Betis | rayo vallecano · el otro partido

Con las señales de la grada

  • La afición corea el nombre de Pepe Mel, el principal artífice del cambio de cara de este Betis · El técnico consigue que los líos institucionales se alejen del estadio

No hace tanto tiempo en Heliópolis se estaba más pendiente de lo que sucedía en el palco que de otros menesteres. Incluso cuando el Betis aún optaba a conseguir el ascenso, la gente se acordaba de Manuel Ruiz de Lopera o de sus adláteres, algunos de los cuales continúan apareciendo por la zona (in)noble del estadio. Pero este Betis de Pepe Mel ha conseguido algo que parecía imposible, y es que la gente se olvide de los líos institucionales para centrarse únicamente en lo deportivo. El mensaje de Mel no sólo ha calado en su plantilla, que compite al margen de impagos u otros asuntos, sino también en los aficionados, que se dedican a disfrutar de su equipo de fútbol.

La muestra definitiva se produjo mediado el segundo tiempo, aunque ya se atisbó en Salamanca. "Pepe Mel, Pepe Mel, Pepe Mel...", coreó la grada cuando su equipo ya ganaba tres a cero, recordando a esos cánticos de hace 20 años cuando era el propio Mel el encargado de materializar las ocasiones. La grada señalaba al máximo responsable del área deportiva, por más que algunos quieran arrogarse los méritos, que ha cambiado por completo la cara de un equipo que protagoniza un arranque excepcional.

En cada semana, el Betis se encuentra un problema extradeportivo. Desde un cambio de presidente a un plebiscito por el nombre del estadio; desde el impago a los jugadores a un auto de la juez; de una declaración rimbombante de Oliver, algo cada vez más habitual, a otra de Lopera. Mel navega cada semana con todos estos asuntos, los maneja como puede en la sala de prensa y en el interior del vestuario y, sobre todo, la mejor respuesta se produce sobre el campo, cuando el equipo responde a la perfección a lo que el partido demanda en cada momento. Y el bético lo reconoce como cuando al final del encuentro obligó a los jugadores a acudir al centro del campo para recibir una ovación de las grandes.

Mel ha conseguido que el Betis afronte los partidos con los argumentos que sean necesarios. Con balón o sin su posesión, con la estrategia o al contragolpe, el equipo bético lleva a su terreno cada minuto del duelo hasta adueñarse del resultado. Sólo se llevan disputadas diez jornadas del campeonato, pero las credenciales presentadas por este Betis sólo tienen como destino el ascenso de categoría. 25 puntos de 30 posibles, una marca que no ha sido conseguida por ningún líder del siglo XXI y que ya pertenece al Betis de Mel.

Los méritos del técnico, hasta el momento, no sólo se reducen a lo expuesto sino que ha ido ganando para la causa a jugadores casi en cada semana. Primero fue Emana, quien después de un verano movido, asumió el liderazgo con brazalete incluido. Luego llegaría la pléyade de canteranos, ejemplificados en Beñat pero que continúa en Ezequiel o el mismo Miki Roqué. Finalmente, aparecen las revelaciones, con un Dorado que otorga solidez a la defensa y con un Rubén Castro, apuesta personal del técnico, que recupera su mejor versión de siempre.

En Heliópolis hacía tiempo que no se escuchaba a la afición corear el nombre de su entrenador y Pepe Mel ya lo ha conseguido. Y es que las señales de la grada lo colocan como el responsable de convertir al Betis en un equipo fiable, que olvida las excusas y que es líder de la categoría por méritos propios.

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