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Belén Ortega | Dibujante de cómic e ilustradora

"En España no creemos en superhéroes"

Belén Ortega.

Belén Ortega. / M. G.

Belén Ortega (Granada, 1986) se da a conocer en inglés en las redes: comic book artist & illustrator. Se licenció en Bellas Artes, pero su pasión por el manga la llevó a meterse de lleno en este mundo. Ganó premios con su primera obra, Hiwamari. Publicó Pájaro Indiano, Marc Márquez, la historia de un sueño, colaboró en la saga de Millenium, ilustra para FNAC y para Pull&Bear, trabaja para Marvel y para DC ("la de Batman") y... odia el rosa hastiada de vestirlo de niña.

–¿De verdad es el cómic el cine de los pobres?

–Ni mucho menos. Eso deja al cómic en muy mal lugar.

–¿Se enfada si le dicen que dibuja tebeos?

–El tebeo es cómic, el cómic es tebeo, el cómic es manga, es mercado americano... Es más bien la intención con que se diga que la palabra.

–¿Los lectores de tebeos viven en un mundo paralelo?

–Tienen otras inquietudes. Yo los leía de pequeña y me aficioné al manga con 11-12 años. Tampoco somos especiales; es una afición difícil para que un niño la descubra. A mi padre le gustaban y mis amigos del instituto me prestaban manga. Si se recomendaran tebeos en clase, sería más fácil, como ocurre en Francia o Japón.

–¿De niña era de Batman o de Mortadelo y Filemón?

–De Mortadelo y Filemón, mi padre tenía un montón, y Mafalda, Astérix y Obélix...

–Elija: ¿Ibáñez o Escobar?

–Ninguno, no me identifico, pero no por nada negativo.

–Quitando a Superlópez, que ya existe, ¿qué superhéroe español dibujaría?

–En España no creemos en superhéroes por nuestra cultura. A Superlópez se le ridiculiza. La filosofía del superhombre de Nietzsche se la creen más en EEUU. Allí se pone uno mallas y se toma en serio a sí mismo; aquí es muy difícil. Yo lo bajaría a algo más terrenal, alguien con idealismos más éticos, no a la americana.

–Ahora su trabajo da sus frutos, pero en sus comienzos, después de Himawari, estuvo a punto de claudicar.

–Este mercado es muy complicado y con el manga más aún, aunque ahora ha cambiado y hay más apertura, pero sigue estando mal pagado. Salí de ahí para abrirme puertas y me funcionó.

–¿Qué le cautivó del manga?

–A los niños les encanta algo pero no lo racionalizan. De pequeños ciertos mecanismos hacen que tu cerebro se llene de endorfinas y dopaminas, igual que con el fútbol o las motos. Me apasioné por el dibujo y por el manga, era lo único que hacía en mi adolescencia.

–Vivió en Japón por amor al manga. Recuerda a Uma Thurman en Kill Bill...

–Me encanta la peli. Me fascinaba el manga y me flipaba Japón. Fui porque me encantaba la cultura japonesa, no estaba allí para hacer la carrera de dibujante. Japón tiene un magnetismo que me atrapa más allá del manga: la cultura, el idioma...

–¿Qué opina de la producción ingente de mangas pornográficos? Los quioscos allí están plagados y los leen de pie sin pudor y... gratis.

–No conocía el concepto ni vi a nadie hacerlo, pero no me extraña porque hay unas contradicciones con el sexo que echan para atrás. La prostitución es ilegal pero por la calle ves cartelería de niñas en posiciones sugerentes. Tienen una relación muy rara con el sexo. Su cultura hay que entenderla desde dentro, desde fuera todos somos extraterrestres.

–Una de sus parafilias es ver cómo chupan pomos...

–Y pixelan el porno, la insinuación es mucho más erótica. En Occidente el porno tiene mucho que ver con agarrar a una tía y darle entre muchos aunque no quiera, es una fantasía sexual que da muchos problemas, lo estamos viendo con las manadas. En Japón la mujer tiene que ser muy pasiva.

"Si hay que sacar a más personajes del armario, como el nuevo Robin, ¡que cuenten conmigo siempre!"

El chico más bello del mundo cuenta cómo Björn Andrésen, el chaval de Muerte en Venecia, inspiró personajes de cómics en Japón. ¿Qué rostro le motiva?

–Leí la tragedia de este chico. No tengo predilección pero sí busco muchas referencias de personas reales.

–¿Le duele que la acepción de manga en el DRAE como cómic japonés esté por detrás de un tipo de árbol?

–¿En serio? No sabía lo del árbol. Un chiste que hacen es si llevas manga corta o larga.

–Adaptó Millenium de Stieg Larsson. ¿Fueron comprensivos los fans de los libros?

–No tuve ninguna mala crítica. De hecho, dicen que fue una obra respetuosa.

La chica que nunca se daba por vencida fue una de sus entregas de esta saga. Autobiográfico, ¿no?

–El título es de Sylvain Runberg. Las mujeres nos sentimos a menudo así, pero porque laboralmente esto es una lucha: autónoma en España dibujando cómics... pues ya me dirá. Pero no me quejo. Ojalá hubiera descubierto antes que con el tebeo fuera, no en España, se puede vivir. Conozco gente que trabaja en laboratorios con el Covid y no llegan a 2.000 euros. Se te hiela la sangre y te da una hostia de realidad.

–"Fui a la Comic-Con de Nueva York e hice mis contactos". ¿Abruma visitar ferias como ésa?

–Mucho, fui sola y acojoná. Cuando compré el billete, no tenía ni la entrada.

–Al menos era Nueva York y no un sitio inhóspito.

–Para mí lo era. Nueva York echa para atrás aunque no sea un sitio recóndito de China. Gracias a ese viaje hice mis contactos. Es importante que te pongan cara.

–Nada abre las puertas como decir Marvel...

–Su marketing es gigantesco, todos saben que es bueno y abren mucho los ojos. Aun así, trabajo más a gusto en DC, menos conocida hasta que nombras a Batman. Marvel da muchos titulares y te etiqueta como una especie de élite de dibujante.

–Tras la revolucionaria versión que ha hecho de Batman, ¿es la única valiente que se ha atrevido a sacar a Robin del armario?

–No es mérito mío, pues ni yo sabía al principio que esto iba a pasar, pero ya puestos, si hay que sacar a más personajes del armario, ¡que cuenten conmigo siempre!

–No es motera, pero dibujó Marc Márquez, la historia de un sueño. ¿Lo llamó cuando se destrozó el brazo?

–No, pero hemos estado en contacto desde aquel proyecto y siempre contesta. Es más majo que las pesetas. La imagen que proyecta es real. Lo felicito cuando gana e impresiona que un tío con millones de seguidores saque tiempo para responder a todos los que lo felicitan.

–¿Me hace de gancho para una entrevista con él?

–Eso ya es cosa suya, pero puedo intentarlo...

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