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Begoña Arana | Fundadora y directora general de Nuevo Hogar Betania

"La pandemia nos ha dado la oportunidad de ser más solidarios"

Begoña Arana.

Begoña Arana.

Begoña Arana (La Línea de la Concepción, 1985) está diplomada en Trabajo Social y tiene el Grado en Criminología y Seguridad Pública, además de varios másters en mediación familiar, terapia sistémica, dirección de centros de servicios sociales y recursos humanos. Además es experta en extranjeria y cooperación internacional y en management project…  Una intensa formación que acompaña a su labor desde 2005 en programas de la cárcel de Algeciras, su trabajo en el punto de encuntro familiar del Campo de Gibraltar o en el Hogar Betania cuando pertenecía a Cáritas Diocesana de Cádiz. Lleva más de media vida dedicada a los demás. En 2014 recibió el premio Andaluces del Futuro, que otorga el Grupo Joly y Bankia. Y en 2019 recibió el premio Princesa de Girona por su liderazgo y compromiso personal que le ha permitido poner en marcha un exitoso proyecto social, Nuevo Hogar Betania, que presta atención a personas en riesgo de exclusión en el Campo de Gibraltar, un nuevo centro con las 13 líneas de acción social impulsadas desde 2011 y que ha empezado a exportar su modelo.

–Nuevo Hogar Betania es algo que está en su ADN.

–Está clarísimo. Y no me veo en un lugar diferente en el mundo.

–¿Quizás no hubiera emprendido este proyecto de haber nacido en otro sitio?

–Desde muy pequeña me ha gustado aportar mi grano de arena con las personas con dificultades y así fui amasándolo hasta que se gestó la entidad que fundé y hoy dirijo.

–Cuéntenos cómo fueron sus inicios.

–En casa de mi abuela materna siempre he podido vivir y saber desde niña qué era la solidaridad. Ellos eran muy generosos y dadivosos con los vecinos y los necesitados. También mi madre se ha dedicado siempre al mundo social y mi padre, al de la justicia. Y el proceso de ayuda ha sido siempre muy cercano a mí, pero no la ayuda caritativa, sino profesionalizada. 

–Y en ese mundo se inicia con  16 años.

–Sí, con esa edad empecé un voluntariado en el barrio donde me crié, en San Bernardo de La Línea de la Concepción. Y a partir de ahí empecé a participar en movimientos sociales, a ser voluntaria del pequeño albergue que había antes en el pueblo y fue entonces cuando empecé a esbozar lo que hoy soy.

–¿Qué obstáculos encontró en su emprendimiento?

–Muchos. Hay muchas entidades con nombres y renombres, entidades grandes... y crear algo desde la nada es muy complicado y lleva un proceso administrativo y jurídico en el que nadie te ayuda. Por ejemplo, tienes que estar al día en todo lo que es normativa jurídica, actualizarte continuamente para hacerlo bien. El emprendimiento social no es nada fácil pero siempre me han acompañado la ilusión y las ganas... ha sido mi fortaleza.

Begoña Arana posa junto a la Reina Letizia. Begoña Arana posa junto a la Reina Letizia.

Begoña Arana posa junto a la Reina Letizia.

–Ha evolucionado de lo local a lo nacional.

–Sí, empezamos siendo algo muy pequeñito, una entidad de actuaciones locales, pero después de diez años de historia, nueve registrados oficialmente, puedo decir que generamos un impacto a nivel nacional. Estamos trabajando en distintos puntos de la provincia de Cádiz, también en las provincias de Sevilla y Málaga; tenemos actuaciones ambulatorias en el resto de las provincias de Andalucía, sedes en la Comunidad de Madrid y Extremadura y en las islas Canarias, concretamente, en Tenerife.

–Acompañais a personas en exclusión social. Cuéntenos cuál es el abanico.

–Abarcamos todo lo posible, desde la atención a menores, mujeres, familias, migrantes... Nos enfocamos en todas las áreas del posibles e intentamos enfocarlos hacia una normalización.

–¿Qué le pide a las administraciones públicas?

–Que nos escuchen, que no generen normativas y bases reguladoras sin escuchar a las entidades que estamos al pie del cañón. Sobre todo, ahora que ya podemos escribir un relato de todo lo que el Covid y la crisis social que ha acompañado a la sanitaria ha supuesto. Hemos sido los que hemos estado, y seguimos estando, más cerca de la sociedad, no hemos cerrado nuestras puertas, seguimos acompañando a las familias más necesitadas. Y pedimos un mayor presupuesto. Confiamos en que ahora la Administración pública de un giro y se beneficien más las políticas sociales. 

–¿Es posible también una mayor implicación y responsabilidad social de las empresas privadas?

–Eso es muy importante. Y se puede hacer, por poner un ejemplo, con el tema de la alimentación: al margen del banco de alimentos, se pueden buscar otras opciones para no tirarlos a la basura y que entidades medianas o pequeñas se beneficien de ellos y se genere una colaboración con otras empresas de otros sectores.

–¿Cuántos proyectos tiene en marcha en estos momentos?

–Unos treinta en total, dedicados a mujeres, familia, alimentación, empleo... un volumen de trabajo increíble que, en definitiva, lo que hace es una intervención holística a todas las áreas que repercuten en la vida del ser humano e intentar no sólo reparar un daño, sino movilizarlo para reconducir el camino de su vida, que seamos el puente para poder poner en marcha de nuevo el mecanismo hacia la normalización.

"Las Administraciones deben escuchar a quienes estamos al pie del cañón antes de generar normativas”

–¿Cuál es la clave para convertirse en referente?

–Lo importante es estar muy pendientes y próximo al territorio, escuchar las demandas, buscar la forma de poder trabajar de manera respetuosa... Es clave que la metodología de trabajo sea muy activa, no enlatarse.

–¿Qué diferencia a Betania de otros proyectos?

–Yo creo que brilla mucho el talento, la juventud, la formación de las personas que participamos en el proyecto. Nuestras ganas, la esperanza en un cambio de vida y  modelo asistencial diferente. Nuestra metodología de trabajo es muy entusiasta y eso explica que haya tantas personas que hayan conseguido cambiar su destino.

–¿Qué es lo mejor y peor de su trabajo?

–El día a día es lo más gratificante, saber que brindamos oportunidades a personas desconocidas, pero lo peor es la dificultad que entraña, pues trabajamos con seres humanos, con una población con estructuras familiares y personales muy complejas pero que nos permiten trabajar con ellos.

–¿La pandemia es una oportunidad para ser más solidarios?

–Yo creo que sí.  Como entidad hemos acogido en el Campo de Gibraltar a todas las personas que se encontraban en situación de exclusión social, a todas, con todas sus casuísticas, desde problemas de adiciones a enfermedades mentales con o sin diagnóstico y tratamiento. Hemos dado una oportunidad de oro a todos los que habían sido olvidados en ese hashtag de #quédateencasa y que han tenido un espacio para dormir, ducharse y comer y también para encontrar una oportunidad de vida para su futuro.

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