La Macarena abre una tienda con alma

Juan Antonio Fernández Cabrero
Juan Antonio Fernández Cabrero / M. G.

Sevilla, 02 de junio 2019 - 05:00

QUÉ alegría nos dado la Hermandad de la Macarena con la apertura de una tienda en la calle Hernando Colón. Gracias a este comercio la calle tendrá un poquito de sabor sevillano auténtico, de alma en clave local, la que cada día se echa más en falta en la Sevilla turística generada en torno a la Catedral, donde casi todo son franquicias despersonalizadas y tiendas de venta de recuerdos a granel, todos son turistas zarrapastrosos, paelladores, rótulos estridentes y bares con una decoración de pretendida solera a la búsqueda de la pátina del tiempo que, efectivamente, solo da el tiempo y no el diseño. Así que la alegría por esta apertura es doble: una tienda macarena en pleno corazón del centro evita un local ocupado por una multinacional de quita y pon de las que venden helados, bocadillos o cocina marroquí.

Juan Antonio Fernández Cabrero, el cántabro que ha llegado a hermano mayor, lo está bordando de nuevo con esta iniciativa. Si la Macarena está lejos de la Catedral, Cabrera la acerca a ella todo el año. Si el espléndido museo macareno está lejos del templo metropolitano, ya se pueden comprar las entradas muy cerquita de la Puerta del Perdón y hacer tranquilamente la ruta por la Encarnación, Regina y calle Feria. Y se consigue así el objetivo del alcalde de llevar a los turistas hacia la zona norte. Y en el museo podrán ver desde la sotana de Pablo VI hasta el casco del antiguo uniforme de los armaos.

Con la tienda de la Macarena ha pasado como con la esquina del bar Laredo, que cuando acabó el contrato con Robles, a puntito estuvo de acabar el local en manos de una multinacional de la hamburguesa. Por fortuna, la familia Robles hizo un esfuerzo, aumentó el canon y se quedó con el local. En una Sierpes chabacanizada, donde las franquicias tienen copada una calle que cada vez está más enfocada al turismo masivo, los comercios tradicionales no son ya ni un tercio del total. Por eso fue tan importante que una firma de hostelería Sevilla y de prestigio se mantuviera en esa esquina donde antaño abrió el Laredo.

Cuando la Macarena organizó el festival taurino el pasado octubre dijimos que la hermandad le hacía un favor a la Fiesta Nacional al apostar por ella para obtener ingresos para su obra social, nada menos que 200.034 euros. Un exitazo. En momentos de crisis para los toros, un espectáculo cada día más atacado desde diversas instancias, la Macarena le echó un capote a la fiesta como hoy se lo echa, tal vez sin saberlo, a un centro histórico cada vez más convertido en parque temático.

En la calle Hernando Colón, donde estaba el antiguo mercado de las sedas que daba ambiente al entorno de la mezquita mayor, se podrán comprar esos alfileres que reproducen las mariquillas de la Virgen, quizás el recuerdo más original de cuantos se pueden adquirir en la tienda oficial. La Macarena crea una nueva fórmula de acercamiento a la sociedad por medio de un comercio a modo de embajada. Cabrero, que se sabe el oficio de vender productos como pocos, aprovecha la denominada turismofobia que lastra el centro para sacar tajada. Si el Dios teresiano está en los pucheros, la Macarena está presente de algún modo en esas calles tan necesitadas de autenticidad. No queda un bar sevillano en la Avenida, muy pocos en Mateos Gago y todo lo que hay está dedicado al turismo que cena a las siete de la tarde y que ha impuesto sus horarios a la clientela local, que ha terminado por evadirse. Pero ya tenemos el comercio macareno que nos reconcilia con el centro que perdimos.

La plaza de Nuestro Padre Jesús de la Redención
La plaza de Nuestro Padre Jesús de la Redención / Pablo Lastrucci

Sin entrada en Santiago

La Plaza de Nuestro Padre Jesús de la Redención estaba preciosa la noche de la procesión de regreso de la Virgen de los Ángeles. La hermandad de la Redención montó la rampa interior para que el paso pudiera acceder al templo. Todo estaba preparado con gran ilusión, pero cuentan que el capataz desaconsejó la entrada sobre la marcha. Cuestión de medidas. La Virgen se quedó a las puertas, se rezó y el paso continuó por la calle Santiago a la búsqueda de la capilla. ¿Una pena? A muchos les hubiera gustado la estampa de ese precioso paso dentro de Santiago, pero imperó la prudencia.

Cabrera

La victoria del PSOE en las elecciones municipales debe suponer la continuidad del modelo de seguridad de Semana Santa que con bastante éxito ha diseñado el equipo del concejal Juan Carlos Cabrera y el director general de Seguridad y Emergencias, Rafael Pérez. El teniente Cabrera debe seguir en la parcela por el bien de la Semana Santa. Se debe mantener aquello que funciona. Pérez se conoce la Madrugada al dedillo y se ha coordinado la mar de bien con los responsables de Movilidad. No conviene asumir riesgos en una jornada tan vulnerable y que poco a poco va recobrando la normalidad. Ya que continúa el mismo alcalde, es muy conveniente consolidar el modelo en los próximos cuatro años y afianzar la recuperación.

Elecciones

El 26 de junio se vota en Los Terceros. Habrá dos candidaturas. Por un lado se presenta Álvaro Enríquez, actual diputado mayor de gobierno, y por otro Ignacio Lechuga, teniente de hermano mayor. Nuevamente es una lástima que no se haya podido conformar una única candidatura, pero ya sabemos que la concurrencia de varias listas está a la orden del día.

Vídeos electorales

Esta semana ha circulado por las redes el vídeo del encuentro de un candidato a hermano mayor con los hermanos de la cofradía. Llaman la atención las similitudes con las formas empleadas por los partidos políticos. El lenguaje, el estilo del candidato, el micrófono de diadema, etcétera. Y ese tono de arenga en determinados momentos. Está claro que la política todo lo embadurna. Y todo el mundo hace ya presentaciones oficiales, logos, panfletos de propaganda, etcétera.

Llamativo

Resulta curioso que en la emisora de la Conferencia Episcopal se entrevista a sacerdotes tratándoles de tú. Primero, por respeto al ministerio. Segundo, por consideración con los oyentes que no tenemos por qué saber de las confianzas entre el entrevistado y el entrevistador.

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