sólo puede ver sombras. Facilidad para bascular de una banda a otra, paciencia y habilidad para hacer aflorar los huecos, aunque la baja de Iniesta significa que todo baje un punto.

LO MEJOR

Parece broma, pero practica un fútbol sólo posible con un gran físico, uno de sus puntos fuertes.

LO PEOR

Irremediablemente tiene que haber espacios atrás y puede sufrir.

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