El Fiscal

El prestigio de Baquero

Fernando Baquero

Fernando Baquero / José Ángel García (Sevilla)

Hay una serie de cofradías que todos conocemos con la suerte de contar con antiguos hermanos mayores que han funcionado o funcionan como garantía de estabilidad, buen criterio, autoridad moral y el suficiente poder para mediar, arbitrar o templar en caso de necesidad. Hay casos en que estas funciones recaen en una supuesta junta consultiva, pero en la práctica todo pasa por las personas. Y nada mejor que un ex hermano mayor respetado para echar un capote, apagar un fuego o promover el orden en caso de emergencia, duda o zozobra. Este papel lo cumplió a la perfección durante muchos años don Fernando Baquero en la Redención. También lo hicieron o hacen otros, por supuesto. Pero hoy toca hablar de Baquero porque se nos fue el pasado viernes. Y con él hemos perdido una de las mejores versiones del concepto de hermandad de Sevilla, no ya de la Redención. Baquero era para muchos una referencia sólida, la ventanilla donde preguntar qué está bien y qué no se debe hacer, esa suerte de curtido senador al que recurrir en días de duda y crisis. Eso era hermoso, un verdadero patrimonio que ahora se echará irremediablemente en falta. Baquero personificaba el valor del prestigio, como este periódico le reconoció en vida. Y eso es cada vez más difícil de encontrar no ya en el mundillo de las cofradías, sino en la sociedad que nos ha tocado vivir.