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Ex agente secreto y escritor

Jaime Rocha: "En los servicios de inteligencia nuestras armas son la mentira, el engaño, la extorsión y el chantaje"

  • El que fuera agente del CESID ha escrito una trilogía de novelas del género de espionaje que se va a llevar a la televisión y al cine 

Jaime Rocha, ex agente del CESID y escritor

Jaime Rocha, ex agente del CESID y escritor / DC

Jaime Rocha (Larache, 1942) vivió toda su infancia en Cádiz hasta que ingresó en la Armada. Pocos años después fue reclutado en 1978 por el CESID, el servicio de inteligencia español, que acababa de crearse y en el que tuvo una relación muy estrecha con el director Emilio Alonso Manglano. Hace poco decidió volcar sus experiencias por escrito de las que salió finalmente una trilogía novelada, ‘El Dorado Operación Canyon’, Él Muro’ y ‘Alta traición’ dentro del género de espías. Tras entrar en contacto con Sergio Dow, el director de ‘La piel del tambor’, está ya tomando forma una serie con tres temporadas para cada libro y una película sobre el primero.

-Su vida es de libro y ahora va a ser de película.

-Efectivamente. Cuando publiqué la primera novela, que era un proyecto para mi familia y no tenía ninguna pretensión de hacer un best seller, como luego resultó, en Londres se reúnen periódicamente editoriales con productoras de cine y ahí llevó mi editorial la novela, y la primera que se interesó fue la Fox. En la pandemia hubo unos incendios en California tremendos y pregunté a mi editor qué noticias tenía pero no había ninguna. Era una reserva de derechos que tenía la Fox. Eso caducó y entonces en la Feria del Libro de Madrid se interesó una productora española. En esa feria me presentaron a Sergio Dow, que es el director de ‘La piel del tambor’ y se llevó mis libros. Más tarde, al cabo de dos o tres semanas, me vino a ver a Cádiz y estuvimos en casa mucho tiempo charlando porque quería hacer algo con mis libros. Me invitó también a la presentación de esta película en Sevilla y ahí los productores de la Isla Mínima se interesaron mucho. Me dijo mi editor que había hasta cuatro productoras españolas y una norteamericana interesadas. Lo que se está haciendo es el guión, se ha hecho ya una sinopsis especial de las tres novelas para pasarlas al cine y se está haciendo el story board. Todo eso está en manos de tres productoras españolas y una norteamericana. La idea es que salga una película de la primera novela y una serie con los tres libros con tres temporadas de ocho capítulos cada una.

Hay una cosa importante es que cuando estuvo Sergio Dow en casa me dijo que con ‘La piel de tambor’ habían tardado cinco años y yo le dije que tengo 80 años y yo quiero ver esto. Así que están ahí acelerando el proyecto.

-Usted ha escrito una trilogía que ha tenido su final con 'Alta traición'. ¿Se ha jubilado Julián Roig, el personaje protagonista de la misma?

-Para nada. Hay que decir que en vista del éxito de la primera novela, 'Operación El Dorado Canyon', la editorial me pidió que hiciera otra y es cuando escribí ‘El Muro’, de la parte de Checoslovaquia y entonces me solicitó que cerrara la trilogía. Yo le tenía prometido a la familia Manglano este libro, para reivindicar su figura y su obra. De hecho, la última presentación que he hecho se ha transmitido en streaming y lo han seguido desde Nueva York y desde Valencia y me han felicitado y les ha gustado mucho. Como lo que cuento ahí es todo verdad, he contribuido a reivindicar la figura de Emilio Alonso Manglano, que fue el artífice del moderno servicio de inteligencia.

-¿Y ahora qué?

-La editorial me dijo que tenía otro proyecto para mí pero es para escribir de otras cosas. Yo tuve mucho éxito empresarial cuando estuve en Castellón con el tema de la fábrica de azulejos de la familia Michavila que estaba en la ruina y la puse en beneficios y esa experiencia querían que la contara. No sería como una novela sino como una especie de libro de consejos sobre cómo llevar una empresa. Pero a mí me gusta más lo mío y tengo en la cabeza una novela sobre un tema que fue muy importante en la lucha contra la ETA y que inicialmente se llama ‘Sokoa’, el mayor arsenal de armas incautado a la ETA y que fue una operación entre la CIA, el Mossad y el CESID. Me gustaría escribir sobre eso.

