Resaca gorda tras el cierre de la ventana estival y a ver quién hubiese adivinado que el Barça iba a pasar de una delantera con Griezmann, Messi y Neymar a otra en la que estarán Memphis, Braitwhaite y Luuk De Jong. Y así el panorama nos estalla en la cara un Suecia-España que se antoja capital para una plaza en ese Mundial tan surrealista que discurrirá en el invierno del año que viene en Qatar. Un choque vital para depender de sí mismo.

Pero volviendo al cierre de mercado, que me vino a parecer un combinado con una parte de frenesí y dos de esperpento, con ese alargue gratuito para que la gran carambola fructificase. Y a ver a partir de esto si hay argumentos y fuerza moral como para echarle para atrás una inscripción al que le cogió por la faja el toro de la hora. Fueron escenas surrealistas, con ese Mateu Alemany mesándose los cabellos primero y saltando alborozado cuando lució la luz verde.

Fue el cierre de un día que trajo la buena noticia del fichaje de Bellerín, con lo que la gestión de Antonio Cordón en esta ventana, tan vituperado por la exigencia ambiental, ha sido sobresaliente. Un día en que el madridismo y su hagiografía, siempre tan celosa, estaban con la cafinitrina bajo la lengua por culpa de ese jeque que hizo valer sus derechos, nada más y nada menos. Por lo tanto, el culebrón Mbappé continuará hasta enero o junio, sólo Dios sabrá hasta cuando.

Una buena noticia para el hincha y muy mala para el tesorero fue que Koundé seguirá evitando goles en el Sevilla. Pero este jueves y mientras se pasa la resaca del cierre de mercado nos aparece un Suecia-España que aunque llega con sordina es de una importancia capital para nuestra selección. Suecia nunca se nos dio bien y eso suele acarrear malos rollos, pero la realidad es que si no arrancamos algo de allí, el camino a Qatar se nos hará más complicado de la cuenta.