Andalucía pierde 80.000 explotaciones de olivar en 20 años con 200.000 hectáreas más

 COAG Andalucía atribuye este fenómeno, en parte, a la entrada de fondos de inversión que "perjudican al modelo profesional y de agricultura y desalientan el relevo generacional"

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Explotación olivarera
Explotación olivarera / Archivo

Sevilla/ COAG Andalucía lo llama la uberización del campo. Se trata de un fenómeno de concentración de la tierra en manos de unos pocos fondos de inversión, un proceso en el que “pasamos de una agricultura de personas agriculturas a otra con grandes empresas y empleados”, según afirma Álvaro Areta, responsable técnico de COAG. Alentados por la “desregulación de políticas públicas”, la “apertura comercial”, el hecho de “contar con subvenciones” y una demanda asegurada, estos fondos construyen economías de escala para buscar rentabilidad y anulan, se dice desde COAG, la autonomía del productor. “En el momento en que detecten que no hay beneficio no tendrán miramientos en marcharse a otro lugar, abandonando a las personas”, dice Areta.

Combatir este fenómeno es lo que se ha propuesto COAG-Andalucía, que este miércoles presentó en Sevilla su estudio ‘La uberización del olivar español: zoom en Andalucía’, que sostiene que la progresiva entrada en el campo de los fondos de inversión “frena la incorporación de jóvenes e hipoteca el desarrollo del medio rural y la lucha contra el cambio climático”, en palabras de Miguel López, secretario general de la organización en Andalucía.

El debate está ahí y COAG está dispuesta a dar la batalla para que no ocurra como en Marruecos y Portugal, donde el desarrollo del olivar se ha fundamentado en la entrada de grandes empresas al calor del embalse de Alqueva. Otros actores, como Cooperativas Agro-Alimentarias, cree que, de momento, en Andalucía no son una amenaza real. “El problema es que no encuentran superficie, no existen esas grandes fincas con las dotaciones de agua; ahora bien, allí donde entran, compran. Creo que son un actor más y ahora mismo poco representativo”, decía hace unos días en un encuentro con los medios Rafael Sánchez de Puerta, responsable de Aceite de Oliva de Cooperativas Agroalimentarias. Sin embargo, para Juan Luis Ávila, responsable del sector olivarero de COAG, “este es el inicio de un camino y nos preocupa mucho”.

El caso es que, según COAG, ese proceso de ‘uberización’ ha influido para que en 20 años se hayan perdido el 59% de las explotaciones de olivar a nivel nacional (de 602.250 en 1999 a 247.318 en 2020, según el Censo Agrario que elabora cada década el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que la producción de aceite de oliva ha crecido más de un 65%. En Andalucía este descenso es bastante menor (32,19%) y siguen siendo muy numerosas las perqueñas explotaciones, pero aun la evolución es muy significativa. La comunidad ha pasado de 243.867 explotaciones a 165.364, mientras que el número de hectáreas ha pasado de 1.426.505 a 1.640.675. Es decir, 80.000 explotaciones menos y 200.000 hectáreas más.

Eso ha hecho que la dimensión media de cada explotación olivarera se sitúe en 18 hectáreas en 2020, más del triple de las 5,8 de 1999. Y que las parcelas de más de 100 hectáreas hayan pasado de 5.087 a 17.368.

Ello no se debe solo a la entada de los fondos, sino también a procesos de concentración lógicos para ganar tamaño. Areta no precisa cuántas hectáreas están en Andalucía en manos de estas corporaciones, debido, dice, a la “falta de transparencia”. Sí que asegura que su penetración es mayor en provincias como Córdoba, Sevilla y Cádiz, ya que allí las fincas son más grandes y permiten posicionarse mejor a los fondos. A Jaén no han llegado apenas porque el sector está mucho más atomizado y no interesa comprar fincas de dos, tres, cuatro o cinco hectáreas, afirma Ávila.

Algunos fondos citados en el informe

El informe de COAG cita varios fondos protagonistas en el olivar como Atitlan, que vendió en 2022 9.000 hectáreas de olivar a grupo De Prado por 73 millones; Beca & Bolschare Iberian Agribusiness, que cuenta con 1.500 hectáreas en Portugal y Castilla La Mancha, algunas con certificación ecológica y almazara propia; SLM Partners y Fiera Capital, que ha adquirido Innoliva, empresa que ya contaba con 9.000 hectáreas de olivar en Extremadura y El Alentejo, 2.000 de ellas ecológicas. También menciona a Miura Partner y su alianza con Cándido Miró, empresa de aceitunas conocida por su marca Serpis; y a CVC, dueña de Deoleo y propietaria de marcas como Carbonell, Koipe y Hojiblanca.

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