-¿Pero ya sin Julián Roig?

-No, vamos a seguir con el porque tal ser una novela nos permite seguir con el personaje y aunque yo no tuve nada que ver, pero estuve en el servicio y como conviene poner un protagonista, será Julián Roig.

-¿Se ha puesto de moda el género de las novelas de espías?

-Estamos rompiendo moldes. De hecho, la portada de la revista Publisher Weekly me hacen una entrevista bastante extensa y ahí lo que se dice es que el género de espías español, porque hasta ahora bebíamos del mundo anglosajón con Forsyth, Le Carré y todo estos magníficos autores. Ahora hay un compañero que todavía está en el CNI y que firma con un seudónimo, Pablo Zarrabeitia y ha escrito ya dos novelas, estoy yo, Carmen Posadas, Vicente Vallés. Parece que está despertando el género de espías en España. Ahora lo que tiene que despertar es el cine de espías en España. Han hecho una película que es Código Emperador y he hecho un artículo donde digo que se parece como un huevo a una castaña el Código Emperador con el Servicio de Inteligencia español. Yo creo que cuando se escribe de memoria no es lo mismo que cuando lo hacen los que hemos vivido eso.

-Aunque en los libros hay algo de ficción, los hechos que se cuentan son reales y los ha vivido en primera persona. Cualquiera que lea sus libros puede pensar que su vida ha sido muy emocionante. ¿Con este tipo de novelas corremos el riesgo de mitificar su profesión?

-Evidentemente. Pasamos miedo y yo he pasado miedo por mi familia porque yo he recibido amenazas directas para mí y para ellos. Una cosa que he dicho muchas veces es que el miedo te paraliza. Si te meten en una Gendarmería en Marruecos como hicieron conmigo, en un interrogatorio que fue en francés, si yo hubiera tenido miedo me hubieran temblado las manos, eso se traduce en movimientos involuntarios de cualquier parte del cuerpo o no te salen las palabras. Sabiendo el peligro, hay que superarlo. Por eso, cuando te eligen para un trabajo de estos, los que se fijan en ti saben que tienes que tener ciertas cualidades. La inteligencia emocional, la empatía, dotes teatrales porque estás representando papeles con nombres y profesiones distintas y esa verdad tuya la tienes que mantener ante quien sea.

-Una gran memoria y una gran concentración.

-Mucha concentración. En Madrid en una cafetería yo estaba esperando a una persona y estaba allí otra persona que me conocía por un nombre distinto y entonces me tuve que ir y quitarme de en medio porque la podía liar. Mucha concentración. Yo iba a la Comisaría General de Documentación con dos fotos de carné y el policía específico que nos conocía y me preguntaba que ahora cómo me iba a llamar y qué profesión tenía y dónde vivía y eso cambiaba siempre. Volvía del viaje, se lo entregaba y al siguiente volvía a ir.

-¿El encarnar esos perfiles le hacía tener que realizar un trabajo previo como el de los actores para meterse en el personaje?

-Claro. Yo he ido a estos viajes y un día era banquero, otro empresario, otro turista. Yo cogía profesiones que conocía. Y siempre iba con coberturas reales. Yo fui a Libia como ingeniero de una empresa y fui con un compañero de la empresa y todo era como si fuera de verdad de esa empresa. Haz de tener profesiones que debes conocer bien porque te hacen interrogatorios y debes dominarlo. 

-¿Ha sido muchas veces Julián Roig?

-No muchas pero algunas veces sí.

-¿Cómo siente que ha evolucionado como escritor?

-Hay opiniones para todos los gustos. Hay quienes dicen que la primera fue mejor, otro la tercera o la del medio. Si ves las opiniones en Amazon hay para todos los gustos. En la primera podemos jugar entre un 60% de autenticidad y un 40% de ficción, en la segunda un 80-20 y en la tercera un 90-10. O  sea, vamos aumentando la veracidad de lo que cuento y jugando menos con la ficción. El estilo sigue siendo el mismo y me lo alaban porque no es un género literario con el que no me entretengo en florituras y descripciones de páginas enteras, sino que es acción-acción y acción, por lo que capta rápidamente la atención del lector.

-¿Qué fue Manglano para usted en su carrera?

