Real madrid-betis

La probeta de Mel estalla en un minuto (5-0)

  • El Betis apostó por un doble cerrojo en las bandas y permitió por la derecha un temprano centro de James que lo desnudó. Una falta inexistente y la voracidad del Madrid lo despersonalizó aún más hasta la goleada.

Pepe Mel habrá escarmentado. No se equivocó ayer el entrenador del Betis, pero sí realizó retoques en la alineación y en el sistema que provocaron que el Betis fuera menos Betis. O, cuando menos, que el Betis no pareciese casi nada al Betis de Mel. Ese equipo de presión y a la vez osado, con toque y, si quieren, hasta jacarandoso no compareció en el Bernabéu. Y, lo peor, el resultado fue el de casi siempre, una goleada en contra, aunque no fuera ése el marcador hace justo dos años cuando los verdiblancos, también con el de Hortaleza en el banquillo, hostigaron y acoquinaron al Madrid por momentos, a punto casi de salir por su pie del coliseo blanco.

Hace años, quizá esa misma temporada referida, el técnico renunció a su catecismo en Montjuïc y perdió ante el Espanyol. Arribaba el Betis a la montaña mágica inmerso en una ominosa racha de derrotas y era obligado menear el manzano. Pero, tras ver el resultado, se juró no hacerlo jamás. Y cumplió su promesa. Y, como siempre, sorteó las derrotas y volvió a ganar. Y su Betis volvió a jugar bien. Apuesten a que el tándem Molinero-Vargas no se repite más. Ni eso ni titularidad tan perenne como la de algunos que también jugaron ante el Villarreal.

Lo cierto es que Mel quizá abusara de conservador con su alineación, con ese 4-4-1-1 de acusado perfil guerrillero además. Aquellos que lo criticaban por sus planteamientos ofensivos, por su fútbol de toque y gusto, pueden adobarse ahora de razones para echarle en cara su pávida puesta en escena.

Pero el madrileño, aunque no pase por un técnico de esos que andan todo el día en el laboratorio viendo partidos, sí que lo hace. Y conoce al Madrid y a su colega Benítez como nadie, de ahí que quizá se obsesionase en demasía en doblar las bandas sabedor de que el vértigo de los merengues asoma cerca de la cal. Porque para James y Cristiano Ronaldo una sola valla no significa obstáculo alguno. Quizá el problema estribase en que Cejudo no anduvo excesivamente fino en su vigilancia sobre Marcelo y a Vargas se lo notó excesivamente desubicado en tareas defensivas con una unidad por detrás de él.

Sí es menos comprensible que, en un partido en el que pretendía que la táctica fuese quizá la más decisiva de sus armas, no apareciese en el once inicial el futbolistas más dotado en esa cualidad del juego. Jorge Molina, amigo de un fútbol inteligente y clarividente incluso en medio de una turbamulta, se quedó sentado junto a Mel en el banquillo.

Prescindía, a su vez, el Betis de talento en favor del músculo. Desaparecía también Portillo, emergía en el once Molinero, quizá para evitar lo que hizo James justo rebasado el minuto: buscar un centro de interior con su pierna buena en lugar de ganar la línea de fondo. Lógico. Ni el lateral a banda cambiada ni Vargas lo inquietaron y Bale, entrando desde atrás sin marca, hizo el 1-0 excesivamente pronto. ¿Para qué jugar con dos medios centro defensivos si ninguno es capaz de echar una mano a los centrales en jugadas de ese corte?

La otra novedad del once era la de situar a Dani Ceballos donde lo hizo Luis de la Fuente en el Europeo sub 19: con libertad por detrás del punta. El utrerano, por supuesto, aceptó el reto y desarrolló con pulcritud su labor, aunque quizá caído a la izquierda con Vargas por detrás y Jorge Molina en esa mediapunta...

Es escribir por escribir, a toro pasado, porque enfrente estaba el Madrid, con entrenador nuevo y de estreno ante un Chamartín abarrotado. Y tras una faena desaliñada en Gijón. Aunque, no en vano, fue el retoque de Mel tras el descanso y la prueba de que estando el Realísimo enfrente casi todo da igual.

Como en la primera mitad, antes del minuto dos, un centro desde la derecha, en este caso de Bale, fue rematado a quemarropa por Benzema (3-0). Es decir, hubiese sido lo mismo. Entre el Madrid y el Betis existe hoy una falla abisal. Y, de propina, lo de siempre: el 2-0, un golazo de James tras un latigazo de libre directo, había tenido como asistente al asistente. ¿Cómo? Sí, que fue éste, el de la banda derecha, el que impelió al árbitro a señalar una inexistente falta de Molinero sobre Cristiano cuando él mismo había dado luz verde al robo de balón del lateral verdiblanco.

Ese gol, además, había llegado con el Betis asentado tras el zarandeo de los doce primeros minutos, cuando el 1-0 al descanso quizá hubiese intranquilizado al gigante. En descargo de Mel, cuyo planteamiento, equivocado o no, echaron abajo en un minuto sus futbolistas, hay que decir también que carece seguramente en su plantilla de la cualidad más necesaria para jugar como a él le hubiese gustado junto al paseo de la Castellana: la velocidad. Ahora llega el parón y Mel dispondrá de dos semanas para ajustar el equipo de cara a los partidos que le llegan de su liga. Lógicamente, si se suman un extremo y un delantero rápidos, sus probetas raramente estallarán.

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