Tiene razón el pregonero de la Semana Santa cuando defiende que no hay que estar todo el día dándole vueltas a cambiar algunas de las costumbres, usos y tradiciones que marcan la principal fiesta de la ciudad. La Semana Santa evoluciona sola, de forma natural y sin tener que forzarla, salvo que ocurran hechos como los relacionados con la obligación de garantizas la seguridad. Juan Miguel Vega acudió al Ateneo para mantener una justa, saludable y equitativa tertulia con Fernando Fabiani, secretario general de la Docta Casa. A Vega le preguntaron si introducirá algún tipo de complemento durante el Pregón, puesto que en en los últimos años hemos visto desde guitarras hasta la interpretación de marchas en determinados pasajes.
Parece que el orador de este año lo tiene claro: no se apoyará en ningún recurso extraordinario. Confianza en la palabra y sólo en la palabra. Recuerdo que a la salida de un pregón le comentamos a Francisco Rivera Ordóñez que el orador había dado una suerte de "ayudado por alto" al apoyarse en la interpretación de una marcha musical. Rivera exclamó: "¡Pues hay ayudados por alto que son muy difíciles de dar!".
Vega es de los que piensa que buenos pregones se defienden solos, como la buena melva no necesita mayonesa. No nos pareció, mucho ojo, que el pregonero de 2024 tuviera nada en contra de recursos al margen de la oratoria. Cada cuál es libre. Y la música, por supuesto, es otra vía para llegar a Dios. Tan legítima como hermosa. Pero sí dejó una reflexión interesante sobre quienes se empeñan en que por narices haya que cambiar la cosas por pura novelería: "Hay un interés desmesurado en modernizar las tradiciones". La propia Semana Santa, como decimos, está en continuo cambio. Y, como apuntó Vega, la de los años veinte de la pasada centuria se diferencia mucho, muchísimo, de la actual.
Por cierto, la marcha elegida por el pregonero se sabrá en las vísperas del Miércoles de Ceniza. Cuando Fabiani le preguntó si nombrará a todas las hermandades, oímos una de las perlas de la noche: "Es que hay una jartá...".