-Yo estaba en Cádiz y ahí tuve la persecución esta que tuve con el de la KGB por el conflicto de Astilleros. Yo estaba aquí y pedía destinos en el extranjero pero no me los daban. Un compañero me aconsejó que pidiera destino en Madrid y me iba a ir allí en el año 1983 con este compañero que me había reclamado. Entonces alguien del gabinete se entera y le dice a Manglano que yo iba a ir destinado a Madrid, que tenía dos idiomas, francés e inglés, y necesitaban alguien con idiomas para las relaciones con servicios extranjeros, Entonces, por ello, me incorporo al gabinete de Manglano. Era un hombre que al principio establecía muchas barreras personales, distante y no era fácil en el trato pero me lo gané desde el principio porque yo tengo una virtud o defecto y es que le digo la verdad a todo el mundo y esa franqueza mía le gustó. A partir de ahí establecimos una relación personal y profesional muy intensa. Yo he tenido conversaciones con él, él me ha hecho encargos muy personales que no le quería encargar a otros. De hecho, cuando yo dejo ‘Adquisiciones del Magreb’, me pidió que esos colaboradores los siguiera llevando yo. Los más importantes que tenia La Casa me los adjudica a mí.

Cuando yo pido destino en el extranjero, me llama a un despacho y me explica lo que estaba sucediendo en Europa del Este y que no tenían a nadie allí y me manda a Praga. Una relación ya no solamente los informes por el cauce oficial sino que cada vez que venía por Madrid venía a verlo y me contaba cosas. En esa novela cuento cómo se paró la operación por la que intentan destituirlo en el año 1986.

-¿Casi todas las personas que están al frente de los servicios secretos están condenados a acabar mal por el difícil equilibrio entre la política y los servicios secretos?

-Manglano cuando crea el CESID, y aparte de que consigue el complejo de edificios de la carretera de La Coruña y una organización interna que no existía, una de las cosas que establece es que el Gobierno marca los objetivos informativos y los informes que se obtienen van directamente al Gobierno. Lo que no quiso y no admitió y no debe admitir ningún jefe de los servicios secretos es la injerencia de la política en los servicios de inteligencia. De hecho, Manglano en una ocasión me mandó ir al País Vasco a hablar con un político muy destacado porque este hombre pretendía el uso de los servicios de inteligencia para unos fines partidistas. Esa fue una de las cosas por las que le quisieron quitar de en medio.

-¿No cree que la ciudadanía  puede tener una percepción de que hacen cosas como agentes secretos que están al margen de la ley?

-Nosotros trabajamos al extranjero y naturalmente no vamos a repetir las leyes de ningún país al que vamos a espiar. Estaría bueno. Igual que los de los otros países que vienen aquí. Nuestras armas son la mentira, el engaño, la extorsión, Esto es así. Son las armas para conseguir la información que nuestro gobierno nos pide obtener. Para ello te tienes que saltar las leyes del país y muchas cosas. Empiezas mintiendo porque dices que eres alguien que no es verdad. Por ejemplo, en el libro contamos cómo captamos a un capitán de aviación libio en Madrid en una operación con el Mossad y a este hombre lo extorsionamos. Los judíos me decían que el Mossad estaba en guerra. Nosotros no somos un ejército de paz ni nada de eso y estamos en guerra y las armas que utilizamos son la mentira, la extorsión, el chantaje...

-¿Y en el otro lado no cree que la ciudadanía debería tener un mayor conocimiento de lo que se consigue con los servicios secretos?

-¿Cuántas vidas cree que salvé cuando intercepté el cargamento de armas y explosivos de la ETA?. Para ello tuve que hablar con uno de los traficantes de armas más importantes y tienes que tener amigos hasta en el infierno. Ahí se salvaron muchas vidas porque esas armas iban destinadas a matar. Es una guerra contra la ETA, el yihadismo y todo el que quiera atentar contra la seguridad de mi país.

-¿Han cambiado mucho los servicios secretos de su tiempo a ahora?

-Sobre todo en lo que se refiere a la tecnología. Ahora se requieren muchos hackers,  por ejemplo. De lo que no puede prescindir un servicio de inteligencia es de la gente de campo. Le pongo un ejemplo con el 11-S de Estados Unidos. Hablando con una agente de la CIA que había sido  fallo porque los autores se llegaron a formar en Estados Unidos. Y ella me decía que ahora se fía tanto a la tecnología que se abandona el trabajo de campo. Si hubiera habido gente infiltrada se hubieran salvado muchas vidas.

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